Lluvia

~CAPÍTULO 6

Nos quedamos ahí unos segundos sin decir ni una palabra, lo único que se escuchaban eran nuestras respiraciones, sin apartar la mirada uno del otro.

—No hagas más eso— digo con voz ronca.

Ella esboza una sonrisa. —Vos empezaste lindo.

—¿Siempre vas a usar un apodo diferente?— le pregunto arqueando una ceja y ella ríe.

—¡Por supuesto!, esta bueno cambiar todo el tiempo, así no se pierde la magia— dice en tono divertido y mira fijamente mis labios.

—Creo que ya nos tendríamos que levantar — Digo mientras también miro sus labios.

—¿No te podes resistir a mis encantos?.

Yo solo me río y nos vamos acercando de a poco lentamente hasta que nuestros labios casi se rozan.

De repente escuchamos como una tos forzada y los dos nos levantamos rápidamente.

—Solo quería avisarles que faltan 15 minutos para que termine el turno, pero no hay casi nadie, así que Roberta nos deja retirarnos antes— dice Roma lo más rápido posible tartamudeando de los nervios.

Luisa y yo nos miramos y nos empezamos a reír como locos.

—Ay Roma, gracias por el dato— dice Luisa mientras mueve la mano para que se vaya. Roma se va un poco más corriendo.

Cuando terminamos de reírnos, nos miramos fijamente hasta que yo decido romper el silencio.

—¿Qué estabas viendo en el celu que te hace sentir mal?— pregunto acercándome a ella.

—Enserio nada importante.

—¿Hago que te creo?— digo mientras paso una mano por mi barbilla haciendo como si estuviera  pensando.

Ella se ríe se muerde el labio, —un amigo me contó que acababa de ver al chico con el que había salido por un año con otra, ¿feliz?— dice mientras rueda los ojos.

—¿Te sigue importando?— pregunto mientras la miro fijamente a los ojos.

Ella se queda callada unos segundos y cambia completamente el tema.
—¿Así que sos papá?— Dice sin apartar la mirada en mí.

Yo bajo la mirada al piso y suspiro.

—No soy papá pero es algo parecido, es mi hermanita— digo  mientras me siento en el banco. Luisa hace lo mismo.

—¿Y tus padres?— termina de pronunciar eso y una oleada de recuerdos se me vienen a la mente.

•••

Esto lo hago por el bien de ustedes- me abraza por última vez y se para -te amo, amor- fue lo último que escucho que dice mientras se va.

-MAMÁ MAMÁ- empecé a gritar mientras empezaba a llorar - te necesito, ¡MAMÁ!.

Y ahí quede yo, con una bebé en brazos mientras caía el agua sobre mi piel, sin saber a donde ir y lo único que se escuchaba era mi llanto y el de la bebé.

Miro hacia la bebé. Unos enormes ojos verdes llenos de lágrimas me miraban fijamente. 
De sentir miedo pase a sentir alivio, seguridad. Tenía que hacer algo por ella, era mi hermanita, necesitaba ser valiente por ella. 
Ya no me importaba nada, ni estar todo mojado bajo la lluvia.

La aferro a mí en un fuerte y a la vez delicado abrazo, hasta que deja de llorar.

•••

Yo no digo ni una sola palabra, solo me quedo mirando el piso con la cabeza agachada.

Yo me podía hacer el fuerte, pero mi única debilidad era recordar a mis padres y mi hermanita. Si le pasa algo a ella yo me muero.

—¿Te gusta cocinar?— dice de repente Luisa sacándome de mis pensamientos , yo levanto la vista con confusión y la veo que esta con una gran sonrisa.

—Em... si... creo... ¿por qué?— dije yo con duda, no sabía a qué venía esa pregunta así de la nada.

—¡Perfecto!, tengo una receta que es para chuparse los dedos— dice mientras se levanta y me guiña un ojo —ah, y me olvidaba, me auto invito a tu casa y no acepto un no como respuesta.

Ella se mete al baño con la ropa para cambiarse y yo quedo ahí, solo sentado en el banquito. Era la primera vez que alguien no me insistía con ese tema.

Una sonrisa se me aparece en la cara, sacudo la cabeza mientras la borró la sonrisa rápidamente.

 

—¡Que hermosa casa!— chilla Luisa como si estuviera emocionada. Yo solo la miro raro.

—¿Me estas hablando enserio?.

—Siii, amo los departamentos— dice mientras empieza a caminar por la casa.

—¿Y vos en donde vivís?— le pregunto con curiosidad

—En un departamento, eso no quita que me encanten.

Se pone ver todas las fotos que tenía colgadas en la pared.
Algunas eran de Narella sola cuando era más bebita, otras eran de mi cumple de 18 que estaba con ella en brazos apunto de soplar la vela de la torta.

Ella mira todas las fotos atentamente y mostrando un poco de sorpresa.

—No te imaginaba así— dice con una sonrisa.

—Solo con ella puedo ser así...

—¡Manos a la obra!— de repente pega el grito y yo salto en el lugar porque no me lo esperaba.

Así pasaron las horas. Los dos cocinando mientras nos reíamos, hace mucho no me divertía con alguien que no sea mi hermana. También estuvimos hablando mucho, me di cuanta que Luisa es de las personas que empiezan a hablar y no paran más, sin olvidar que nunca borra su sonrisa.

Cocinamos unos ñoquis que de verdad eran para chuparse los dedos.

Ya eran las 4, tenía que buscar a Narella a la escuela.

—Nos vemos mañana lindo— dice mientras se ríe y empieza a caminar y de repente se da vuelta.
—Me divertí mucho hoy con vos— dice brindandome una sonrisa sincera.

—Yo también me divertí,  sin nombrar que, para que algo de verdad me divierta tiene que haber magia— apenas termino de hablar ella se ríe.

Luisa se da vuelta y empieza a andar por su camino, yo me quedo unos instantes mirándola mientras se aleja. Me doy la vuelta para el otro lado y empiezo a caminar también. 

 




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