— ¿Realmente debo ir? — Se quejó Isabel, mientras Amparo y Guadalupe terminaban de arreglarla.
— Son ordenes, niña. Todos los señores irán— Dijo Guadalupe mientras le acomodaba mechones rizados a Isabel.
— Recuérdame en que mes estamos, Amparo.
— Es Febrero, niña.
— ¡Febrero! Con razón el por qué mi padre desea ir al Jockey Club (1)
— Quédese quieta, niña. Ya casi acabamos— chillo Amparo.
Jacques se acomodó su saco y salió de la habitación para encontrarse con Fátima esperando.
— Señorita— se limitó a saludar.
— El pantalón gris Oxford le asienta a la perfección, señor Rousseau— Fátima se acercó a Jacques de una manera amenazante. — Me encantaría ver que otros tonos le quedan perfecto.
—¿Jacques?
Escucho la voz de Jules y respiro con alivio. Fátima se alejó de Jacques y se acomodó mechones de su cabello.
— Nos vemos en la cena, señor Rousseau— Fátima tomo su cabello y camino con elegancia.
— Jacques— Llamo Jules, en cuanto se encontró con Jacques le pregunto si había visto a un fantasma a lo que Jacques negó.
— Alain dijo que iría personalmente por la señorita De Villaseñor, tengo mucha curiosidad por saber cómo es ¿Es bella?
— Es más bella que una puesta de sol.
— ¿De verdad? Debo suponer que sus ojos fueron lo que han cautivado a Alain.
— Yo diría que si— respondió a nadie Jacques, Jules lo miro perplejo.
— Jacques, tú...
Pero fue interrumpido al escuchar a Alain cerca de donde estaban.
Jules y Jacques se quedaron con la boca abierta, aunque Jacques fue el que la cerro primero. Ver a Isabel así lo ponía nervioso y admirado. Alain llevaba a Isabel del brazo, y por un momento Jacques sintió envidia. Isabel portaba un hermoso vestido de seda con encaje y pedrería de color verde aceituna, guantes de encaje hasta la muñeca de un color dorado y un enorme collar de oro. Tenía un peinado delicado pero que dejaba caer risos a su espalda.
— ¿Jules? — llamo Alain. Jules sacudió su cabeza y asintió para sí.
— Nos... nos deben estar esperando.
— Así es.
Alain fue el primero en caminar con Isabel, Jacques respiro.
— Tranquilo, joven. No queremos que se altere— se apresuró a decir Guadalupe, sonrió y se marchó.
— ¿Cuál es el nombre de la dama? — pregunto Jules.
Jacques suspiro.
— La Señorita Isabel De Villaseñor y Mendoza.
— No la prometida de Alain, su dama.
Jacques miro con sorpresa a Jules y este simplemente se encogió de hombros.
— Guadalupe.
— Guadalupe— repitió Jules.
Jacques había comido todo lo que le habían dado, aunque se lamentó el no haberlo disfrutado adecuadamente, lucho contra la intrigosa mirada de Fátima acosadora y el hecho de que Isabel casi no pasaba tiempo en la mesa debido a que Alain o su padre la sacaban a bailar.
— ¿A caso no disfruta el baile, señor Rousseau?
Jacques salto en su asiento cuando escucho a Isabel.
— Señorita De Villaseñor.... No la escuche sentarse.
— ¿Ni siquiera me vio? ¿Dónde está su mente, señor Rousseau?
Jacques no pudo responder debido a que se quedó mirándola fijamente. Isabel sintió la profundidad de su mirada y se sonrojo. Se aclaró la garganta.
— ¿Ve a los hombres de allá?
Jacques miro en dirección a la mirada de Isabel y asintió.
— Es el presidente Don Porfirio Diaz y sus aliados, los científicos (2). — Jacques observo a los hombres que Isabel presentaba, noto al presidente conversar con aquellos hombres y disfrutar de la fiesta.
— ¿Por qué están aquí? — pregunto Jacques sin quitar la mirada de ellos.
— Es bien sabido que el presidente ama este lugar, es muy común verlo por aquí.
Jacques miro a Isabel.
— ¿Baila señor Rousseau?
Jacques asintió.
— ¿Es correcto que la invite a bailar, señorita De Villaseñor?
Isabel se encogió de hombros.
— Vida solo hay una—susurro.
— ¿Qué hacen ustedes dos ahí? — murmuro Alain quien llegaba de bailar con su madre.
— Vi a su hermano aquí, así que decidí invitarle una pieza de baile— dijo Isabel, Alain enarco una ceja.