Los meses siguieron pasando uno tras otro, hasta que llegaron a la primera evaluación, los jóvenes estudiantes estaban muy concentrados en sus hojas. Kelling Gadea miró a su alrededor y la puerta, pues Verónica no había llegado, sin embargo, el tiempo apremiaba y había que apurarse para resolver su examen.
Después de media hora la joven se puso en pie, entregó su examen y salió al pasillo a esperar a Ginger. Unos minutos después vio salir a una joven (Kelling Hernán) de talle bastante delgado sentarse en unas sillas más alejadas, en unos minutos, Sánchez hizo presencia sentándose junto a Gadea.
- ¿Cómo crees que saliste? –inquirió Ginger.
- Pues creo que bien… ¿Y tú?
- Pues creo que igual. Qué raro que Verónica no haya venido.
- Sí, quien sabe lo que le pasó.
Por otro lado, la pareja salió del aula encaminándose hacia Hernán, se sentaron junto a ella.
- ¿Cómo saliste? –preguntó Celeste.
- Más o menos, pues medio estudié ¿y ustedes?
- Yo también, pero no estaba tan difícil.
- Ya verán que saldremos bien –soltó John despreocupado, aunque él siempre era así.
- Lo bueno que el otro examen es el de contabilidad que, es después de la hora del almuerzo –dijo Celeste.
- Sí, podremos repasar durante la hora del almuerzo –refirió Hernán.
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Josh salía a su hora de almuerzo, fue a buscar a René a la facultad de derecho, de entre el tumulto lo vio aparecer, su amigo le agitó la mano. Ambos se encaminaron al comedor para almorzar tranquilamente.
- El domingo pasado no viniste, le pregunté a Pedro, pero me dijo que no viniste –dijo Somarriba (René)
- Sí, es que a veces debo ir al trabajo, sobre todo por un problema que se dio en la ferretería.
- Otra vez.
- Más o menos, eran unas entregas.
- Valla desde la pérdida de aquellas famosas llaves todo se complicó allí.
- Pues sí, desde entonces, Rafael Ramírez se volvió muy desconfiado.
- En parte tiene razón.
La mesera le llevó el plato del día y ellos le dieron el primer bocado, el día era un poco caluroso, aunque ya estaban acostumbrados, pues solo para fin e inicio de año es que el clima mejora para los residentes de la capital.
- Me alegro notar que ha mejorado en tu actitud –dijo René.
- No ha sido fácil, pero la vida hay que continuarla, pero les agradezco a ustedes, me han ayudado bastante.
- Para eso estamos los amigos, Josh.
- Pero no te voy a mentir, a pesar que han pasado varios meses no lo he superado del todo.
- Lo mejor es que has vuelto a llegar a la iglesia, aunque todavía no te has atrevido a reconciliar.
- Todo al suave, René.
****
El domingo llegó nuevamente sin contratiempos, Kelling Gadea estaba junto a Ginger y Verónica que reapareció, estaban en los cinco minutos en que se dividían las clases, Verónica les estaba dando no una muy buena noticia.
- No crees que es una noticia muy apresurada –refirió Ginger.
- No, está decidió. Además, aquí no contribuyen, me dijeron que por ser un asunto de trabajo no me exoneran del cobro de reprogramación para los exámenes, son diez dólares por cada uno y pues más la mensualidad se me hace mucho, mejor me retiro –decía Verónica.
- A mí tampoco me parece que sea buena idea tu retiro, pero claro, yo no conozco con exactitud tus motivos y nadie más que tu sabe el por qué – decía Kelling.
- Así es, me voy. Adiós chicas.
- Suerte, que te vaya bien.
Los jóvenes ya estaban entrando a la sección, John estaba de lo más hablantín con Antonio, hablando de fútbol y del anime Dragón-Ball súper, parecían un par de niños, emocionados.
- Y viste a Goku, ya logró la fase donde se pone rosado –dijo John.
- Sí, Vegeta también –riéndose– esos dos son todo un caso.
Celeste les lanzó una media mirada para regresarla a su cuaderno –los que se pasan son ustedes, hablando tonterías– pensó Madariaga. Después se volvió a Kelling Hernán.
- ¿Hiciste la tarea? –le preguntó.
- Sí ¿y tú?
- También, enseña.
Kelling le pasó su cuaderno, el cual, Madariaga tomó para comparar ambas tareas. Un par de jóvenes entró al aula, eran Ginger y Kelling Gadea, se sentaron en las primeras filas, donde sus bolsos habían quedado al instante de salir un momento para hablar con Verónica. Gadea empezó a buscar en su bolso y extrajo una carpeta donde sacó unos dibujos que se los empezó a enseñar a Ginger.
- Está bastante bonito –soltó Ginger– la verdad está bastante bueno.
Aquella oración fue escuchada por, Hernán que se inclinó un poco para humear de lo que hablaba y al ver el dibujo, quiso curiosear con mayor precisión.
- Oye se ve bonito –dijo Hernán– ¿puedo verlo? –preguntó dirigiéndose a Gadea.
- Sí.
Ginger le pasó la hoja, la cual fue atrapada al instante por las manos de la joven que contempló el dibujo con cuidado, le pareció bastante bonito, aunque no es que fuese la gran cosa.
- Mira Celeste –pasándoselo a la mencionada. La cual lo tomó también en sus manos.
- Está bonito –convino Maradiaga– ¿tú lo hiciste?
- Sí, muchas gracias –agradeció Gadea.
La hoja fue de vuelta al momento que la profesora de Redacción Técnica hizo presencia.
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Eran las cinco de la tarde todos los estudiantes salían sin cesar y los tres amigos caminaban con total lentitud hasta la parada de autobuses, Alfonso iba con su camisa de vestir por fuera de su pantalón jean color azul, en tanto Josh se acomodaba la mochila a su espalda.
- Voy a estudiar los sábados –soltó Gonzales.
- ¿Te vas a salir de los domingos? –preguntó René.
- No, es decir, estudiaré otra cosa más. Ayer estuve platicando con Marcos y me dijo que iba a iniciar su curso de mecánica avanzada y pues que también había de la general.
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Editado: 02.10.2020