– Nací en un pequeño pueblo italiano muy próximo a la frontera de Suiza. Cuando tuve que ir a la universidad me habían aceptado con una beca completa en la universidad de Oxford. Cómo mi secundario fue en casa entre a la universidad antes de los dieciocho. Con un amigo empezamos una pequeña empresa en tercer año y terminé viajando constantemente entre América y Europa.
– ¿Entonces estás en Las Vegas por negocios? – No entiendo cómo no puedo centrarme en otra cosa. No puedo apartar la mirada de sus ojos.
– No, me estoy por establecer en Los Ángeles. Un viejo amigo lleva años insistiendo en que viniera a conocer su club. Así que mientras terminan de traer mis cosas a mi casa estoy aquí.
– ¡Yo también vivo en Los Ángeles! – digo demasiado emocionada, pero no puedo controlarme. Es como si mi corazón y mi cuerpo tuvieran un complot para ignorar las órdenes de mi cerebro.
– Te lo dije, es el destino. De una forma u otra nos hubiéramos encontrado.
– No lo creo, digo hay muy pocas probabilidades de encontrarnos en una ciudad de casi 4 millones de personas. – ¡¿Es en serio?! Cuando por fin digo lo que pienso. Terminó hiriendo a Giorgio.
– Somos almas afines, te aseguro que tarde o temprano nos hubiéramos encontrado. – Él sigue dándome de comer hasta que no puedo tomar un bocado más.
– ¡Venus! Kuku te he buscado por cielo y tierra. ¿Dónde demonios te habías met… – Se quedó totalmente congelada cuando me vio en el regazo de este italiano buenorro. Al que puedo llamar mi esposo.
– ¿¡De dónde lo sacaste!? Porque en definitiva yo quiero dos para llevar y este ejemplar me lo llevo sin envolver. – Sip, definitivamente ella tiene un superpoder para avergonzarme.
– ¡Ash! Por una vez en tu vida compórtate. – trato de levantarme, pero Giorgio no me deja. – Toma asiento, esto tardará un rato.
« Resulta que cuando te fuiste con tu modelito de Calvin Klein, yo segui en el clud y puede que… – me aclaro la garganta, lo voy a decir en voz alta. Eso sin duda lo hará real. – Me case con Giorgio.
3, 2,1…
El grito de Ash me dejó sin tímpano.
– ¡Ashley Valentine Ross! Cierra la boca. – Ella abre y cierra la boca varias veces. Cada vez que está por hablar duda y sigue así por un rato.
– Cariño, deberías darle algo de agua. O tal vez deberíamos conseguir un traductor de gestos. – me susurra. Solté una risita y Ash por fin habló.
– No hay manera en el infierno que tú, señorita perfecta se haya casado con un extraño. Es imposible. – ella negaba con la cabeza mientras reía.
Pretendí no sentirme ofendida. Ella se sirvió agua.
– Giorgio y yo estamos casados. Eso no va a cambiar pronto. Así que o estás de acuerdo o estás malditamente lejos de mis asuntos.
Ash escupió el agua que bebía. Y Giorgio me dió un beso en el cuello. Ella de verdad tenía una expresión tan cómica.
– Tranquila, no te había visto a si desde tu programa de protección a lobos. No digo que esté en contra, solo digo que tanto Jack Daniels te liberó de tus cadenas autoimpuestas. Casi me siento orgullosa. ¿Así se sintió mi madre cuando la prueba de embarazo dio negativo?
Ella estaba muy nerviosa, porque no dejaba de hablar. Hablo de lo perra que era Jenny, de la vez en que estuve en ropa interior por la escuela. Esa no le hizo mucha gracia.
– Entonces ¿Tienes algún primo, hermano o tío muy joven? No importa si tiene 40, solo que comparten genética.
Me ahogue con mi café. Esta chica necesita que le den algo de decencia.
– No, lo siento. Solo estoy yo. – Giorgio se levantó y se disculpó para hacer una llamada.
– Maldición Kuku, necesito uno así. Pero rubio. ¡Al demonio! No importa si es pelirrojo. – eso me hizo reír. Ash, ha tenido pésimas experiencias con pelirrojos.
– Ash, deja de avergonzarme. En serio. Giorgio me gusta. Y hasta ahora no ha sido un idiota.
– Cariño, él es como un jodido leopardo de las nieves. Únicos en el mundo. En comparación con el imbécil de Henry. Giorgio es el Lobo alpha y Henry una rata a punto de morir de miedo.
– Ash, tienes algo con las analogías con lobos.
– ¿Lo dice la chica que tiene una fundación para proteger a los lobos de los cazadores furtivos?
– Es diferente. – Le digo sin dejar de ver a Giorgio.
– No hay diferencia, se supone que solo era un proyecto de último año. ¡Pero no! La señorita-nadie-los-entiende. Debía llevarlo hasta ser una fundación. – Cuando cree que nadie la ve le saca una muy pequeña botella de whisky y se la pone a su café.
– A no. Conozco esa cara, estamos en las Vegas Kuku y me la voy a pasar de puta madre. El café sabe mucho mejor con whisky. – aclaro antes de vaciar la botella en mi taza. Ella tenía un punto tenía que empezar a vivir un poco. Chocamos las tazas y venimos a fondo. Este fin de semana se veía prometedor.