Loki de Asgard era un problema para Laufey, ese mocoso era el escudo que protegía el reinado corrupto de Odín, si bien Thor era el más fuerte físicamente y llevaba entre sus manos el poder del Trueno, Loki era la mente maestra tras el poder, era el estratega, era el cerebro de la fuerza bruta, Laufey sabía que, para derrotar a Asgard, debía quebrar a Loki.
A los planes de Laufey se unió Amora, ella con su infinita obsesión por Thor vio en Loki un rival de cuidado. Thor lo vería con amor al correr el tiempo, se enamorarían y lo haría su reina, si ella no actuaba rápidamente, por eso el deseo de Laufey llegó a tiempo para que ella cambiara ese futuro. De esa manera se fraguó el plan inicial de destruir a Loki.
Amora había tenido un enfrentamiento con los defensores de un insignificante planeta, el hombre rubio, le serviría para sus planes, pues pensaba que podría engañar a Loki para que creyera que era Thor. Solo necesitaba un poco de suerte y una flor, muy especial, una flor que podía embrutecer los sentidos de cualquier hombre, sin importar lo fuerte que fuera.
Loki leía tranquilamente cuando sintió algo, un frío desconocido que le quemaba la piel, pero no era desagradable, era extraño, su piel se tornó rara, su cuerpo, eso lo distrajo por lo cual lo tomaron por sorpresa al sentir un golpe sordo en su cabeza, cayó en la inconsciencia.
Steve Rogers corría como era su costumbre, pero algo llamo su atención, al otro lado de una vía para bicicletas, estaba esa mujer rubia a la que se habían enfrentado hace poco y había huido. Pero al pasar algunas personas en sus respectivas bicicletas la perdió de vista, todo fue rápido, ni siquiera estaba seguro de que hubiera estado allí o simplemente el cansancio le había hecho una mala jugada.
Prefirió no pensar en esto y siguió con su carrera, pero esta vez a un trote relajado, pero aun así se dio cuenta de que algo estaba muy mal. Conforme avanzaba una niebla densa cubría los árboles, el día daba paso a la noche de una manera vertiginosa, pero siguió caminando. La bruma se fue despejando lentamente, pero eso no era ni de cerca Central Park, era un bosque en toda regla, a la lejanía se veían montañas, pero el camino que estaba siguiendo estaba bordeado de flores de color rojo.
Justo en medio de estas flores había una oscura figura derrumbada, parecía estar desmayado, así que el Capitán corrió a auxiliarlo, era un hombre, su piel blanca estaba manchada de Sangre que escurría de su frente, el rostro era casi imposible de describir, bordeado por cabello tan negro como una noche sin estrellas. Steve sacudió la cabeza, ¿acaso estaba enloqueciendo? El muchacho en sus brazos necesitaba ayuda y él estaba fantaseando con hacerle cosas para nada de acuerdo a lo que el respetable emblema de la rectitud, debía de pensar.
Loki gimió de manera dolorosa, pero al abrir los ojos solo podía ver aquellos preciosos ojos azules, tan claros como el cielo, tan llenos de preocupación, por un momento pensó en Thor, pero sabía que no era él, el toque sobre su cuerpo era gentil, Thor era su hermano, pero era una bestia sin suavidad o calma, además esos ojos no eran cono los de su hermano, los de Thor eran de un intenso azul, desbordantes, chispeantes de poder. Estos ojos eran azul del cielo, con trazos ligeros de gris crepuscular, como una tormenta contenida, un huracán que destruiría a su paso, si llegaba a liberarse.
La mano de Loki llegó a la nuca, lo atrajo a su boca para fundirse en un beso, el calor le amenazaba, su cuerpo exigía satisfacción, trato de razonar, no era lógico que pasara aquello, su mente racional, poco a poco se debilitaba, las flores brillaron desprendiendo más esporas, urgiendo ambos cuerpos a tomarse a bañarse en las turbias aguas de lujuria que despertaban.
—Lustens Blomster...– susurró Loki con su último trozo de cordura.
Steve no estaba seguro exactamente lo que estaba pasando, solo sabía que sentía que se quemaba y derretía en sus deseos más bajos, tomo a aquel hombre de mil maneras distintas, pero a pesar de su propia necesidad, fue gentil, dilatando su virgen entrada, fue lento, mientras lo penetraba, se contuvo de arremeter contra ese pálido cuerpo que gemía y se consumía a la par del suyo.
Entró en el muchacho lentamente, se ganó a pulso cada centímetro de piel, conquisto cada parte de ese cuerpo, cubriéndolo de besos y marcas, robando besos, exigiendo su delirio, tomando todo de Loki. Bebiendo su sudor, su agotamiento.
Loki se corrió tantas veces entre ellos y sintió la esencia caliente y desbordante dentro de él, la sintió escurrir entre sus muslos, dormían escasos minutos entre esas flores que los seguían drogando con sus feromonas, solo para despertarse y volver a empezar, hasta caer rendidos de nuevo, fue una vorágine, una locura, donde la razón no tenía cabida, eran solo ellos tratando de ser uno solo, Fue hasta que la fuerza de sus cuerpos quedó drenada que Amora apareció de nuevo.
—Eso sí que nos llevó tiempo, deberías deberme una muy importante, querido Loki, tu primera vez fue con un amante excepcional.– la hechicera sonrió con sarcasmo, envolviendo a ambos con sus respectivas ropas.