De los cuentos cortos que a veces son largos y de los cuentos largos que a veces son cortos, se pueden decir y hablar muchas cosas.
Todo tiene un valor, pero solo el tiempo valora tu esfuerzo cuando sabes administrar al tiempo.
No sé si te has dado cuenta que el tiempo es algo que nos acompaña en toda nuestra vida, nos toma de la mano al nacer, nos ve crecer y nos suelta al llegar el final del sendero, para tomar la mano de otro y luego de otro.
El tiempo, como lo sabes bien, no se detiene, porque es impaciente, desobediente, así como indiferente a cualquier posición que asumas ante él.
El tiempo no nos espera, mientras sigue a nuestro lado, su andar lento nos desespera en la niñez, en la juventud todos lo ignoramos y nos preocupamos al llegar nuestra vejez, porque en estos tiempos, es cuando quisiéramos que el tiempo detuviera su paso, para no llegar al final.
El tiempo no regresa por nadie, si lo has perdido alguna vez en tu camino, nada hará que repongas ese tiempo, ni podrás recuperar lo que el tiempo se ha llevado con él.
El tiempo nos proporciona, a la vez que nos acompaña, la experiencia y esa experiencia, el tiempo nos la dibuja con brillos de luna en el cabello, siendo estos brillos la muestra fiel de que el tiempo, nos reconoce como expertos.
El tiempo nos brinda, mientras prosigue su galope, todos los conocimientos y nos hace hábiles en lo que hacemos, dejando como marca de estos dones, una vista que ya no distingue el tintineo de las estrellas más pequeñas y hace de nuestras caricias, un beso áspero lleno de amor.
El tiempo no viaja solo, tiene como compañeros de andanzas, muchas virtudes, como la paciencia y la calma, que, si llegas a adoptarlas, el tiempo se transforma en un gran amigo, pero al tiempo también lo acompañan el ocio y la flojera, siendo estos un veneno que no te dejará llegar a ser, aunque no lo creas, lo que tus dotes prometieron.
Al tiempo no le importa cuánto haces para lograr tus metas, al tiempo solo le interesa que sepas, sin importar lo que lograste, que nada podrás hacer, cuando el tiempo se termine y que no habrá fortuna suficiente para que compres, una sola lágrima sincera en la despedida.
El tiempo es la mejor medicina para olvidar, pero piensa que el olvido no es eterno, porque siempre habrá algo que haga nacer nuevamente en ti, un olvidado recuerdo.
El tiempo nos lleva despacio al futuro, donde seremos el fruto de la semilla, que con nuestros propios actos plantamos en la tierra de nuestros pasos, el tiempo nos lleva a un futuro donde dejaremos de ser hijos y nos haremos padres, donde ya no seremos solo padres y seremos también abuelos, donde el “hubiera” no existe, donde seremos lo que hemos procurado siempre.
El tiempo te ayuda cuando estás con él y sin piedad te destruye, cuando lo desperdicias miserablemente en cosas que nunca jamás te servirán.
El tiempo que uses para hablar con Dios, será el mismo tiempo que Dios usará para escucharte, en ese instante, cuando pidas perdón por tus pecados. Escucha bien lo que te digo, porque no creo que Dios te obligue a visitarlo en el templo cada día de descanso, si el lugar donde él vive y donde siempre está para escucharte, está en tu corazón. Ora.
Muy a pesar de todo, el tiempo no quiere que tomes todo el tiempo para usarlo en ti, el tiempo prefiere que lo uses para regalar un poco de tu tiempo a los demás, a los que dices querer, porque, así como tú o como yo, ellos no saben que el tiempo es como el amor, porque también el tiempo está con nosotros para compartir.
De los cuentos cortos que a veces son largos y de los cuentos largos que a veces son cortos, se pueden decir y hablar muchas cosas.
Da un poco de tu tiempo, procura hacerlo a tiempo y recibirás como pago de esto, algo que te llegará sin falta, a su debido tiempo.
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Editado: 01.05.2021