—CAPÍTULO 3—
EVANGELINE
Ayer por la noche después de enviar el correo acosté a mi hija en la cama para que descanse. Yo por el contrario me dispuse a limpiar la casa y alistar las cosas para mañana. Terminé agotada y después de una ducha me acomodé al lado de mi hija quién dormía acurrucada a la almohada que le dejé. Ésta cumplía la función de compañía mientras yo no estaba. Ya por la mañana los pequeños deditos de mi hija me hincan los párpados y las mejillas. Tenía una atracción por mis hoyuelos como antes lo tenía por el lóbulo de mi oreja. Al abrir los ojos la encuentro sonriéndome. Utiliza sus manos para tapar mis ojos, por instinto cierro los párpados.
—Aún es muy tempano, mami. Dueme más.
Esbozo una sonrisa. Gracias a mi hija entendí que los niños soy muy preceptivos. Y Nina hace unos días que notó que andaba preocupada y muy cansada. Todas las mañanas que me despertaba me decía lo mismo—: Dueme más.
—Gracias, amor. Pero debemos alistarnos. Recuerda que tienes que ir al jardín y yo a trabajar.
—Nooo —retira sus manos y al abrir mis ojos la encuentro haciendo un mohín.
Le hago cosquillas por toda su pancita. Ella se remueve entre gritos y carcajadas.
—Está bien... está bien.
Me detengo antes de que se ahogue con sus palabras. Dejo un beso en su frente y me incorporo. Desde el pie de la cama le extiendo mis brazos animándole a que se levante. Nina toma las sábanas y se tapa hasta la coronilla. Dejo que siga escondida mientras yo voy al ropero en busca de nuestra ropa. Nina mudará su uniforme del nido así que no me tardo más que un minuto en encontrarlo. En mí me gasto unos preciados cinco minutos. No quiero arruinar mi primer día de trabajo presentándome con mis fachas. Así que me declino por una blusa tres cuartos color azul y un par de pantalones negros. Para calzar escojo unas ballerinas azules.
Después de alistarnos y desayunar llevo a Nina al jardín. Como es costumbre en ella hace su berrinche pidiendo a gritos que no la deje. Este es su primer año en el jardín, años anteriores no tuve la disponibilidad económica como para tenerla en una guardería. Y con un mes estando en el jardín aún no se acostumbra.
Le prometo que si se porta bien y hace todos sus deberes le tendré una sorpresa para la noche. Antes de irme del jardín le informo a la auxiliar responsable del salón de mi hija que la única persona autorizada en recoger a Gianina es su tía Grecia.
Llego a uno de las zonas más pudientes de la ciudad —pensé que la casa de los De Gregorio era increíble, más las que hay en este lugar son alucinantes— en la entrada doy mis datos y le indico al de seguridad a que casa voy, más no le convence así que me pide que muestre mi documento de identidad. Lo hago. Después toma un auricular y digita algunos números en el teléfono.
—Buen día. Hay una señorita identificada con el nombre de Evangeline Rivera pidiendo entrar a su....—Hay una larga espera tanto que me impacienta—, bien. Sí, yo le indico hacia donde debe ir. De acuerdo. Buen día.
Finaliza la llamada. Luego de sentirme ultrajada por el detenido repaso que me dio el vigilante encamino mis pasos siguiendo sus indicaciones.
—Caminas una cuadra, doblas a la izquierda, avanzas una cuadra y doblas a la derecha. La primera casa de esa cuadra es la de la Señora Cassia De Gregorio. En el portón de la casa está el nombre de la familia. Así podrás reconocerla —. Esas fueron sus indicaciones. Llego a la dichosa esquina y busco en el portón de aquella mansión el apellido De Gregorio más me encuentro con otro.
Fam. Bauer.
Estoy confundida, se suponía que esta es la casa de Pietro De Gregorio. Seguí correctamente las indicaciones y no soy para nada desorientada. Así que apuesto a que el zopenco del vigilante me ha enviado al desvío.
Y esta residencia que es tan grande.
Doy marcha atrás con intención de regresar a la entrada de la residencia y exigir al vigilante que me de la dirección correcta. Más un carraspeo seguido de un: "buenos días, puedo ayudarla" me detiene. Miro por encima de mi hombro a la persona que me habló. Un hombre de edad media me ve expectante desde la caseta de seguridad ubicada dentro de la casa, yo solo atino a sonreír.
—Eh... bueno sí. Estoy buscando la casa de la familia De Gregorio. A Cassia De Gregorio para ser exactos. El vigilante me dirigió hasta aquí, pero...
El señor de mediana edad me interrumpe. —Bien. Aquí vive la señora Cassia, más está es la casa de la familia Bauer.
—Sí, eso ya lo vi. —Le sonrío con timidez. No sé que más hacer, así que me quedo callada.
El señor se presenta como Luis Casanova y me comenta que es el encargado de la seguridad de esta casa —cosa que también ya vi— y que me estaba esperando. Acto seguido el portón eléctrico se abre y me da la bienvenida.
Le agradezco unas cinco veces a Luis y camino hasta la casa. Observo todo a mi paso llegando a la única explicación de que la familia Bauer tiene mucho dinero. El lugar es inmenso. Todo está cercado con muros de contención y sobre ellos ha crecido mucha vegetación. Sin contar las palmeras que están ubicadas en el camino y todo tipo de árboles que hay aquí. Bancos de madera a distancias prudenciales también decoran el camino hacia la casa. Supongo que las pusieron en caso de que personas como yo —sin auto— pudiesen descansar de la dichosa caminata.También hay flores de varios tipos. Reconozco a lo lejos un rosedal y me encanta.