Venus.
¿Por qué siento esto?
No lo conozco.
Si, es guapo pero aún así es un desconocido.
Moral vs sentimientos.
No debería sentir esto. ¿Verdad?
¿Qué hago?
Para mí suerte o desgracia es muy sexy, atento y dulce y amable…
No, no, no. No pienses eso Venus. Tal vez no me gustan los dulce, ni los animales. Tal vez es un obsesivo del control, o tal vez es un estafador. Digo, nadie puede ser tan estúpidamente encantador. Y si…
¡Ya deja de pensar!
Por una maldita vez en tu vida vas a disfrutar y que dure lo que tenga que durar. –me digo a mi misma.
Me da un vaso de jugo y empieza a llenar un plato con tocino, huevos y algunos panecillos. Deja el plato frente a mi. No esperaba que me levantará de la silla, se sentará y me dejara en su regazo.
Solo lo miro mientras me da un bocado de tocino. No me muevo, solo sigo mirando sus ojos.
– Tienes que comer y yo quiero mimarte esposa mía. – Nunca he visto ojos tan impresionantes, son cálidos, dulces pero hay autoridad en ellos. Son como caramelo derretido. Con toques dorados. Va bien con su cabello negro.
Dejó que me alimente unos bocados más antes de hablar. Él está tan concentrado en darme de comer, se ve como si estuviera operando un tumor o algo así.
– También deberías comer. Eres muy grande, necesitas comer.
Él sonríe pero no hace ademán de comer. Le ofrezco mi tocino, se inclina un poco y le da una mordía. En ningún momento deja de mirarme. No entiendo, simplemente no entiendo cómo no puedo dejar de mirarlo.
– Yo… yo, es decir tu. – Me aclaró la garganta. – ¿De dónde vienes? Digo tu acento no es americano, no es que tenga algo en contra, solo quiero saber.
Él solo se ríe mientras bebe café. Creo que retrocedí a cuando tenía 12 y me gustaba Liam Martín, pero multiplicado por mil.
¡Vamos Venus, no tienes 12 años!
!Eres una mujer de 24 años, no actúes como una adolescente!
Me digo una y otra vez, como un mantra.
¡Oh demonios sus ojos brillan con el sol!
Se ve tan lindo con algo de chocolate en los labios.
¿Que tan bien sabrá de sus labios?
Estoy perdida.