Char
La lluvia trae consigo una niebla que cubre toda la cancha de futbol, una gran tormenta ha hecho que muchas calles estén cerradas, las actividades extracurriculares han sido canceladas, y muchos de los estudiantes corren rápidamente a sus casas para refugiarse de lo que podrá ser, otra noche llena de tormentas.
Pero el pensamiento de estar en casa encerrada en la oscuridad hace que mis huesos tiemblen, aunque el aula este con la calefacción al máximo. La semana pasó bastante rápido, entre proyectos y exámenes, tareas y algunas charlas para la universidad, me sorprendí cuando mi calendario marca viernes.
Alex me dijo que no saldrían esa noche, las lluvias podrían ponerse feas y no querían arriesgarse ni a lo taxistas que iban a tener que ir a recogerlos.
No le contesté porque realmente no sabría que responder.
—¿Char? ¿No vas a casa?— Jora aparece por la puerta, lleva una gran sudadera que parece de su novio. Le sonrío.
—Estoy esperando que el profesor de literatura me dé mis resultados, dijo que no tardaba.
—¿Quieres que espere contigo?—pregunta preocupada, luego de escuchar y trueno a la lejanía.
Sacudo la cabeza.
—No te preocupes, realmente no tardará, ve a casa, protegete de la lluvia.
Jora asiente, aun con preocupación en su rostro.
—Escribeme cuando llegues a casa ¿si?
Asiento, saludando con mi mano cuando la chica pelirroja sale del aula.
El viento es tan fuerte que las hojas de los árboles caen a mi lado.
El oscuro cielo amenaza con dejarse caer encima, pero de algún modo, la fría y húmeda calle parece un mejor lugar que dentro de esa casa.
Suspiro, viendo la hora en mi celular casi sin batería y empiezo a caminar, hacia el otro lado. Alejandome cada vez más de la casa. Abrazandome a mi misma, tratando de encontrar calor en mi propio cuerpo.
Alex
Abro las cortinas de las puertas corredizas del jardín, queriendo ver la lluvia que cae a mares. Ha caído fuertemente por las últimas horas.
La televisión suena a lo lejos en el salón, reportando todos los desastres que empiezan a salir debido a la tormenta.
Mi celular vibra, mis amigos mandan fotos de como la están pasando en la tormenta, porque cada uno ha decidido disfrutarla de diferentes maneras.
Me río al ver algunas fotos, miro a mi alrededor cuando me piden foto de como la estoy pasando. Pero solo logro ver una gran casa vacía.
Sin ruido más que la tormenta que amenaza con querer tirar la casa.
Me excuso con sus amigos, diciendo que tomaré un baño. Y aunque muchos desean ver eso, los mando al diablo.
Me río mientras subo las escaleras, estoy justo a la mitad cuando el timbre suena.
Un pequeño y distante sonido opacado completamente por el ruido de la lluvia.
Tan lejano que parece como si no hubiera estado ahí.
Pero si estaba. Porque lo escuché una segunda vez.
Aunque no puedo verme, sé que mi cara palideció, porque por alguna razón, la única persona que él puedo pensar que vendría hasta aquí, luego de no haber visto siquiera su mensaje, fue la que espere que no haya sido tan estúpida para hacerlo.
Pero lo es.
Completamente estúpida.
El azul cuerpo de Char tiemblaba tanto que por un segundo pensé que estaba saltando.
—Maldita sea.—la chica abre la boca, pero agarro su congelado brazo y la jalo dentro de la casa antes de dejarla decir nada.
Entro a mi habitación y dejo unas sabanas nuevas, me acerco a la puerta del baño y escucho como una leve melodía sale de él. Sonrío y toco la puerta.
Se escucha un silencio.
—Char, tomate tu tiempo, cuando termines estaré abajo preparado algo de comer. Abrígate bien, en la cama dejé un suéter.
No esperé respuesta antes de salir del cuarto.
Char
Los pasos se escuchan alejándose. Mis ojos se cierran y suspiro, metiendo más mi cuerpo en la gran tina. Alex no le había dado tiempo de explicar nada antes de meterla en esa tina hirviendo. Mi cuerpo no tardó mucho tiempo en llegar a una temperatura normal pero aun así no puedo imaginarme salir de esa bañera nunca. Es tan cálida como si fuera una sabana que me cubre por completo.
Seco mi cabello como puedo, sabiendo que si no lo hago Alex es capaz de subir y secarlo el mismo como había amenazado.
Vi un short pequeño y una camiseta blanca larga. Me cambio rápidamente, saliendo del baño, viendo como ha dejado la cama ordenada para dormir, con sabanas nuevas y todos.
Me pongo en gran suéter encima y me deleito con el leve olor de colonia.
Salgo del cuatro y sigo el sonido de platos y cubiertos hasta llegar a la cocina.
Alex esta dándome la espalda, cocina con una habilidad que sorprendería.
—Quemabas los waffles antes.—mi voz hace que el chico se sobresalte, voltea a verme, y me analiza por completo, es hasta que está satisfecho con mi cabello seco, mi color de piel, que según él estaba azul, y mi vestimenta es que asiente.
—Era tu hermano el que los quemaba si recuerdo bien.—dice y voltea a verme, esperando una reacción ante la mención de mi hermano, luego de todas mis reacciones antes su mención.
Pero le regalo una sonrisa triste, me acerco a el.
—Huele bien.—el chico está mezclando una salsa roja.
—¿Quieres probar?—pregunta y asiento. Antes que la cuchara de madera se acerque a mí, él la acerca a su boca, y sopla delicadamente.
La acerca a mi pero la detiene.
—¿No eres alérgica a nada verdad?—sus ojos miran mi rostro y me pregunto si está recordando el pasado, como le pasaba a ella tan a menudo.
Niego con la cabeza sonriendo antes de acercar mi boca a la cuchara, probando.
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Editado: 06.03.2024