— ¿Puedo saber cuál ha sido la problemática?
Isabel siguió caminando sin hacer caso omiso a Jacques.
— Señorita De Villaseñor, ¿Le parece justo lo que hace?
— ¡Por Dios, señor Rousseau! Habla de justicia cuando usted ha aplicado una injusticia.
— ¿Contra quién?
— Contra mi persona.
Jacques no pudo evitar soltar una risita.
— ¿Se burla de mí?
— Todo lo contrario. ¿En qué momento he aplicado una injusticia contra usted?
Isabel detuvo su paso y encaro a Jacques.
— Usted me llamo mujer peligrosa.
— Me disculpo si esa palabra la llego a molestar, señorita De Villaseñor. ¿Pero qué puedo hacer cuando lo único que hace contra mí es atacar?
— ¿Atacar? Jamás le he atacado.
— Lo ha hecho. Sus palabras duelen más que sus acciones, señorita De Villaseñor.
— Entonces no escuche mis palabras.
— Me es difícil no hacerlo, extrañamente sus palabras me han hecho familiarizarme con el lugar.
— Creo que usted es el incomprensible, señor Rousseau.
— ¡Ahí esta! Ya vio como suele atacarme.
Isabel cubrió su boca para bostezar.
— Esto me ha cansado. Buenas noches, señor Rousseau.
Isabel entro a la casa y camino sin hacer ruido hacia su habitación, Jacques hizo lo mismo. Antes de pasar a la puerta que daba a su habitación, logro escuchar un sollozo. La puerta estaba entreabierta así que logro ver a la Señora De Villaseñor abrazar una fotografía y gemir.
Jacques siguió su camino, no era educado escuchar los llantos ajenos así que se introdujo a su habitación.
— Jesús dijo: "Amaras a Dios con todo tu corazón, toda tu alma y toda tu mente", hijos míos, este es el primero y gran mandamiento— el padre siguió movimiento sus manos para argumentar, tomo aire y siguió mirando a todos los oyentes que había ido a misa, un padre de edad avanzada con el cabello canoso el cual había huido en varias partes de su cabeza, usando una sotana de color café. — el amor es siempre fiel e importante en nuestras vidas, debemos saber manejarlo y no ser impertinentes con ello, ya lo dice el segundo mandamiento que es de mayor importancia: "Amaras a tu prójimo como a ti mismo"
Isabel presto atención a las palabras del Padre José.
Guadalupe había extendido la cobijita en el suelo para que su ama lograr arrodillarse sin lastimarse.
— Ha sido un gran sermón padre. — Magdalena beso la mano del padre y este le dio la bendición trazando con su mano al aire la cruz.
— Ve con Dios, hija mía. Que Dios guie tu vida y camino.
— Así será, padre.
El padre José miro a Isabel y le dio la bendición.
— Estas en una edad en donde puedes caer fácilmente, hija. No desvíes tu camino, deberías seguir el camino de tu hermana Esperanza.
— Mi hermana ha cumplido su misión, padre, la misión que se me ha impuesto será cumplida.
— Nuestra Isabel ha sido prometida, padre.
— Que Dios colme de bendiciones esta nueva etapa, hija.
Isabel tomo la mano del padre y la beso.
— Gracias, padre.
— ¿Pero no has tenido cuidado, o compasión de mí? — Se quejó Claudine.
Jacques quien estaba recostado aun en su cama, resoplo y se apoyó en sus codos.
— Solo ha sido una recaída, madre. No hay porque preocuparse.
— ¡Claro que me preocupo! Eres mi hijo, Jacques. ¿Dónde están tus medicinas?
Jacques señalo el cajón que la mesita de noche que tenía a lado. Claudine apresuro su paso y saco un pequeño frasco que extendió a Jacques.
— Me asegurare que te suban un té. — Claudine tomo su vestido con sus puños y salió de la habitación. Jacques suspiro y con un esfuerzo de levanto de la cama, no quería preocupar a nadie por lo que uso de pretexto que quería leer y quedarse en su habitación. Se acercó a la ventana y vio que el día estaba hermoso, había un sol que abrazaba por todos lados, escucho a las aves cantar y por un momento su mirada fue al patio, donde encontró a Isabel caminando con su brazo entrelazado en el de Alain. Alain estaba platicándole algo debido a los gestos de sus manos y ella simplemente asentía a ello.
Jacques volvió a sentir un ligero dolor en su pecho provocando que soltara el frasco y se rompiera en mil pedazos en el suelo. Se inclinó a recoger las pastillas y los vidrios y sin darse cuenta que un vidrio corto su mano, donde dejo salir su sangre de color escarlata.