Lo que pasa en Las Vegas...¡nunca se queda en Las Vegas!

Capitulo 2

Giorgio

Otro año más sin mi luna. 

Otro año más en el que no puedo ser feliz. 

Otro año en el que la sueño y espero que venga a mi. 

– Señor McCartney, sea bienvenido al Bosque de las fantasías. Me recibe, Klaus mi nuevo socio. Vine a Las Vegas por placer y negocios, pero mi lobo gruñó y se agitó dentro de mí. Y veo lo que puede ser una gran jaqueca muy cerca de mi. 

– Gracias Klaus, al fin conozco tu cueva de la perdición. Aunque no esperaba menos después de todo está es la ciudad del pecado. – Un escalofrío me recorre cuando entro pero lo ignoro es la música que altera un poco a mi lobo. 

– Tienes barra libre y puedes divertirte como quieras. Ya me voy, pero estas en tu club. 

Sin más se va pero algo en el ambiente cambia. Es algo dulce, pero picante, frío pero refrescante. 

–¡MÍA!– Rugió mi lobo. Entonces la vi. La mujer más hermosa que mis ojos podrán ver jamás. Es un ángel envuelto en seda blanca con un aura que grita pecado. Mueve las caderas al ritmo de la música y ella debería ser ilegal. Una ninfa creada para el pecado.

Y que me condenen si no quiero pecar con ella.

Entonces caigo en cuenta todos los humanos inservibles que miran a mi luna.

–MIA.

Sigue gruñendo.

No sé lo que hago hasta que la tengo en un rincón. Solo para mi.

–¿Por qué mi luna está bailando de esa manera frente a todos? No me gustó que todos vieran lo que es mío.

Ella solo se ríe. Mi nuevo sonido favorito. Es preciosa, tiene ojos grises y el cabello negro. 

No me resisto y la beso. 

Dios, es como si hubiera estado sin comer durante años y ella es el primer bocado. Es dulce y dios. Ese pequeño jadeo me vuelve loco.

Me preocupo por mi luna y no sería bueno de mi parte no dejarla respirar.

– ¿Cómo te llamas? – anhelo el nombre de mi dueña. 

– Venus. ¿El tuyo?

– Giorgio. Pero puedes decirme amor de mi vida. – ella solo se ríe. – ¿Por qué estás sola?. 

– Por que Ash se fue con su nueva presa. – no importa quién demonios es Ash solo quiero escucharla hablar. Aunque está bastante alcoholizada. 

– ¿Qué haces en Las Vegas?. – entonces empieza a llorar. – Shhh no, no llores mi luna ¿Que está mal? 

– El... él me dejó… solo faltaba… un mes para nuestra… nuestra boda. – relata entre sollozos. – ¿No soy bonita?

– Eres la mujer más hermosa sobre la tierra, eres un ángel. No pienses eso. – entonces ella me besa. Y la explocion dulce en mi boca me dejó en las nubes.

– Eres más guapo que Henry, ¿Tú también vas a dejarme por la perra de Jenny Miles? – Lo pregunto de tal forma que me rompe el corazón.

– No, no voy a querer a nadie más que no seas tú. – me gano otro beso. Me tomó de la mano y me arrastra a la barra. Toma un bolso y una botella de whisky a la mitad. 

– Vamos a casarnos. – Declara mientras nos guía a la salida. Le da un número al del parking y traen un Camaro super salvaje negro. Le quitó las llaves antes de que hiciera algo. 

– ¿Quieres casarte conmigo? – pregunta una vez arrancó el deportivo. – Lo que mi luna quiera es suyo. 

– Es Venus no Luna. – ella se ríe. No sabe ni siquiera porque se ríe. – Gio, ve allí. Señala una joyería. Y como dije lo que mi Luna quiere lo tienen. 

Ordena ver todos los anillos de boda. A agarra la mano y me pone una argolla de oro la mira pero no le gusta. Así que sigue poniéndome anillos hasta que uno en especial. Titanio negro con una pequeña media luna de oro. 

Ella lo sabe, muy en el fondo. 

– ¡Ese! ¿Te gusta? 

– Me fascina. ¿Quieres uno? Señaló los anillos de diamantes, no importa de todas formas tengo uno especial para ella. – ¡Yo quiero una tiara! – Señala la parte superior donde hay docenas de tiaras.

– Señor son auténticas tiaras con zafiros, esmeraldas y rubíes. Muy costosas teniendo en cuenta que está en las Vegas y nadie gastaría tanto por alguien de una noche.

Habla la dependiente y Venus empieza a llorar otra vez. Sus lágrimas me rompe el corazón. 

– ¡Me vas a dejar igual que Henry! ¡No es justo! 

– No mi luna, no te voy a dejar. Escoge la que quieras. Todo lo que quieras es tuyo. – deja de llorar y señala una con esmeraldas es sencilla pero sus ojos combinan a la perfección. La dependiente la trae.

–¿Cuánto es todo? – Le pongo la tiara. Se ve perfecta. 

–¿De verdad va a llevar la tiara? Esa tiara vale 7,5 millones de dólares. – ¿Está mujer está aquí para atender o cuestionar?

– Mi mujer la quiere, ¿cheque o prefiere tarjeta? – le habló sin dejar de ver a mi preciosa compañera. 

– Con tarjeta está bien señor. – termina por aceptar.

– El anillo lo pago yo. Es mi regalo de bodas. – dice, me voy a negar pero le da su tarjeta a la dependiente. 




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