Char
El ruido de los pasillos es más fuerte una vez los estudiantes salen de sus clases.
Ha pasado una semana y media desde que Alex llegó a mi casa.
Una semana y media exacta desde su cumpleaños
Fue dos días después, cuando mi ira y mi tristeza por lo sucedido se desvaneció que recordé que arruiné completamente su cumpleaños. Le prometí un regalo, le prometí un buen día para recordar, pero yo fui la que no hizo nada por él, más que enojarme con él por estar ahí para mí.
Siendo la única persona, en mucho tiempo en estarlo.
Pero el miedo que lo haya arruinado me ha dejado paralizada, tantas veces, delante de su puerta.
Miro la vitrina llena de premios delante de mí, veo la foto justo en medio.
La hermosa sonrisa de Alex no ha cambiado con los años. Me obligo a verlo solo a él, levantando un trofeo, y no a mi hermano, que esta a su lado, igual de contento.
Tan contento.
Veo como el carro de mi padre se parquea, veo como sale del auto y entra en la casa dando un portazo, espero media hora, hasta que la luz de su cuarto se apaga cuando empiezo a caminar hacia la verja.
Me la salto con cuidado de no hacer ruido. Subo hacia mi ventana, con una escalera escondida bajo la maleza, entro a mi cuarto, corro a la puerta cerciorándose que esta cerrada aretes de suspirar con alivio.
Veo mi cuarto vacío, con solo poca ropa que no pudo agarrar por su ataque de rabia.
Veo mi deshecha cama y me dirijo hacia ella para acurrucarme contra la única almohada aun disponible.
Antes que el sueño me gane, pongo una alarma lo suficientemente temprano como para tener tiempo suficiente para salir de casa antes que mi padre nota que me he quedado a dormir.
Alex
—Lo sé, sé que necesito llevar todo eso, no me presiones, solo me falta comprar eso para tener todo listo. ¡Lo sé, basta Mosi, voy a colgar!—cuelgo la llamada suspirando, agarro mi billetera y las llaves del auto antes de correr hacia la puerta.
Abro la puerta y salgo, dándome la vuelta para cerrarla.
Cuando me doy cuenta me choco con un pequeño cuerpo.
Soy lo suficientemente rápido como para estabilizarnos a ambos antes que caigamos.
Mis ojos se cierran por el susto, bajo la mirada y me quedo quieto al reconocer la pequeña cabeza.
Los ojos de Char me observan nerviosos, cuando se separa un poco de mí.
—¿Estas por salir?—sus palabras me dejan sin habla, su pequeña sonrisa, el tambaleo de sus piernas y el movimiento de sus manos me indica que está nerviosa, pero plantear lo obvio es lo único que logra decir.
—Tengo que comprar unas cosas.
Casi tres semanas, otra vez.
Casi tres semanas desde que la vi tirada frente a su casa, completamente empapada, llorando tras la violencia de su padre.
No ha habido mensajes, no han habido llamadas.
Nada. Por más que la he buscado, como la última vez, ella tiene un talento para desaparecer cuando quiere.
Char asiente, noto como traga saliva, voltea a verme tras suspirar.
—Quería disculpame...
—No tienes por qué.—mis cortantes palabras la paran.
Preocupación aparece en los ojos de la pelinegra.
—Alex, realmente quería disculparme contigo yo no actúe como debí y....
—Char.—suspiro, parándola nuevamente, no sintiéndome listo para lo que sea que esta conversación va a traer consigo.— Por favor, basta, entendí para qué me necesitas, entendí para que es lo que me quieres, entiendo. Pusiste una línea y no la vi, pero ahora la veo. No volveré a cruzarla.
Los ojos de Char me analizan, rezo para que sus ojos sigan en los míos, no en mis blancos nudillos que amenazan con romper el llavero en las llaves de mi auto.
Char baja la mirada, mira sus manos y ahí noto que tiene una caja.
—Yo... Queria darte tu regalo.—mis ojos se abren con sorpresa. Sus ojos me miran con dolor y con pena.—Sé que es tarde, sé que no pudimos celebrar tu cumpleaños como quería pero... Queria dártelo.
—No tenías por qué.—una pequeña sonrisa triste aparece en su rostro.
Y no sé cómo no me he pegado la cabeza con la pared.
¿Que si ella solo me quiere para salir? ¿Que si la única manera que tengo para estar cerca de ella es cuando ella necesita huir?
El solo hecho de estar junto a ella debería de ser suficiente para mi
Así que ¿por qué? ¿Por qué mi corazón se niega a aceptar solo eso de ella?
Porque quiero todo de ella.
Es por eso.
Lo sé bien, mi corazón también.
No quiero ser solo su escape, quiero ser también su refugio, quiero ser la maldita casa entera.
Quiero que ella lo quiera también.
Char asiente, convenciéndose de una conversación interna.
—Entiendo, en serio lo lamento mucho Alex, te agradezco por preocuparte por mí.—dice, Char se agacha, dejando la caja en el suelo.
Mi cuerpo se tensa. La chica me mira una última vez antes de darse la vuelta.
—¿Qué pasó con tu hermano Char?
La pelinegra se petrifica, sus hombros se tensan y deja de respirar, como si le hubiera dado un golpe en el estómago.
Mi corazón empieza a palpitar.
Responde Char, responde. Ábrete conmigo, necesito saber que tú lo harás. Necesito saber si esto tiene un futuro.
Se da la vuelta, me mira con dolor. Entiende mi bala verbal, ella sabe que sé que es un tema delicado. Al decirlo sin ninguna preocupación.
Idiota, idiota. No necesitas saberlo
—¿Por qué...?
—Mis padres... Mis padres te amaban Char, mis padres amaban a tu hermano, nos amaban a los tres juntos. Ellos...—mis palabras se cortan, mi mano va a mi pecho, queriendo eliminar esa presión dentro de él, me acerco un poco a ella.—Ellos creían que después del colegio íbamos a seguir juntos, yo lo creí también pero Dan...
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Editado: 06.03.2024