Lo mucho que odio amarte

CAPÍTULO 7

Capítulo 7
 

El motivo junto a la argumentación

 

—Bueno, no creí que te dejarían entrar.

 

—El director es mi padre. —Aclaró interrumpiendo— Y mi hermano asiste a tu instituto, tenía que traerle algunas cosas.

 

—Oh, claro. —Hice una pausa acomodando mi mochila— Debo irme. Tengo que tomar el transporte, me están esperando.

 

—¿Quieres almorzar? —Propuso rascando su nuca— Luego puedo dejarte en tu casa.

 

—Debo avisarles a mis padres, ¿Sebastián sabe de esta invitación? 

 

—No y no tiene por qué saberlo. Pero, puedes llamar a tus padres e informarles que iremos a comer. —Mordí mi labio inferior pensando y visualizando mi alrededor. Mauricio aún seguía en la parada, estaba solo, su mirada era gélida y estaba fija en mí y en Miguel— Entonces, ¿qué dices?

 

—Está bien. —Asentí— Los llamaré, ¿me esperas un momento?

 

Me aparté, fingí marcar el número de mi madre y lo pensé. ¿Debería ir solo para ver la reacción de Mauricio? ¿Rechazaría una propuesta tan grande? Lo haría, lo iba a hacer, poniendo como excusa que debía de acompañar a aquella al médico o que ya tenía algún compromiso con mis amigos. ¿Por que? Como dije, no quiero arruinar la amistad que tiene Miguel y mi hermano y, en este preciso instante, el único que me interesa es el chico de la parada que no deja de verme. 

 

—No puedo, había quedado en que acompañaría a mi mamá al médico —respondí volviendo junto a él—. Pero, podrías llevarme hasta mi casa.

 

—No hay problema. Lo dejaremos para otra ocasión. —Sonrió esperando que suba a su moto—. ¿Vamos?

 

Mauricio mantuvo apretada su mandíbula y sus puños a los costados de su cuerpo al ver movimiento. Y de igual modo, me subí a la scooter negra 125, al mismo tiempo que Miguel colocaba un casco sobre mí y el seguro. No sabía por dónde sostenerme, así que coloqué mis manos sobre sus hombros, hasta que se da cuenta y no tarda en llevarlas hasta su cintura. Lo tomé con fuerza y mi rostro dejaba en evidencia lo nerviosa que me sentía. Aquel la encendió y aceleró cuando el motor se lo permitió.

 

—Dentro de dos semanas tendremos campeonato —comentó en el camino—. ¿Tienes planes? Puede que te dejen ir con nosotros.

 

Moví mi boca con desaprobación.

 

—Tengo clases y no conozco a nadie, además de Sebastián y tú.

 

—Ok. 

 

—Trataré, —hablé al fin y no pude verlo, pero supuse que se levantaron las comisuras de sus labios— pero no prometo nada.

 

El chico estaba más que satisfecho.

 

—Gracias por traerme. Nos veremos después.

 

***

 

Eran cerca de las once y media de la noche, hora en la que ya estaba en mi cama durmiendo, pero la notificación de mi celular hizo que me despertara. Como siempre era Lele, me había enviado una historia de Instagram, ocasionando que prosiguiera a verla en plena oscuridad. Cegada por el brillo que emitía la pantalla la abrí y lo peor de todo fue que sin darme cuenta, esa historia era de la persona a la que menos quería nombrar o ver.

 

—¡No, no, no, no…! —Ahogué mi grito de desesperación para que mis padres no me oyeran, apreté el botón de salida al descubrir la cuenta y traté de que no quedara ni rastro allí.

 

Era tarde, el video ya se había reproducido, ya había dejado mi huella, mi visita por su historia y ya no había vuelta atrás. Quise matar a Alejandro por no haberme advertido antes de esto. Mauricio estaba bailando en un boliche, muy contento, demasiado al parecer para mi gusto, pero de alguna forma me demostraba lo contrario. Ah, y estaba pegado con una chica a la cual no conozco en todo el video. Además del enojo por absolutamente todo, mi corazón latía desenfrenado y calmarlo era casi imposible. Jamás, jamás en mi vida me había atrevido a curiosear por sus redes y si lo hacía trataba de ser lo más cuidadosa posible en el suyo o con cualquier otro perfil. Pero, en fin, lo había hecho. 

 

La luz rosada con violeta, y quien sabe que otro color de su círculo de perfil, aún indicaba más publicaciones. Así que admitiendo que aún me daba ganas de descubrir que más se había dignado a publicar, vi las restantes historias, porque ya no tenía sentido que estén ahí y no haga nada al respecto, cuando antes ya había visto una de ellas. La siguiente es una foto sobre mi amado otra vez, mantiene un vaso con su bebida en la mano, solo y en un mejor fondo de la discoteca. Un pequeño enunciado lo acompaña, no es tan directo, pero sí significativo que parece demostrarlo todo. 

 

“Salud. Brindo por ti, insisto, brindemos por esto tan especial y maravilloso que has construido.”  

 

Con todo lo ocurrido últimamente, analizo cada música, cada letra, cada historia, cada escena. Muy bien sé que lo que está haciendo es por indignación, por bronca, sobre todo dolor. Es inaceptable no poder ganar en tu propio juego, lo sé, quién nunca lo ha intentado y ha obtenido lo contrario. Muchas veces hacemos oídos sordos, como si nada nos importara, cuando realmente morimos un poco por dentro cada vez que vemos a quien amamos con alguien más. Y está bien, está bien sentirnos así, porque es ahí en dónde te das cuenta de que eres esa persona, esa a la que nunca podrá comparar con cualquier otra y con lo que solo tú le provocas.

 

***

El martes llegó en menos de lo que canta un gallo y me ha costado levantarme más de lo debido. Sin embargo, lo único que quería era llegar al instituto, sentarme en mi asiento, seguir con mi vida como si no hubiese pasado nada y…

 

 —Acabo de cruzarlo —dijo Lele ingresando al aula con pasos ligeros hasta a mí—. ¿Sabes lo que me dijo? No importa, de todas maneras, te lo diré igual porque no serás capaz de adivinar. Sí y es sobre el incidente de ayer, se dio cuenta de que miraste sus historias. Pero, te he salvado, eso es lo bueno. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.