Lo Que Oculta Tu Mirada

Capitulo 1

El cielo estaba totalmente nublado y eso afectaba completamente mi estado de ánimo―aunque no es que importase mucho ahora― la lluvia y yo no éramos amigas, lo cual es una bobada tomando en cuenta mi nombre.

―Rain―la voz de Luisa mi compañera de trabajo se hace oír llamando mi atención―Llego tu amigo.

Su mano señaló una de las mesas de la esquina que hace un momento se encontraban vacías, el cabello negro de Greg resalta entre los colores cálidos del lugar, él se encuentra tecleando en su teléfono con el ceño fruncido, posiblemente hablando con alguna otra chica con la que tiene sexo aparte de mí.

― ¿Podrías atenderlo? ―pido con mi mejor cara de cachorro mojado, ella suelta un bufido y asiente―Gracias, prometo acompañarte a ponerte ese piercing de toro la próxima semana.

Como si fueses a estar la próxima semana, aparte de todo eres mentirosa.

―Idiota―murmura sacando su dedo medio y me sonríe

Observo desde el mostrador como se acerca a él para tomar su orden con su ya habitual cara de odio y repulsión hacia el mundo, noto como el frunce aún más el ceño lo cual indica que esperaba verme a mí, antes de que pueda buscarme con la mirada me escondo detrás del mostrador rápidamente esperando a que se vaya.

Si hablo con el no estoy segura de poder hacerlo, no si me mira con esos ojos y me sonríe de esa manera que él ni siquiera nota, todo el valor que reuní las últimas semanas se iría al caño tan solo con estar frente a él en este momento.

Luisa parece decirle que no vine a trabajar y él se va sin pedir nada, al parecer solo vino a buscarme a mí, es imposible que no sienta un ligero aleteo en el pecho que tengo que controlar rápidamente.

Este no es el momento, estúpido aleteo.

Luisa regresa hacia el mostrador y eleva una ceja al verme encondida.

― ¿Problemas con el chico sexy? ―Luisa está completamente al tanto de la relación que tengo con Greg, y yo estoy al tanto de que engaña a su novia y se acuesta con el profesor de Filología de vez en cuando, quien por cierto no tiene vagina.

Compañerismo le llaman, creo.

―No, solo no quiero verlo hoy.

Ay Luisa, si supieras el motivo.

―Claro, ya te canso el sexo con él.

―No responderé a eso.

Ella da por terminada nuestra corta conversación y se va a seguir trabajando, al terminar el turno el cielo está completamente gris con tonalidades azules, creo que es algo gracioso el hecho de que justo este día también tenía que llover, es como si el mundo se burlara de mi pero solo yo podría comprender el chiste, era algo personal, solo entre el destino y yo.

Me despedí de Luisa como cada día y salí, me hubiese gustado darle un abrazo, pero eso sería muy extraño, me despedí de Greg hace cuatro días, tuvimos el mejor sexo de la semana. Él no lo sabe, pero fue mi manera de despedirme intentando no ser tan obvia, me despedí de Jessica por teléfono, aunque ella no lo notara, incluso me despedí de mi ausente compañera de departamento pagando por adelantado un mes entero, eso lo hice pensando en que sería tiempo suficiente para que consiguiera a alguien más quien me reemplazará.

Hoy era el día, ni siquiera noté cuando comenzó a llover empapándome en cuestión de segundos, los pocas personas que estaban en el sitió corrieron a protegerse del agua mientras que yo me quedé ahí parada sintiéndolo todo como una mala broma, todos los recuerdos y pesadillas me arrollaron sin piedad mientras sentía mis lágrimas saladas y calientes rodar por mis mejillas mezclándose con las gotas de lluvia al mismo tiempo en que un nudo se formaba en mi garganta y mi estómago se revolvía, supongo que era el miedo haciéndose presente, digo, ¿quién quiere morir por voluntad propia?

El fuerte viento soplaba con ferocidad logrando colarse por mi ropa húmeda provocándome un escalofrío que me recorrió entera.

Algunas pocas personas estaban cerca de mí con el paraguas en la mano esperando a cruzar la calle, este era el momento, era ahora o nunca, noté como aún auto venía a toda velocidad y sin pensarlo más pidiendo clemencia y perdón a aquel Dios al que mi abuela tanto le rezaba por las noches di el paso decisivo colocándole en la orilla lista para lanzarme hacia mi fin.

Cuando el coche se encontraba a algunos metros cerré los ojos por inercia y di el paso final, esperaba sentir el golpe o al menos algo que me indicara que me encontraba a algunos metros del sitio tirada en el suelo mientras la vida abandonaba mi cuerpo y esas mierdas que las películas y los libros mostraban.

Pero no llego, no sentí nada de eso más que una mano rodeando mi brazo deteniéndome de encontrar el camino hacia la muerte, abrí los ojos y busqué al causante de interrumpir mi momento.

Me topé con unos impresionantes ojos azules y seguí analizando topándome con un rostro cincelado y unos labios muy masculinos.
Lo miré incrédula, parpadee varias veces intentando averiguar si lo que veía frente a mí era real y de verdad este desconocido había arruinado el suicidio de la semana o solo era un demonio llevándome al infierno-Porque seamos realistas, no creo que Dios quiera a alguien cono yo en su territorio-porque ya estaba más muerta que Snape asesinado por Nagini, si, definitivamente este tipo no era ningún demonio, no puede evitarlo, la furia me inundó en un chasquido y lo mire molesta zafándome de su agarre con violencia.

― ¿Que mierda te pasa? ―pregunte con la voz aún ronca por las emociones.

―Ibas a saltar―dijo más como una afirmación que como una pregunta.

―Y a ti que mierda te interesa―respondí molesta sintiendo como mi seño se frunció más al ver que las personas a nuestro alrededor avanzaban al otro lado de la calle mientras nos miraban como si estuviésemos locos.

― ¡Me interesa porque ibas a acabar con tu vida! ―respondió con el mismo tono que el mío.




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