La vida de los jóvenes suele ser más complicada que las de adulto, ya que en esta etapa se es inexperto, además que cada situación se vive con más intensidad. Por eso cuando las cosas te golpean, te duele más y cuesta sobreponerse, o simplemente estás asustado a volar y caerte, y te pierdes de gozar.
Todo en la vida es un riesgo, y aunque duelan las decepciones son de importancia, ya que estas son parte de la formación como persona, son estas las que te brindan madurez. Además, es de sumo interés saber que, sin una ayuda o guía no se llega a ningún lugar bueno.
Para entender mejor conozcamos la vida de nuestros personajes, donde podemos ver estigmas de vidas completamente distintas. Primero está, Josh Gonzales, un joven de 17 años de edad, sus orígenes eran de una familia creyente cristiana, durante su niñez había asistido a la iglesia con regularidad junto a sus padres, pero a medida que llegaba a la adolescencia, se apartaba de lo que creían sus progenitores, pero sin perder la esencia. Él era el hijo mayor, tenía dos hermanitas menores las cuales cuidaba mucho y a diferencia de él, no permitía que ellas desistieran de acompañar a sus padres. Sus amigos influyeron en su cambio, lo instaron a ir de fiestas, lo que a él le fascinó. Sus padres le aconsejaban, pero él alegaba que quería disfrutar de su juventud.
- Pero hijo, eso no te lleva a nada bueno –le dijo el señor Gonzales.
- Papá todo está bien, voy en el penúltimo grado, quiero divertirme, después no quiero lamentarme que desperdicié mi juventud.
- Servirle al Señor, no es desperdiciar tu juventud.
- No es que lo sea… –se quedó pensativo– papá, solo se es joven una vez.
- Yo, solo te digo, ya estás grandecito para que comprendas lo que te conviene, por mi parte, siempre oro por ti, para que te des cuenta que te estás equivocando.
- Si papá, gracias.
Josh, no es que fuera un mal chico ante la perspectiva humana, era bien despierto, de mucha amabilidad, era del tipo de persona que escuchaba, no se exaltaba con facilidad y era muy respetuoso, debido a la crianza de sus padres. Además, Josh, tenía la virtud de ser bien parecido, aunque no despampanante, cabello negro, piel canela, ojos marrones oscuros, de mirar apacible, alto y como gustaba del deporte (jugaba al futbol) poseía buena complexión corporal.
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Ahora conozcamos a Kelling Gadea, a sus 17 años era una chica tímida, su familia era cristiana y a diferencia de, Josh, Kelling, adoraba ir a la iglesia con sus padres. Era hija única, pero fue que al momento de su nacimiento, su madre tuvo demasiadas complicaciones y los médicos le advirtieron que en un segundo embarazo se varia peor, que hasta podría perder la vida, así que, Virginia (la mamá de Kelling), se operó quedando así, Kelling, como única, lo que la chica lamentaba deseaba un hermano o hermana, además, tenía de conocimiento que sus padres habían deseado otro hijo, pero que ya ni modo, esa había sido la voluntad de Dios.
Kelling, al igual que, Josh, estaba cursando el penúltimo grado, era una chica bastante inteligente, pero muy retraída, era baja de ojos negros, de mirar distraído, cabellos rizos, piel morena clara, usaba anteojos y ropa no a su medida, casi siempre dos tallas más, a pesar de su actitud poseía muchas amistades. Los padres de ella estaban muy orgullosos, siempre les felicitaban por la tranquilidad que emanaba de Kelling y de sus buenas calificaciones.
Sin embargo ambos chicos ni siquiera imaginaban que algún día se cruzarían, ni siquiera sabían si el otro existía. No vivían cerca, no estudiaban en el mismo colegio, nada. Vidas totalmente ajenas a la otra.
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amor y desamor, sufrimiento y lucha, amor incondicional y felicidad
Editado: 02.10.2020