Lo Que Nunca Esperas

Capítulo 8

Llegando a mi nuevo y falso hogar, Jack y Alberth han bajado e ido a revisar sus alrededores, interiores y exteriores y una vez que quedaron satisfechos de saber que nadie estuvo en la casa o merodeando sin que las alarmas les hubieran informado, entramos a la casa, sin embargo yo entro con rapidez, sin hablarle a nadie, sintiendo la furia invadir mi cuerpo entero y entrando a mi habitación dando un portazo para no verles la cara.

Maldito y estúpido Jack ¿Quién se cree que es mi madre?

Me quito la estúpida peluca sintiendo como me jalo el cabello por no hacerlo con delicadeza y la lanzo contra la cama quitándome también el lunar falso, soltando maldiciones mientras me quito los pupilentes y suelto un suspiro frustrado.

Hoy es un día mucho más vulnerable que los otros, hoy no tome mi medicamento y siento los nervios a flor de piel después de todo lo que paso y si no me controlo voy a explotar.

¿Cuál es el maldito problema de Jack? ¿Por qué demonios tengo que soportarlo? Si está tan molesto de estar aquí entonces ¿Por qué no simplemente le deja el cargo a cualquiera de los dos y se va por dónde vino? Si le molesta tanto cuidarme no tiene por qué hacerlo, no es más que un imbécil, no es más que un idiota.

La puerta se abre de un tirón y un no muy feliz Jack entra a la habitación y frunce la boca en mi dirección, puedo ver en sus ojos lo mucho que tiene que decir, totalmente dispuesto a hacer más grande todo esto.

-¿Cuál es tu maldito problema?- gruño furiosa.

Me devuelve la misma mirada que yo le doy pero intensificada por mil.

-Mira niña, si tú quieres que te encuentren y te maten está bien para mí, créeme que no me importa en lo absoluto- asegura quitándose su cabello falso y lanzándolo a la cama como yo lo hice antes- Pero no pasará mientras estés bajo mi tutela, no puedo fallar en esta misión porque yo no fallo en ninguna misión- me aclara- Tú no eres más que la chica a la que tengo que mantener con vida mientras se me ordene, después puedes ir y meterte con cuantos chicos desconocidos quieras, desparecer, joderte la vida como te dé la gana o meterte una bala en la cabeza si eso deseas, pero mientras no es posible ¿Te queda claro?- pregunta molesto.

Siento como algo dentro de mí se rompe al escuchar tal crueldad salir de su boca y las lágrimas amenazan con salir cuando finaliza su discurso.

Trato de retener el llanto.

La mirada de Jack me estudia por completo, suelta un suspiro y se da un pequeño golpe en la frente con un el puño cerrado como si estuviera maldiciéndose a sí mismo, pero yo siento como las lágrimas han comenzado a salir por lo cual me voy directamente al baño, pero me detiene, me toma por el brazo y me impide que me aleje.

-Yo... Lo siento- se disculpa escupiendo las palabras como si se obligara a decir aquello.

Sus ojos azul turquesa y su mirada se funde con la mía mientras trata de suavizar el tono de su voz y su mirada deja de ser tan dura. Su mano se estira en mi dirección y se posa en mi mejilla y siento el calor de sus dedos cuando limpia con su pulgar una lágrima que ha caído finalmente.

-Lo siento, no tengo porque hablarte así- vuelve a decir y esta vez sus palabras suenan más sinceras- No estoy acostumbrado a tratar con chicas- se disculpa- Al menos no con chicas como tú-

Abro los ojos totalmente llena de sorpresa, sus palabras provocan en mi estómago una reacción extraña y mi corazón falla un latido.

-Sé que tienes problemas, que tienes depresión desde que eras una niña, no estoy acostumbrado a tratar con gente tan sensible, con chicas enfermas- dice esta vez.

Todo aquello que se había animado en mi interior se convierte en enojo y tristeza al escuchar algo aún más cruel de su parte, estas últimas palabras me duelen mucho más de lo que hicieron las primeras, haciéndome saber nuevamente que soy una maldita loca enferma, que no soy normal, que no soy más que eso, una enferma mental y emocional.

Me zafo de su agarre casi en automático, mirándolo con furia y rabia.

-Eres un idiota- le dejo en claro alejándome de su lado y caminando al baño donde cierro de un portazo.

Siempre me he sentido mal por tener este problema, tener que tomar medicamento día con día o cada vez que me sintiera deprimida para no terminar en un estado de shock y encerrándome en mi mundo para que después mi madre tuviera que internarme en un hospital psiquiátrico porque al parecer, cuando me pierdo en mi cabeza me autolesiono relativamente sin querer, me abro los brazos con arañones, mis uñas siempre están lastimadas y tengo heridas por morder mis dedos, cosa que ni siquiera recuerdo cuando vuelvo a la normalidad.

Mi madre siempre me dijo que era algo natural, que la depresión era como tener diabetes, tenía que tener ciertos cuidados, evitar ciertas cosas y tener que vivir con ello por el resto de mi vida, que así como la diabetes tenía ciertos niveles y grados y aunque yo tuviera depresión severa, si tomaba mi medicamento y tenía ganas de luchar, podía tener una vida normal, ella dijo que lo había heredado de mi padre, pero hasta el momento sé que no habla de Simón, habla de Carlos y ahora el saber que ellos saben respecto a mi condición, saber que estos chicos también me miran de esa forma es... triste...



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En el texto hay: secuestro

Editado: 18.04.2018

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