MATEO DE NOVELIS.
Siempre trate de ignorar los comentarios tontos que los demás decían sobre mi pero no siempre fue fácil y más cuando yo mismo lo meditaba, Amar era la niña más linda del salón y muchos chicos se fijaban en ella, afortunadamente era un ser lleno de inocencia que nunca aceptaría sus maliciosas intenciones, bueno al menos no en la primaria pero pronto estaríamos en la secundaría y ella sería más hermosa y conocería chicos que fueran más acorde con ella, ese era mi temor más grande, así que antes del comienzo de las vacaciones le pedí ayuda a mi hermana para inscribirme a una clínica alimenticia para lidiar con mi peso porque no quería que llegara a ser sobrepeso, no podía permitirme ser más obeso y así perder a Amar.
Aunque en la clínica no perdí el peso que quería si aprendí a modular mi forma de comer, aprendí muchas cosas que me ayudarían a ser el tipo ideal de Amar. Al volver a estar juntos ella no había cambiado, seguía siendo la misma niña hermosa que tanto amaba.
Pero lo que me había llevado a enamorarme se había convertido en mi más grande tortura, cada vez que su alarma alimenticia sonaba me pedía que comiera con ella, a veces lo hacía pero otras me abstenía ya que no estaba en mi plan alimenticio, ella me miraba confusa y un tanto extrañada, pero todo lo que hacía era por ella, era por nosotros y nuestro futuro.
Cuando finalmente llegó nuestra etapa de secundaria tenía muchas expectativas, mi posesión por Amar creció mucho más porque algunos de los chicos de los otros grados eran más atractivos, tenían más experiencia y eso era algo que me atemorizaba. Por mí determinado deseo de ser más delgado tenía que hacer ejercicio pero no sabía como explicar o excusar esa loca idea, bueno eso hasta que vi que el equipo del instituto estaba reclutando, siempre había sentido atracción por el fútbol pero por mi peso se me hacía difícil correr, eso sin mencionar los insultos de los otros chicos. Tuve que buscar mucho valor dentro de mi para postular me aunque con Amar como mi inspiración todo se volvía más sencillo. Para mi suerte ser el hijo del alcalde de la ciudad me ayudó, el entrenador vio en mí una nueva forma de conseguir apoyo para el equipo y aunque algunos no les agrado la falta de ecuanimidad, a mí eso no me importaba, yo seguiría luchando por ser la pareja ideal de Amar.
Los entrenamientos eran duros, me cansaba fácilmente y los dolores musculares eran el infierno pero la parte más dura era ver a mi bella Amar morirse de aburrimiento en las bancas junto al entrenador, a ella no les gustaba el fútbol, no le gustaba estar en el campo, no le gustaba que yo pasara tan ocupado pero lo que ella no sabía era que todo lo hacía por nosotros. La inocencia de Amar muchas veces me torturaba, por ejemplo cuando después de un entrenamiento me pedía ir a comer un helado, pedía comer pizza, hamburguesas o todo tipo de comidas que estaban fuera de mi menú, me dolía decirle que no, inventar excusas o cambiar de tema, era difícil pero debía mantenerme firme en mi decisión.
Siempre que caminaba con los chicos del equipo me gustaba tener a Amar a mi lado, esa era una forma de afirmar mi dominio sobre ella y también porque me gustaba hacerme a la idea de nuestra imagen como novios, en ese punto ya estaba planeando como pedirselo, a que edad hacerlo, que mes hacerlo, todo los planes se iban formulando en mi mente.
Estar en el equipo me ayudó no solo con mi peso, me ayudó a tener más confianza, los ataques de Liam ya no me afectaba de la misma forma y tampoco eran tan constantes como en la primaria, estar en el mismo equipo había ayudado a mejorar la relación pero no tanto como para ser buenos amigos, claro que no, si había algo que nunca podía ser de ese imbécil era su amigo. En cambio había formado una especial relación con un chico de mi mismo año pero no salón, su nombre se me hacía muy interesante, Maximiliano pero todos le decíamos Max, era un chico divertido y bromista, sabía mucho acerca de la secundaría por sus hermanos mayores que también estaban en el equipo, le gustaba mucho hablar de chicas y fue por eso que al principio surgió un roce entre los dos cuando habló de forma inapropiada al conocer a Amar, luego de explicarle nuestra relación y los planes que tenía con ella supo respetar y mirar hacía otro lado.
Al ser Max un chico más maduro en ciertos temas inculcados por sus hermanos sabía cosas que yo no, por ejemplo: El sexo, mis padre eran unos puritanos, nunca hubiesen sido capaces de hablar de un tema así conmigo en cambio la familia de Max hablaban hasta de más. Un día mientras miraban videos pornograficos a escondidas del entrenador me invitaron a unirme a ellos, pensé muchas cosas antes de hacerlo, si el entrenador venía y nos encontraba le diría a mis padres los cuales hablarían una y otra vez acerca de lo que la gente pensaría, eso era lo único importante para ellos. Después de meditarlo mucho y de la presión social que los demás ponían en mi acepte ver uno, (De esa decisión me arrepentiría el resto de mi vida).
El primer video explotó mi mente, no sabía cómo sentirme ante aquel nuevo descubrimiento y lo que había provocado en mí, como mi anterior adicción a los chocolates que después de comer uno quería otro y así acepte ver otro video. El video no era muy diferente al anterior un hombre desnudo con su miembro erecto y una hermosa mujer que jugaba con el, al quitar mi vista del cuerpo desnudo de la mujer lleve mi mirada a su rostro con el cual sentí una fuerte bofetada al reconocerlo.
—¡La mamá de Amar! —exclamé atrayendo la mirada de todos.
Inmediatamente después de decirlo me arrepentí pero ya no podía hacer nada, todo había iniciado. Los chicos comenzaron a buscar a la señora Delvey en línea, buscaban fotos para comparar, le escribían a los demás para contarle el gran descubrimiento y yo lo único que podía pensar era en mi niña, ahora entendía el comportamiento de rechazo de mis padres y de la comunidad hacia la señora Delvey pero eso no era lo más importante, lo más importante sería en cómo Amar lo iba a tomar.