zarina se inclinó a depositar la tasa de té mientras sonreía a lady Norfolk, la mujer era agradable una de las pocas nobles que había logrado agradarle realmente, joven, jovial encantadora y absolutamente enamorada de su esposo, una buena persona, había decidido, lo cual era todo un logro. pero aun con todo el encantó que la mujer desprendía, solo quería que la reunión terminara.
hacía tres semanas que había sufrido el ataque, y aunque a había superado cualquier indicio de peligro, aún tenía mucha incomodidad en la, aun sanaba herida, seguía sintiéndose débil por as largas fiebres y tenía aun algo de resfriado, provocado por su irresponsabilidad de caminar bajo la lluvia estando débil.
- ¿planea acompañarnos, señorita? –oyó la vos de la mujer, y su aturdida mente no logro saber exactamente a que se refería, pero siempre hábil en ese tipo de situaciones le brindo una radiante sonrisa
-todo dependerá del clima, mi lady. –aseguro mientras hacia más evidente su resfriado.
-tienes razón, y yo deberá volver a casa, no te incomodare más.
Después de un cuarto de hora más donde se hicieron las despedidas correspondientes, zarina por fin pudo dirigirse hacia su habitación con la intención de descansar, sentía que la fiebre le volvía a subir, la cabeza de latía y tenía un horrible dolor en la garganta, no por primera vez maldijo su estupidez.
-tenemos visita-la repentina aparición de Mass la hizo dar un respingo, lo que provocó que maldijera en voz alta, la herida escocia, pero lo que más le molestaba era el hecho de no haber logrado escucharla acercarse. - ¿estás bien? –pregunto con evidente preocupación, mientras miraba de cerca su cintura.
- ¿Quién? – ignoro su preocupación con un ademan
-el duque de Wellington –respondió aun mirando su cintura, como si temiera que en cualquier momento empezara a sangrar de nuevo.
Suspiro, eso significaba que el plan marchaba bien, había salido de Génova hacia casi dos semanas y en lugar de ir a Londres habían viajado directo a Bristol donde había alquilado una linda finca a solo un par de millas de la ciudad perteneciente a lady Norfolk, o más específicamente a su dote.
Todo era perfecto, brístol era una ciudad costera muy llena de industria, perfecto para su empresa, al tiempo que su hermosa finca donde residían, colindaba con la enorme propiedad del duque de Wellington.
Si querían descubrir si el anterior duque estaba o no con vida esta era la oportunidad perfecta, y sobre todo la Wellington house la casa ancestral de la familia St’ james, era el mejor lugar para saber cuál de los hermanos era el padre de Erick. Si todo marchaba excelente. Concluyo antes de meterse en la cama.
Aunque podría ser mejor.
Luis St’ James bebió con cuidado de su te, debía de reconocerle a los italianos el hecho d que solo sirvieran lo mejor, no sabía con exactitud que lo había llevado a ir allí en cuanto supo que se hospedaban tan cerca de su casa, tal vez era el sentimiento de culpa, tal vez era simpatía, o tal vez era el deseo de entender a Aidan. No lo sabía, pero el caso era que hay estaba, hablado de temas de negocios que bien hubieran podido esperar un mes más.
Cuando por fin dieron por finalizada la muy larga reunión, fue el momento en el que se atrevió a hacer la pregunta que durante toda la reunión había contenido.
- ¿la señorita Petrova aún se encuentra en Londres?
-o no, ella está aquí, en este momento debe estar en su habitación. –frunció el ceño, era raro que ella no los acompañara a las reuniones, aunque nunca aportaba algo de importancia. – el clima no ha sido tan benevolente con ella como lo fue conmigo-explico al ver su cara – atapo un fuerte resfriado, luego de lloviera sorpresivamente durante uno de sus paseos.
-cuanto lo siento-expreso evitando decir que la lluvia en Londres nunca era una sorpresa. –espero se esté recuperando como es debido.
-oh, ya está casi curada, es solo que no le permito que salga y vuelva a recaer, aunque debo confesar es una tarea extenuante, tal vez mi lord pueda hacerle resignarse. – insinuó
-estaría encantado – prometió, porque lo cierto era que después de todo lo que había descubierto junto con Aidan, le tenía un poco de lastima, y se arrepentía de los duros juicios que había lanzado sobre ellos. – y si lo permite traeré a lady Meredith, quien se encuentra de visita junto con su hermano.
-eso sin duda haría uy feliz a zarina, odia en encierro, y desde de casi tres semanas encerrada, creo que empieza a pensar seriamente en golpearme si le sigo prohibiendo salir. –aseguro con una risita.
Luis le sonrió, mientras una vez más se sorprendía de la relación que compartían esos dos, el al igual que todo Londres había creído que eran amantes cuando los conoció, pero después de observarlos se dio cuenta que no había nada romántico en su relación, y aunque desde de lo descubierto pudiera explicar un poco las cosas seguía siendo algo increíble su unión.
Al llegar a casa encontró a sus amigos en su estudio compartiendo un vaso de wiski, ambos estaban serios, seriedad que solo se acentuó con su llegada. Frunció el ceño.
-no os alegréis tanto de mi llegada. –dijo sarcástico.
Ninguno de los dos le respondió, parecían incomodos, no era novedad, todos estaban incomodos en la casa después del escándalo de su madre saliera a la luz.
- ¿Cómo te fue hijo? - presunto el tercer hombre en la habitación.
Miro al hombre de sesenta y ocho años y postrado eternamente en una silla al que llamaba padre, como cada vez que lo veía la culpa lo embarco y el malestar se hizo presente de una forma física en el ardor que le recorrió la cicatriz que surcaba su rostro
-bien papa, somos un poco más rico que ayer. -comento sentándose cerca de su padre. - ¿Qué os pasa a ustedes, parece que hubiera muerto alguien?
-ha muerto alguien. -dijo Aidan