El tiempo empezó a correr así llegaron a inicios del segundo semestre del año corriente, Josh mejoró su amistad con Víctor, salían muy a menudo incluso más que con sus viejos amigos, lo hacía ya que a Víctor no le parecía incomodarle la presencia de su novia, en cambio sabía que a sus viejos amigos sí. Habían quedado en ir a dar una vuelta al mirador, por lo que los tres jóvenes antes de entrar a este hicieron una parada en la pizzería para comer algo.
Pidieron una familiar hawaiana, la chica fue la primera en tomar un trozo presidida de los dos jóvenes.
- Me dijeron que vendrá un grupo de rock, estarán dando concierto en la plaza de colores –soltó, Susana– seguro estará buenísimo.
- En lo personal a mí no me gusta la música rock, solo escucho ruido y es un ruido molesto –musitó, Josh con una sonrisa, en tanto su novia lo reparaba con ojos aburridos.
- A mí sí me gusta, es música para soltarte la adrenalina –opinó, Víctor.
- ¿Verdad que sí? –soltó, Susana sonriendo– es muy buena.
- Claro que sí, pero todo depende de gustos.
- Si, claro –dijo pasando la mirada por su novio.
- Por su puesto, cada cual, con su gusto, prefiero la música tranquila.
- Claro, tus raíces te tienen atrapado, en tanto, no dejaras de pensar así.
- El cristianismo no es malo.
- Sí, pero para mí es algo arcaico.
- Eso mismo le digo yo –convino, Reyes con, Víctor.
- Para mí no, es algo que trasciende el tiempo… pero…
- No te entiendo, si no caminas como ellos, es lo que ellos llaman cristinos.
- Mmmm… no es así –dijo Josh con cara triste y riendo – no soy nada más que un cabro, una oveja perdida. A lo que le llaman cristinos es a los que viven de apariencia, es decir una doble vida.
- Entonces, si no lo eres deja eso de lado de una buena vez –dijo Víctor analizándole el semblante– mmm… ya veo, tú quieres volver ahí.
- No te niego que me da nostalgia, mi esencia está allí.
- Por esos motivos eres tan infantil –inquirió, Susana con tono agrio– eso es para los viejos no para los jóvenes, a nosotros lo que nos compete es divertirnos –soltó muy sonriente y Víctor acompañó esa sonrisa.
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John, acompañaba a Celeste a hacer unos trámites, Celeste andaba sacando su récord de policía pues estaba empeñada en conseguir empleo, luego pasaron por un cyber sacando unas impresiones del curriculum, copias a las cartas de recomendación y a todo el papeleo pertinente. Luego abordaron en un taxi, cuando iban cerca de la casa de la cual cuidaba John.
- Celeste, necesito pasar buscando unas cosas, ¿me acompañas? –preguntó el joven de lo más natural.
Celeste, se lo quedó reparando otra vez la voz de su razón le hablaba, pero nuevamente decidió aceptar. El taxi se detuvo frente a la casa, el joven pagó y otra vez se introdujeron a la casa, ella se quedó sentada en la sala en tanto él se introdujo al cuarto a buscar lo que había dicho.
Unos minutos después él llegó con unos objetos los puso en una mesa cercana, para luego dirigir su vista hacía la muchacha que se notaba un tanto nerviosa.
- No encuentro la llave de media –soltó.
- Ya… ¿ya la buscaste bien?
- No lo sé… ¿me ayudas?
La chica alzó los ojos hasta los del joven, el corazón empezó a palpitarle, le miraba tranquilo – ¿será que soy yo la que estoy haciendo el drama? – se preguntó mentalmente – no, yo sé que no, mamá ya me ha advertido las manías de los hombres… ¿qué hago? – la joven empezó a jugar con las manos.
- ¿Y? –insistió el joven– es para no dilatarnos.
- Si.
Los chicos se pusieron de pies, encaminándose hacia el cuarto, iniciaron la búsqueda, en una de esas la chica debajo de unos cuadernos encontró el objeto perdido volteó hacía su novio para mostrárselo.
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amor y desamor, sufrimiento y lucha, amor incondicional y felicidad
Editado: 02.10.2020