En la danza del tiempo, la muerte no hace distinción,se lleva a ricos y pobres, sin mirar condición.
No pregunta por fortunas ni por fama deslumbrante,en su abrazo igualitario, todos somos semejantes.
La vida, en cambio, parece ser más selectiva,brindando sus dones a unos pocos en la viva.
A unos cuantos otorga alegría y luz radiante,mientras a otros les niega su bendición constante.
Mas en medio de esta danza, la muerte y la vida entrelazan,cada uno a su manera, su misterio nos abrazan.
Pues aunque la vida sea corta y la muerte sea eterna, en el corazón de cada uno, la llama de la esperanza gobierna.
Amanda Pajaro
25 de marzo de 2024