Lo que nunca sabras

El principio del principio

El cadáver fue hallado el último domingo de mayo. A la hora en que los miembros del coro, ataviados con sus trajes color gris paloma, estaban sentados en sillas dispuestas en hilera detrás de la iglesia ensayando, bajo un sol deslumbrante, los himnos para el segundo servicio; esa hora en que las parejas que se habían visto por primera vez la noche anterior consumían otra ronda de sexo torpe y tórrido, indiferentes a las jaquecas que provoca la resaca; esa hora en que los hombres, vestidos con sus uniformes de equipos de la liga local de fútbol, corrían por las pistas de atletismo del colegio tensando y relajando sus músculos. Era una típica mañana soleada de principios del verano, con un cielo de nubes ligeras como plumas y una suave brisa del nordeste. La temperatura en el área metropolitana de Seúl era de 24,3 ºC y la humedad del 57 por ciento; notablemente más alta que de costumbre. A pesar de haberse equivocado con el pronóstico de lluvia para el fin de semana, el Servicio Meteorológico de Corea no recibió demasiadas quejas, acaso porque era domingo y los empleados no tenían que pensar si debían coger sus paraguas para ir al trabajo.

No tenía nada de extraordinario que tres chavales de sexto grado anduvieran por la orilla del río a esa hora ni que un cadáver asomara a la superficie. Los niños, que vivían en un edificio de apartamentos situado no muy lejos de allí, solían jugar a menudo bajo el puente de la Y invertida. Cuando la Policía llegó al lugar, los niños estaban nerviosos y agitados por la emoción. El chaval que había avistado el cadáver flotando a la deriva declaró que, al principio, no se había dado cuenta de que se trataba de una persona.

—Vi una cosa grande flotando por allí, bastante lejos. Tengo buena vista, casi de un cien por cien. Mis amigos dijeron que era una bolsa de basura arrojada al agua. Dijeron que no era nada, pero a mí me pareció raro. Entonces fui a casa a buscar los binoculares y regresé, porque, sabe, no soy de los que se asustan fácilmente.

La familia del niño poseía unos prismáticos pequeños, de 8X. Tardó poco más de quince minutos en volver al mismo lugar en bicicleta. Se colocó en el mismo sitio de antes, pero no tuvo necesidad de usar los prismáticos: el objeto de aspecto sospechoso se había acercado a la orilla. Pudo discernir claramente lo que era. El niño irguió los hombros y se puso de puntillas. Era un chaval valiente, pero en ese momento se llevó tal susto que se olvidó de los preciosos binoculares. Se quedó clavado en su sitio, inmóvil, hasta que al rato sus amigos regresaron y lo llamaron a gritos.

—Fuimos en bicicleta hasta la otra punta del puente y volvimos, y él estaba justo ahí. Yo miré en la misma dirección que él para ver qué estaba mirando y entonces eso... ese cuerpo...

Solo uno de ellos tenía un teléfono móvil. Sus padres se lo habían comprado al comienzo del año escolar; por esas fechas, en Anyang habían desaparecido varios alumnos de la escuela primaria. Los niños discutieron sobre si debían llamar al 119, Emergencias, o al 112, la Policía. El niño del móvil propuso llamar primero a sus padres, pero sus amigos se opusieron. Los agentes de la Policía local llegaron diez minutos después de la llamada de los niños. Y con ellos llegaron también unos detectives. Y un equipo de técnicos encargados de examinar la escena del crimen; llevaban unas maletas negras con los materiales e instrumentos necesarios para realizar las tareas de identificación.

Lo que encontraron fue el cuerpo de un hombre desnudo. Como la mayoría de los cadáveres

hallados en el agua, tenía la piel hinchada por ósmosis y por el efecto del ácido sulfúrico. Había adquirido un tono gris amarillento y estaba resbaloso, como si lo hubieran untado con jabón.

Tenía la palma de las manos y la planta de los pies arrugadas como papel morera mojado, y un fluido sanguinolento le salía por la nariz y la boca. Todo eso indicaba que había estado cierto tiempo bajo el agua. Tenía los ojos cerrados y su expresión era inescrutable.



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En el texto hay: misterio, violecia

Editado: 08.07.2024

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