Lo Desconocido del Reino

Capítulo 8

¡No me lo puedo creer!

¿Qué probabilidades había de encontrarme con este chico una y otra vez?

¿Siempre ha estado aquí en el instituto y yo no me había dado cuenta?

—Señorita Johnson, ¿algo que quiera compartir con la clase?—preguntó el profesor mientras levanté una ceja.

—No, gracias. Cuando me apetezca, le avisaré con antelación—respondí con mi mejor sonrisa.

—No me pagan lo suficiente—bufó mientras retomaba su explicación.

Miré a Jayden, quien también me observaba con interés.

Apresuradamente, apreté los labios y rompí el contacto visual, enfocándome en la clase.

Unos segundos después, por el rabillo del ojo, vi que dejó de mirarme y me imitó volviendo su atención al frente.

Diez segundos después, pude volver a respirar, agradeciendo internamente que aquella incómoda interacción hubiera terminado.

Cuarenta minutos más tarde, la clase finalizó y comencé a guardar mis cosas en el bolso. Noté cómo Jayden se dirigía apresuradamente hacia la salida.

¿Tendré que fingir que no nos conocemos a partir de ahora?

Fue entonces cuando desapareció por la puerta de madera que proseguí mi camino fuera del aula. Al salir, pude ver cómo intentaba esquivar a Amber.

Podía asegurar que ella no estaba en nuestra clase, pero al parecer lo había estado esperando.

— ¡Jayden, espera! —lo llamó para que se detuviera. Esta vez, él cedió a su petición, pero caminé en la dirección opuesta para evitar ser arrastrada a otra incómoda situación con aquel chico.

—¡Dios mío! Esto solo me pasa a mí —murmuré avergonzada. —¿Cómo es que siempre termino encontrándome con ese chico tan raro?

—No soy raro —protestó una voz detrás de mí, y mi cuerpo se tensó. — Soy especial preciosa.

—Especialmente raro —murmuré sin darle la cara, sintiendo el calor en mis mejillas por la vergüenza.

¿No estaba hablando con Amber?

Me giré lentamente para encontrarme cara a cara con Jayden, que tenía una sonrisa arrogante en sus labios.

—¿Así que me has estado llamando raro, eh? —dijo, su voz cargada de diversión.

—Bueno, tal vez si te comportaras de manera un poco menos... extraña, no tendría que llamarte así —respondí, desafiante.

Jayden se acercó.

—Creo que a ti te gusta mi estilo "extraño" —susurró, inclinándose hacia mí.

Mi corazón se aceleró y mi respiración se volvió errática.

¿Gustarme? ¿Él?

Me crucé de brazos, intentando mantener mi postura desafiante.

—No te confundas, Jayden. No soportararía tu actitud creída por más de dos minutos.

Jayden levantó una ceja y frunció los labios en una sonrisa juguetona.

—Apuesto a que cuando nadie está mirando, no puedes evitar sentirte atraída por mí. Después de todo, no soy el único que se gira cuando paso.

Arqueé una ceja, no dispuesta a dejarme intimidar.

—Por supuesto que no me atraes. Te aseguro que todo el mundo se gira para ver a qué locura te dedicas ahora.

Jayden soltó una risa y se acercó aún más, susurrando en mi oído.

—Mentirosa. Puedo sentir cómo te ruborizas cada vez que estoy cerca. No tienes idea del efecto que tienes en mí, Madie.

Me aparté rápidamente, ignorando el nudo en mi estómago. No iba a dejar que él se saliera con la suya.

—No me conoces, Jayden. Y definitivamente no me afectas de ninguna forma. Ahora, si me disculpas, tengo asuntos más importantes que atender.

Le di la espalda y comencé a caminar lejos de él, sintiendo su mirada quemándome la nuca.

¿Quién se cree este chico? ¿Y por qué no puedo sacarlo de mi cabeza?

Jayden gritó mi nombre antes de que pudiera alejarme demasiado.

—¡Madie! ¿Podemos al menos ser amigos?

Me detuve momentáneamente, considerando su propuesta. Luego, con una sonrisa maliciosa, me giré y le guiñé un ojo.

—Amigos... ¿con beneficios, tal vez?

Vi cómo su rostro se llenaba de sorpresa y emoción, y me alejé dejándole con la boca abierta.

Esto va a ser interesante.

—Alumnos, debido a una fuga de gas, no habrá más clases el día de hoy por su seguridad, así que deben desalojar el lugar —anunció una voz por los altavoces.

Está bien, puedo irme, pero justo en el primer día de clases, la suerte está de mi lado. ¡Ahora puedo volver a mi hermosa cama!

Me preocupa tu amor por esa cama.

—¡SOMOS LIBRES, BICHETS!—gritaron a todo pulmón Logan y Jake mientras nos dirigíamos hacia la salida.

— Este día se iluminó con esa gran noticia —dijo Jake emocionado.

—¿La posibilidad de que pudiéramos morir si no se daban cuenta te parece buena? —dijo Skyler frunciendo el ceño ante el comentario de Jake.

Él no pudo ocultar su felicidad y asintió. —Se dieron cuenta a tiempo, así que de una u otra manera, es una buena noticia que nos da un día libre.

Skyler entrecerró los ojos, siendo ella una fanática del estudio a diferencia de nosotros.

—Bueno, Logan, ¿puedes llevarme a mí y a los mellizos? —pregunté poniendo mi mejor cara tierna.

— Ya sabes que no puedo decir que no a esa carita  —respondió resignado mientras me daba un beso fraternal en la frente.

—Madie, tienes que dejar de hacer esa cara, sabes que nunca nos decimos que no, es injusto—se quejó Jake con un puchero.

—Lo que realmente te molesta es que intentaste hacer mi super cara con tu mamá y no funcionó — me burlé haciendo que Logan soltara una risita.

—Pensé que si tú pudiste convencer a mi mamá de que me dejara ir a una fiesta, a pesar de estar castigado, yo también podía.

—Es un poder con el que se nace, no se hace —respondí juguetonamente.

—Bueno, superheroína, busca a los mellizos para irnos de una vez—me apuró Logan rodeando mis hombros con su brazo.

Sonriendo, me separé de Logan y me dirigí hacia la multitud de estudiantes que se dispersaban. Rápidamente localicé a los mellizos, Peter y Gabi, quienes estaban discutiendo sobre cuál de sus amigos tendría la mejor excusa para escaparse de la escuela.




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