Llena eres de gracia.

Capítulo 9: Punzada.

—  ¿Puedo saber cuál ha sido la problemática?   

—  ¿Puedo saber cuál ha sido la problemática?

Isabel siguió caminando sin hacer caso omiso a Jacques.

— Señorita De Villaseñor, ¿Le parece justo lo que hace?

— ¡Por Dios, señor Rousseau! Habla de justicia cuando usted ha aplicado una injusticia.

—  ¿Contra quién?

— Contra mi persona.

Jacques no pudo evitar soltar una risita.

—  ¿Se burla de mí?

— Todo lo contrario. ¿En qué momento he aplicado una injusticia contra usted?

Isabel detuvo su paso y encaro a Jacques.

— Usted me llamo mujer peligrosa.

— Me disculpo si esa palabra la llego a molestar, señorita De Villaseñor. ¿Pero qué puedo hacer cuando lo único que hace contra mí es atacar?

—  ¿Atacar? Jamás le he atacado.

— Lo ha hecho. Sus palabras duelen más que sus acciones, señorita De Villaseñor.

— Entonces no escuche mis palabras.

— Me es difícil no hacerlo, extrañamente sus palabras me han hecho familiarizarme con el lugar.

— Creo que usted es el incomprensible, señor Rousseau.

— ¡Ahí esta! Ya vio como suele atacarme.

Isabel cubrió su boca para bostezar.

— Esto me ha cansado. Buenas noches, señor Rousseau.

Isabel entro a la casa y camino sin hacer ruido hacia su habitación, Jacques hizo lo mismo. Antes de pasar a la puerta que daba a su habitación, logro escuchar un sollozo. La puerta estaba entreabierta así que logro ver a la Señora De Villaseñor abrazar una fotografía y gemir.

Jacques siguió su camino, no era educado escuchar los llantos ajenos así que se introdujo a su habitación.

 

 

— Jesús dijo: "Amaras a Dios con todo tu corazón, toda tu alma y toda tu mente", hijos míos, este es el primero y gran mandamiento— el padre siguió movimiento sus manos para argumentar, tomo aire y siguió mirando a todos los oyentes que había ido a misa, un padre de edad avanzada con el cabello canoso el cual había huido en varias partes de su cabeza, usando una sotana de color café. —  el amor es siempre fiel e importante en nuestras vidas, debemos saber manejarlo y no ser impertinentes con ello, ya lo dice el segundo mandamiento que es de mayor importancia: "Amaras a tu prójimo como a ti mismo"

Isabel presto atención a las palabras del Padre José.

Guadalupe había extendido la cobijita en el suelo para que su ama lograr arrodillarse sin lastimarse.

— Ha sido un gran sermón padre. — Magdalena beso la mano del padre y este le dio la bendición trazando con su mano al aire la cruz.

— Ve con Dios, hija mía. Que Dios guie tu vida y camino.

— Así será, padre.

El padre José miro a Isabel y le dio la bendición.

— Estas en una edad en donde puedes caer fácilmente, hija. No desvíes tu camino, deberías seguir el camino de tu hermana Esperanza.

— Mi hermana ha cumplido su misión, padre, la misión que se me ha impuesto será cumplida.

— Nuestra Isabel ha sido prometida, padre.

— Que Dios colme de bendiciones esta nueva etapa, hija.

Isabel tomo la mano del padre y la beso.

— Gracias, padre.

 

 

—  ¿Pero no has tenido cuidado, o compasión de mí? —  Se quejó Claudine.

Jacques quien estaba recostado aun en su cama, resoplo y se apoyó en sus codos.

— Solo ha sido una recaída, madre. No hay porque preocuparse.

—  ¡Claro que me preocupo! Eres mi hijo, Jacques. ¿Dónde están tus medicinas?

Jacques señalo el cajón que la mesita de noche que tenía a lado. Claudine apresuro su paso y saco un pequeño frasco que extendió a Jacques.

— Me asegurare que te suban un té. —  Claudine tomo su vestido con sus puños y salió de la habitación. Jacques suspiro y con un esfuerzo de levanto de la cama, no quería preocupar a nadie por lo que uso de pretexto que quería leer y quedarse en su habitación. Se acercó a la ventana y vio que el día estaba hermoso, había un sol que abrazaba por todos lados, escucho a las aves cantar y por un momento su mirada fue al patio, donde encontró a Isabel caminando con su brazo entrelazado en el de Alain. Alain estaba platicándole algo debido a los gestos de sus manos y ella simplemente asentía a ello.

Jacques volvió a sentir un ligero dolor en su pecho provocando que soltara el frasco y se rompiera en mil pedazos en el suelo. Se inclinó a recoger las pastillas y los vidrios y sin darse cuenta que un vidrio corto su mano, donde dejo salir su sangre de color escarlata.



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Editado: 12.03.2018

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