De los cuentos cortos que a veces son largos y de los cuentos largos que a veces son cortos, se puede decir y hablar muchas cosas.
Se puede hablar de una premonición y saber que es solo nuestra conciencia, que ha descubierto la verdad que, en ocasiones, se esconde detrás de nuestra propia inseguridad.
Era una tarde de sábado como cualquier otra. El desvelo de la noche anterior, mantenía mi cuerpo agotado e intoxicado de alcohol profundamente dormido, debido al relativo exceso de la noche anterior. Este descanso, no era interrumpido ni por los perros que suelen ladrar cuando alguien se acerca por el callejón de mi casa, ni por los ruidos que hace la felina mascota de mi mujer, dentro de mi habitación.
Todo lo que pensaba con respecto a ser un padre, estaba a punto de tomar otra dirección. El amor de los padres hacia un hijo varón puede ser diferente al que se tiene por una hija, pero esto no lo sabía aún, porque a los hijos, cuando son pequeños, se les mira y se les ama de igual manera sin importar su sexo.
Mi pequeña Laura va perdiendo su infancia con el correr de los años, ya no juega tan seguido con sus muñecas como lo hacía antes. La secundaria es un lugar que la está haciendo crecer sola, como lo hacen los árboles del campo, sin que nadie les diga para donde dirigir sus ramas.
Esa tarde, como todos los sábados aproximadamente a la misma hora, por fin me despertó, además del apetito, la necesidad de ir al baño, dándome cuenta al ponerme de pie que, como era normal, la casa se encontraba vacía, porque la mujer con la que me casé, siempre ha procurado mi bien estar y sobre todo mi descanso.
Después de pasar al sanitario y de revisar el refrigerador, dándome cuenta que solo había un par de huevos y algunas sobras de comida del día anterior, decidí volver a la cama para esperar la llegada de mis dos mujeres, que seguramente, no tardarían en aparecer con los tacos de la güera que venden en el tianguis.
No sé si es bueno o malo, pero cuando quiero descansar, después de trabajar de noche en el bar, me duermo con una facilidad increíble.
Esa tarde en especial, no era tan calurosa y volví a caer en la cama quedando nuevamente dormido.
No recuerdo bien a qué hora me volví a acostar ni a qué hora desperté, lo único que si recuerdo perfectamente es que me despertó un sueño muy extraño que llegaba a su final.
En este sueño, mi pequeña Laura tenía un esposo, que, al principio, se le notaba un defecto muy grande, después, ese defecto cambiaba por otro defecto y luego por otro, hasta que desperté con el conocimiento de lo que realmente, yo quería para mi hija.
Es muy complicado de explicar un sueño como este, debido a que algunas cosas no pueden ser reales, causado por la forma tan extraña en la que van sucediendo los acontecimientos. Como la manera en que el supuesto marido de mi hija, cambiaba en su forma de ser para dar paso a otro defecto o las extrañas situaciones que provocaban que lentamente, se develara ante mí, el deseo más puro que jamás tuve hacia otra persona, a parte del amor, que, aunque parezca hipócrita, siento por mi mujer.
No soy un gran dramaturgo ni conozco muchas palabras rimbombantes, pero trataré de hacer lo mejor posible para hacerme entender.
En este sueño, Aurora, mi amada mujer, contemplaba al esposo de nuestra hija Laura. Aurora se daba cuenta que nuestra pequeña cometía un error al enamorarse de un vagabundo, sin dinero y sin hogar. Aurora me recriminaba duramente porque yo no decía nada al respecto.
Lo más extraño es que efectivamente, yo estaba conforme con lo que sucedía, al mirar a Laura completamente feliz con ese hombre que ya no quería seguir vagando, aunque seguía siendo pobre, el vagabundo, se notaba tan feliz junto a mi hija como ella junto al pobre sujeto.
Mi querida esposa, siempre ha estado al tanto de nuestra hija al cien por ciento, debido a que, penosamente para mí, ella tiene razón al decir que soy muy egoísta con mi tiempo, dedicando la mayor parte de este a mi trabajo de carpintería y mucho más tiempo a mi trabajo de músico.
La razón por la que en este sueño estaba de acuerdo en que mi hija, la única mujer de mis cuatro hijos, viviera con un vagabundo era porque:
Ese tipo, que realmente vivió vagando por el mundo sin un hogar toda su vida, por fin había encontrado lo que sin saber buscaba al lado de mi amada Laura y ya no quería seguir haciendo lo que él sabía hacer mejor que nadie en todo el mundo. Vagar, tan solo quería estar con mi niña.
Repentinamente, los reclamos de mi mujer cambiaron de dirección al darse cuenta que, aquel hombre ya no era un vagabundo sin hogar. El supuesto marido de mi pequeña Laura, tenía una gran familia, muchos amigos y un gran trabajo, pero también una enorme fama de Don Juan.
Aurora, me reclamaba otra vez porque yo no decía nada. Ella no se daba cuenta de lo que mis ojos miraban fácilmente.
Cierto era que este nuevo hombre, no era más un vagabundo sin hogar y que su reputación de Don Juan lo perseguía como una maldición, pero mi hija era feliz y aquel sujeto, a través del tiempo, no quiso más conquistas, porque su corazón lo había conquistado mi pequeña.
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Editado: 01.05.2021