Lo mucho que odio amarte

CAPÍTULO 19

Capítulo 19

Carta que nunca enviaré a Mauricio

17 de marzo, Entre Ríos, Argentina.

Para: Mauricio Javier Almada.

De: Victoria Abigaíl Sarda.

 

Amado mío:

En enero se cumplió un mes desde que partiste a aquel viaje y no te he vuelto a ver. Déjame decirte que con el pasar de los días, aún me dueles, me duele hablar de ti y saber que no estás ahí. En verdad que cuando lo pienso demasiado, se siente como una tortura que no tiene fin y no me queda de otra que hacerle compañía a la angustia. Y sé muy bien que tal vez mis palabras no serán suficientes, para describir lo mucho que te extraño y lo poco que te sentiré a mi lado en los próximos treinta años o el resto de mi vida.

Todo está solitario últimamente, las cosas ya no son como antes, mi vida a partir de entonces es diferente y en lo absoluto tu sola presencia es lo único que necesito para llenar este maldito lugar. Desde ya que el vacío que dejaste, no solo lo hiciste en nuestros sitios favoritos, también lo has dejado en mi corazón. Porque después de todo si eras importante para mí…

Nuevamente, permíteme resaltar cómo se siente, es un tornado de lamentos en el que busco aunque sea ver tus ojos por una última vez. Es imposible y lo sé. Sin embargo, lo duro es que ahora han pasado tres meses y medio, y sigo sin saber algo de vos. Apenas he logrado ver viejos recuerdos de momentos vividos, con personas que ni siquiera tuve el valor de conocer. 

«Los desconocidos me hablan más que tú, Mauricio».

Tu nombre me vuelve débil, que apenas lo pronuncio entre la multitud. Mi familia y amigos me preguntan qué me ha pasado y si algún día regresaras. No obstante, con mi gran mala suerte, las palabras se quedan estancadas en mi garganta y nunca logran salir. Además, el rotundo «No sé» se volvió cansador para mí y siempre son las mismas respuestas a interrogatorios que no me llevan a ningún lado. Es por eso que, no quiero volver a dónde era feliz, porque entonces todos los lugares me conducirán a ti.

¿Cuánto más tendré que soportarlo? ¿Cuánto más? Cruzaré la puerta cotidianamente con la esperanza de que sea otro de tus errores de los que estás acostumbrado a cometer y que me digas que solo te ha tomado un minuto para arrepentirte de ello. Pero, debes apúrate, porque las ganas de esperar se me están acabando y es a lo que ahora le temo. 

Quiero y a veces no, superar el desastre que has hecho. Y ahora que lo pienso, debí de darte ese último beso, por si no volvía a verte. Debí haberme despedido. Debí hacerlo. Debí darte cada último momento.

 ¿Acaso quieres explicarme qué se siente vivir en soledad? Cuando te fuiste te has llevado todo de mí, cada risa, cada beso, cada canción, cada sonrisa, cada baile, cada primer momento y sobre todo lo mucho que odié amarte. 

En resumen a esta nostálgica carta, quiero darte las gracias, por llegar a mi vida, como bien dije una vez y poner mi mundo de cabeza. Gracias por regalarme un año lleno de emociones, drama, peligro y mucha aventura. Me divertí demasiado. Pero, todo tiene su fin. Todo tiene su fin…

Adiós, Mauricio Javier Almada.

Con amor, Victoria.




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