CAPITULO 3
El nuevo sol ya había entrado a la tierra; Kaira avanzaba por los pasillos en busca de una salida; tenía el firme propósito de ir a cabalgar en su caballo que no era en el que había llegado, sino el que se ofreciera junto con el presente a disposición del rey. Parecía que una vez más estaba perdida, “he de pedirle a Vera que se aprenda cada lugar en el castillo y que luego me lo enseñe” pensó; de pronto escuchó voces
-toda la noche y no se consiguió mucho, realmente nada
Era su esposo, ya conocía su voz; Kaira continuó y al dar la vuelta en una esquina, se encontró de frente con el rey y con el primer general, ella disimuló muy bien el efecto, que la visión de su esposo le causaba, aunque no pudo evitar un sonrojo recordando el grado de intimidad al que habían llegado la noche anterior en sus aposentos; ellos se detuvieron en el acto tan pronto la vieron; Carix vio por el rabillo del ojo que a su amigo le era placentero ver a su esposa, lo delataba el brillo de su mirada, así que puso cara de complacencia
-¡mi señora! – Dijo Carix poniendo una sonrisa coqueta en su rostro e inclinándose – luce usted maravillosamente con la llegada del nuevo sol
Extendió la mano y tomo los dedos de la mano de Kaira haciéndole un disimulado guiño, hacía que le daba un beso; ella entendió la estrategia de Carix y sonrió aunque con cierta reticencia, no estaba muy convencida de que eso fuera a funcionar
- gracias general, es muy amable de su parte
- ¿Qué la trae por estos pasillos mi señora? – preguntó Vardem acercándose
- verá, mi señor; ando en busca de una salida adecuada para ir a los establos a cabalgar; claro, si eso está permitido
- por supuesto, señora, siga por aquí, ya estoy con usted, yo mismo la acompañaré
Kaira hizo una reverencia y se alejó de los dos hombres que la observaron un momento, luego el rey se volvió a su amigo
-¿Qué te propones? ¿Acaso quieres seducir a mi esposa?
- te recuerdo querido amigo, que la vas a repudiar; sabes que esa es la peor humillación para cualquier mujer, bueno eso y no poder concebir; insisto en que ella no se merece ese trato; en fin, quedará libre en unos cuantos soles y cualquier hombre se sentiría honrado de hacerla su esposa
- ¿tú lo harías?
- me lo estoy diciendo a cada minuto que pasa, es muy hermosa y valiente; tiene muchas cualidades, y te aseguro querido amigo, que yo no esperaría a la noche para consumar mi matrimonio
- ¡guarda silencio Carix! últimamente juegas mucho con nuestra amistad, la estas poniendo en riesgo, yo podría considerar esto como traición
- no veo porque, a ti ella no te importa; recuerda que yo conozco tus intenciones, es más, pido tu permiso para hacerme su amigo y de esta manera poder extenderle mi brazo cuando la destruyas
- de ninguna manera, no te harás su amigo, ni con esa ni con otra excusa – Vardem se alejó más que enfadado, se sentía extraño, incluso posesivo – y no la pienso destruir
Carix permaneció en el pasillo por unos segundos sonriendo, se dijo que todo había salido mucho mejor de lo que él esperaba; luego fue a sus aposentos.
Vardem fue en la dirección que le indicara a Kaira y le dio alcance en poco tiempo, le tomó la mano y se la llevó a los labios depositando un suave beso en su muñeca, luego se la envolvió en el brazo y avanzaron, sin darse cuenta cada uno sonrió para sí mismo. La noche anterior, Vardem se sorprendió de su propia actitud, mientras intentaban interrogar a algunos de los prisioneros, se descubría distraído de cuando en cuando y su mente lo llevaba una y otra vez hasta su esposa, sería tan sencillo y prometedoramente placentero quedarse con ella, tomarla y olvidarse de sus bien trazados planes. Retornó al presente y preguntó
- dígame señora ¿está a gusto en el castillo? ¿Le gustan sus aposentos?
- estoy a gusto mi señor, y mis aposentos son muy hermosos; el único inconveniente que he tenido, es que todavía no me ubico, es la segunda vez que me pierdo en los corredores
- la llevaré a recorrer el castillo ¿le parece bien?
- no quiero molestar, mi señor
- no molesta, esta tarde cuando lleguemos de la muralla podemos dar ese paseo por el castillo
- ¿Quiénes irán a la muralla? – él se volvió hacia ella deteniendo la marcha por breves instantes
- estaba pensando que tal vez le gustaría ir conmigo, claro con la ropa adecuada, dijo Dalfon que usted la tiene