Lo que me queda por escribir

Tormento existencial

Y aquí estoy de cabeza en mi habitación, cuarenta y cuatro semanas después, en una noche en la que cancelé planes por enésima vez porque no encuentro la motivación para conocer a alguien más.
Estoy en un respiro que no sé cuándo va a durar, pero no quiero dejar de creer que el amor existe después de ti.
Tú sí que dueles y tu recuerdo quema, pero me aferro a la idea de que el amor es bueno, él no me haría eso. 
Te pienso y te escribo todo esto mientras a lo lejos el murmullo de las mismas canciones suena, y suspiro por lo pesado que se ha puesto otra vez estas últimas semanas.
Constantemente me cuestiono cosas de la gente, como por ejemplo el cómo superan y siguen tan fácilmente y lo difícil que resulta encajar y entender que a veces aunque las piezas encajen a la perfección no sean del mismo rompecabeza. (Error de fabrica, supongo)
Suelo dejar a manera de notas al final de las hojas estas cosas para responder, aunque al término del mes acabé arrancándolas y reusándome a ver la realidad, aquél al que alguna vez llamé vida se ha vuelto un tormento existencial.

-Romina




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