Lo que me queda por escribir

Ateneo Fuente

Caminar por los pasillos de lo que fue mi hogar durante dos años, (bueno yo no lo llamaría un hogar exactamente,  pero la mayoría así lo hace) me produce nostalgia, y eso provoca en mí no tener tantos recuerdos favorables ahora.

Al dar la vuelta por el primer pasillo  de la derecha, las paredes parecen decirme ¡Hey, bienvenida a segundo semestre!  Y ya me empiezo a imaginar al profesor de biología en su salón número veinte intentando que sus alumnos le pongan atención.

Aunque la mayoría de mis clases en ese tiempo se encontraban en los salones del pasillo de la izquierda, este pasillo en particular, con una sola clase me hizo nombrarlo segundo semestre, no hay más.

Son las nueve veintitrés de la mañana, la escuela está casi vacía, salvo por algunos jóvenes entregando papelería, y yo me encuentro alejada de todo eso para poder respirar un aire mejor. Es increíble mirarlos y pensar que yo ya no volveré a estar en esa fila larga de espera, ya no volveré a entregar mi papelería, ya no estaré más inscrita. El único ruido frecuente es el de los carros, pero no me molesta, de hecho me relaja en cierta manera.

Mientras camino, puedo notar que esta escuela ya se está alistando para recibir a los nuevos Ateneístas. En mi mente deseo que disfruten esta etapa al máximo, que solo pasa una vez y demasiado rápido, casi en un abrir y cerrar de ojos. Un día estás en la puerta del salón veinticuatro temerosa de entrar, y al siguiente estás en el estrado recibiendo tu certificado.

Paso por la cafetería, y puedo oler y notar que la señora de las empanadas ya está preparando el café y sus deliciosas hamburguesas que tanto encantaban a las personas. Esa señora es un amor de persona, les juro que sí.

Doy vuelta al área de sistemas, y al caminar cerca del salón del "horror" me produce escalofríos. ¿Que por qué lo llamo del horror? Simple, las matemáticas enseñadas en ese salón, y con esa profesora, no se me dieron para bien.

Si no eres para nada bueno en las matemáticas (aparte de otros acontecimientos míos amorosos-personales) No tomes clase ahí! Con esto, no quiero decir que ella sea una mala profesora, al contrario, es muy buena enseñando, es dedicada, ordenada y muy puntual en lo que hace, pero solo si ya tienes una base muy buena de lo que es el álgebra, te aseguro que te irá muy bien!

Al dejar atrás esto, paso por el campo de futbol americano y beisbol y se me estruja el corazón de tristeza. Primer semestre, llamo a este grandioso lugar a sus gradas esperándome a que vuelva con mis lágrimas de magdalena y reflexiones sobre lo que espero hacer de mi vida.

Después de sentirme agitada, veo que el estanquillo de Alex, y el de Félix están cerrados. Ley de todo danés: Debes probar un feli-combo así sea una sola vez en tu vida, eso te lo aseguro. Sino lo haces podría considerarse delito. Ah, y no olvides pasar por la cafetería de jurisprudencia, ahora está más linda que cuando yo estuve estudiando aquí. Y por último, pero No menos importante, el famosísimo danés. Todo aquél que ha estado en esta institución ha pisado la cafetería del danés al menos una vez, bien podría ser la chica fresa y popular en un grupo de amigas. ¿Qué puedo decir? Aunque ha ido cambiando constantemente y a algunos ya no les agrada, hay algo que no cambiará nunca; su suelo y las paredes que han acogido miles de estudiantes hambrientos o desvelados, nerviosos por la prueba o que echan relajo, que al final de cuentas han encontrado un lugar para reír.

Por último, pasillos del lado izquierdo. Siendo sincera, este pasillo está compartido con todos mis cuatro semestres, aunque le pertenece más al tercer semestre que nada. ¡Uy! Aquí sí me agarro. La clase de sociales en el doce, con el profesor voz principal en los eventos, es para quienes como yo, llegamos tarde, ya que él también lo hace, una persona sumamente ocupada. 
La clase de metodología de la investigación, es de mis clases más amadas y odiadas. Veinticinco cuartillas tienes que entregar, sobre tu casa y nada más. Ya se imaginarán el sufrimiento primerizo de chicos de preparatoria que no están acostumbrados a escribir, aunque por mi parte volvería a tomar esa clase una vez más, lo aseguro. 
La clase de inglés, en cuarto semestre. Se rumoreaba que mi profesor llegaba pasado de copas, pero yo nunca pude distinguirlo, lo que sí puedo afirmar, es que es el típico maestro que te pone las mismas actividades una y otra vez, creo fielmente que es algo olvidadizo.

Y creo que esto que les cuento se queda demasiado corto con todo lo que les tengo por contar de esta etapa gloriosa, porque así es como lo llaman aquí, "El glorioso Ateneo Fuente, el bachillerato más reconocido y antiguo de esta ciudad". Se siente lento el tiempo pero este lugar es, pero te esperan muchas cosas más.

Si me preguntaran como podría describir Mi etapa en la preparatoria, diría que fue un montón de experiencias con lecciones aprendidas al final, más no fue el desmadre intenso que mi yo de catorce años ansiaba conocer, hablando por mi experiencia, claro.




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