Isabel ignoro a Jacques en todo momento. Aquel día en que Alain llego no se despegó de Isabel y debido a que sus intentos de alejarse resultaron en vano, terminaron cuando Alain la llevo a la Ópera.
— Mi padre ha tenido el honor de escuchar a Ángela Peralta (1)— se excusó Isabel.
— Entonces, permítame llevarla a la Ópera. Estoy seguro le fascinara.
— Pero, mi padre...
— He hablado con él y bendice nuestra salida.
Isabel no pudo negarse y fue entonces que salió con Alain. Al día siguiente, todos se preparaban para salir. En esta ocasión se había decidido hacer una fiesta de Jardín las cuales se acostumbraban en esa época. Claudine recalco que debían ser en el Tívoli del Eliseo (2) de esa forma podrían organizar adecuadamente si la boda podría celebrarse ahí.
— Guadalupe ¿Tu ama siente enojo contra mí? — Siseo Jacques, mientras Guadalupe llevaba un vaso de agua a Isabel.
— ¿Ha hecho algo que la moleste?
— En realidad no, solo la he amado ¿Eso es malo?
— El carácter de la niña es muy complicado de llevar, téngale paciencia.
— Entonces llévale mi mensaje, dile que esta noche la veo en el establo. Y que no falte, yo la esperare ahí.
— Yo se lo haré saber, señor.
Guadalupe quien obedientemente le llevo el mensaje, Isabel no hizo mucho caso de ello. En cuanto llegaron a su casa Isabel fue directo a la capilla y se puso a rezar, no salió hasta que fue la hora de la cena y posteriormente se fue a dormir.
— ¿De verdad lo dejara ahí, niña?
Isabel se acomodó en su cama para que Guadalupe la arropara.
— Estoy exhausta, buenas noches, Guadalupe.
— Él podría enfermarse.
— Él es fuerte, Guadalupe. Buenas noches.
Guadalupe suspiro, arropo a Isabel y salió de la habitación. Isabel se la paso dando vueltas en la cama y llego un momento en el que se desesperó y se colocó su sarape.
— No creo que siga ahí— se dijo, pero la culpa estaba aniquilándola, salió de la casa y emprendió su viaje hasta el establo. Trato de iluminarse con una vela y cuál fue su sorpresa al encontrarse a Jacques abrazándose a sí mismo y temblando.
— ¡Jacques!
Isabel fue hacia él y sintió sus manos heladas.
— I-Isabel.
— Jacques, pero que imprudencia la tuya ¿Cómo te has quedado aquí? ¡Y sin abrigarte correctamente!
— T-te estaba esperando — Isabel lo miro con culpa, pensó que era su culpa que Jacques estuviera en ese estado y sin pensarlo comenzó a llorar. Abrazo a Jacques.
— ¡Oh, Jacques querido! Lo siento tanto, estaba tan enojada que no pensé con claridad. Jacques esto es mi culpa.
Jacques abrazo a Isabel.
— No quiero que te disculpes, no tengo nada que perdonarte... Isabel, Isabel solo abrázame, no quiero que me sueltes.
Isabel negó y abrazo con más fuerza a Jacques, se alejó unos momentos y beso con delicadeza los labios entumidos de Jacques. Jacques correspondió al beso y se embriago con el aroma a jazmín de Isabel.
— Jacques...— susurro Isabel entre sus labios. — ¿Tiene algún deseo con mi prima?
Jacques abrió los ojos y colocó su mano sobre la mejilla de Isabel para acariciarla.
— Mis sentimientos hacia usted son de lo más puros y sinceros, Isabel. ¡Pero mire que me ha hecho! Estoy loco por usted.
Isabel sintió como su corazón latía con fuerza.
— Y yo por usted, y estoy dispuesta a dejarlo todo.
Jacques atrajo a Isabel a él y la beso con pasión.
— ¿Por qué no...? — jadeo — ¿Por qué no decirles a mis padres...? Ellos quieren que sea la esposa de Rousseau, y tú lo eres.
Jacques dejo de besar a Isabel y la miro fijamente.
— ¿Quiere saber porque no fui yo? Porque su padre no la quiere casada con un moribundo. ¡Que podría traerle! La decepción de enterrarme.
—No es ningún moribundo.
— Isabel, no soy tan fuerte como Alain, no gozo de la salud de Jules y sé que no durare por mucho tiempo, o hasta que mi corazón se detenga. He vivido con eso, pero desde que te conocí... yo quería vivir, quería sanar para estar contigo. Para darte una vida que fuera de tu altura.
— Te necesito a ti en mi vida, Jacques.
Jacques cerro los ojos y respiro.
— Quédate... solo necesito oír eso de tus labios y te prometo que no habrá marcha atrás.