En el rincón sombrío de la existencia,
se erige el dolor, un titán silente.
Sus garras afiladas, cual sombra alargada,
tejen un tapiz de tormento en la esencia.
Bajo el manto de lágrimas clandestinas,
el dolor es maestro en su danza cruel.
Susurra secretos en la quietud de la noche,
mientras la piel se estremece al tacto de su pincel.
Cruza el umbral del corazón vulnerable,
el dolor, intruso en la morada del alma.
Cicatrices que narran historias sin palabras,
un testimonio de batallas libradas en la calma.
En su eco, resuena el suspiro de la fragilidad,
una sinfonía que emana de heridas abiertas.
El dolor, lección tallada en ciclos repetidos,
en el tejido del ser, deja marcas inertes.
Mas, entre las sombras que el dolor proyecta,
germina la semilla de la resiliencia.
En la oscuridad, brota la luz resiliente,
un faro que guía hacia la esperanza con paciencia.
Que en este poema encuentres consuelo,
una mirada que abraza el dolor con celo.
En cada verso, un susurro de fortaleza,
una oda a la capacidad del alma de sanar su tristeza.
Amanda Pajaro
26 de marzo de 2024