Lo que el destino unió

Capítulo 8

Austin

—¿¡Comó es posible que ese trio me haya convencido para dejarles mi auto!? —exclamó Logan, quien iba caminando de un lado a otro mientras se sujetaba la cabeza, en señal de frustración.

—No lo sé —le respondí con sinceridad, entretanto hacía todo lo posible por contener la risa. No pudo creer que tres adolescentes hayan logrado convencerlo—, pero que más te da que tus hermanas te hayan pedido el coche, dudo que les pase algo.

—¡Pues el problema es que Chel es quien conduce, y a ella le fascina la adrenalina! —grito en el momento que se detuvo al lado de mi Ferrari, negro—. ¿Me vas dejar conducirlo plis?

—Ni de coña —alce un poco la voz. Por suerte en ese instante aún nos encontrábamos en el estacionamiento del restaurante—, nadie tocara a mi bebé y mucho menos en el estado de alteración que tienes.

 

Estacione el Ferrari en el garaje, de mi “casa” si es que se le puede llamar así, porque siendo sinceros mis padres tienen una mansión en la que pasan poco tiempo. Bajamos del deportivo, emprendí el camino hacia la puerta de entrada a la cocina —el garaje es muy amplio; contando que tiene una colección de coches clásicos, los cuales les pertenecen a mis padres, y los deportivos, que son mi punto débil igual que mi hermana—.

Salí rápido de la cocina para irme a la recamara y al fin poder deshacerme de esta tortura, mejor conocida como smoking, siendo sincero el smoking aparte de ser incómodos, la corbata es una maldita tortura; es como sentir que te tienen del cuello y que no deja que el aire fluya con naturalidad —al menos eso es lo que yo siento cada vez que me pongo uno—.

Una vez estuve dentro de la recamara empecé a despojarme del traje y lo iba colocando en la percha en la que antes estaba. Del closet saque unos pantalones vaqueros y una camisa color aqua de manga corta.

—Gracias por esperarme, eh —la voz de Logan sonaba molesta, pero no sabía el por qué.

—¿De qué me hablas? —le pregunté confundido— Que yo sepa tu estabas detrás de mi —le expliqué mientras acababa de abrocharme la camisa.

—¡Pues no! Me quedé contemplando el último deportivo que habéis añadido a la colección.

—Lo siento vale —le pedí disculpas—, tenía la inmensa necesidad de liberarme del maldito traje y más de la corbata.

 

—Austin, ¿estás seguro de que quieres volver a verlos a todos? —preguntó con mucha cautela.

—Siendo sincero, no tengo problema con ninguno de ellos; a excepción de aquel que decía ser unos de mis amigos —la palabra “amigo” le quedaba grande y tampoco se la merecía.

«Es mejor olvidar y alejarse de las personas que te arruinan la vida y más si una vez confiaste en esa persona». Es lo que yo hice, me alejé de todos, incluso de las personas que nunca me fallaron —solo porque él estaba ahí y no quería ni que se me acercara, después de lo que hizo—.

Entramos en el garaje e íbamos mirando cuál de todos los autos sería el que utilizaríamos esa noche, para ir a la “pequeña” reunión que había organizado unos de mis amigos. Y conociéndolo como lo hago intuí que de seguro hará una de las suyas; e involucrará las carreras y dinero de por medio.

—Podemos ir en este —sugirió señalando el Zenvo ST1, color azul capri.

Entramos al Blue Diamond, sin hacer la cola —que a decir verdad era muy larga, más porque es uno de los club’s que se habían inaugurado recientemente y estaba situado uno de los mejores barrios— porque Kyle, nuestro amigo, le había entregado una pase de oro el cual servía para que los de seguridad te dejarán entrar y tener barra libre toda la noche.

Era la primera vez que venía al Blue Diamond, no podía negar que me encantaba pero no era un sitio al que vendría, solo por el hecho de que me prometí no volver a lo que era antes una persona de la cual no estoy orgulloso, lo he de admitir. Era un joven que iba siempre de fiesta y al que ninguna mujer se le resistía, por eso iba de cama en cama, solo estaba buscando una cosa de aquellas chicas; sexo. Pero la noche en la que me tope con aquella chica, todo cambió; con todo me refiero hasta con las personas que me juntaba, hasta me centré en mis estudios.

Esta vez acepte venir porque, Kyle, no me dejaba en paz hasta que consiguió lo que quería; que volviera a reunir con los del grupo para una “pequeña” reunión.

Cruzamos la pista entera para poder acceder al pasillo que nos conduciría hasta la zona VIP, para mi sorpresa nos tocaba subir las escaleras que buen «Que gran persona es, al menos nos podía haber avisado que la zona VIP estaba situada en el último piso y que el ascensor se encontraba averiado». No sé cuantas escaleras subimos, pero si estoy segura que fueron más de cuarenta, la música se podía escuchar antes de llegar.

Una vez ya estuvimos ahí, pusimos divisar a Kyle sentado en uno de los sillones de cuero blanco, con dos chicas a su lado —cabe decir que ambas eran lindas, pero eran totalmente opuesta. Una era morena y de pelo lacio, mientras que la que se encontraba a su derecha era rubia, con el pelo hasta los hombros y muy delgada—, fue un poco incomodo presenciar como se liaba con ambas chicas y ninguna se quejaba.

No sé ni como notó nuestra presencia, pero cuando lo hizo les ordenó a ambas chicas que se fueran.

—¡Al fin, el amigo pródigo ha vuelto con su familia! —exclamó Kyle, dándome un fuerte abrazo, luego posó su mirada en Logan y siguió hablando—. De ti no puedo decir nada, te he visto alguna que otra vez en las carreras y ni te has dignado a hablar conmigo —manifestó con una notable molestia en su voz—, como se nota que sois cortados por la misma tijera.

Una de las meseras se nos acercó y nos extendió unos chupitos —los cuales rechace y para Kyle, esa acción lo sorprendió—.

—Nunca pensé que te vería rechazando algo que contuviera alcohol —no disimulaba en nada la sorpresa que se había llevado, pero de todas formas lo entendía.



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En el texto hay: destino, romance, carrerasilegales

Editado: 14.02.2023

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