El sábado, después de la indeseada interrupción de Marc y un mini colapso en el baño de mi parte, hui a mi casa como buena chica y me escondí en mi habitación hasta el domingo en la tarde. Ni siquiera almorcé, simplemente permanecí con los ojos abiertos como platos, secándose de apoco, y pensando en qué demonios significaba lo que oí.
El problema era que tenía demasiadas suposiciones, como que tal vez ellos eran los que habían asistido en la fiesta aquella noche en el instituto. La noche de la desaparición de Anna.
¿Lo peor? No todos eran del instituto. Lo sabía, no solo habían participado alumnos del colegio esa noche hace unas semanas. Y eso lo empeoraba todo.
Bueno, era de esperarse.
¿Qué era aquello en lo que Nick y el que creo que era Tony estaban trabajando? Mis suposiciones estaban llegando a un punto extremo en el que no tenía retorno y eso no era todo.
También estaba el motivo por el que decidí buscar un sitio tranquilo y solitario, como pensaba que sería el sótano. El motivo que no quería reconocer, lo admito. No quería pensar en ello, pero lo hice.
Esa noche, apenas llegamos a la fiesta Alexia corrió a beber toda bebida que contuviese alcohol. Ella, que odia el alcohol.
«—Yo que tu iría deteniéndome, ¿no crees? —inquiero, observándola beber sin control alguno, con la ceja enarcada y la cabeza ladeada.
Bebo un poco de mi gaseosa light y le tiendo un vaso con agua, que por supuesto, no acepta, dándome una mirada horrible. Por un momento creo que es porque la dejé sola en el centro comercial ayer, pero ya habíamos hablado de ello, aunque desde luego no le dije la verdad.
—Solo déjame hacer esto —ruega endulzando su mirada. Ruedo los ojos, pero antes de poder replicar, veo sus ojos detenerse en un punto exacto a mis espaldas. Me volteo y veo el que parece ser el motivo de su deseo de una borrachera.
Matthew y Amanda.
Ella parece estar engatusándolo, mientras que él le mira con el ceño fruncido, pero termina sonriendo ante un par de palabras por parte de ella y cediendo ante sus labios que parecen absorber toda su maldita alma.
¿Cómo a alguien puede gustarle ser besado así?
Niego con la cabeza borrando todo pensamiento al ver a Alexia caminando como un tembleque a punto de caerse al quitarle una pieza más, hacia ellos.
Eso significa problemas, sin dudar, por lo que corro detrás de ella y la detengo, pero es en vano porque en ese momento llegamos a ellos.
—Tenemos que hacerlo, por favor, Matt. Es por nuestro bien —le dice ella, acariciando la nuca de él, que se percata más rápido de nuestra presencia.
¿Eh? ¿Hacer qué?
—Hola chicas —saluda Matt con una sonrisa que creo que es genuina, a lo que Amanda, mirándolo con sorpresa, formula a duras penas una sonrisa también.
—Hola —murmura ella desviando la mirada con desagrado.
Bufo, creo que no me vendría mal apoyar la pelea que está por formar ahora Alexia.»
En síntesis, Alex terminó vomitándole encima a Matt luego de gritarle groserías que ni siquiera yo podía entender. ¡Lo que hace el alcohol!
Lo mejor es que yo no la interrumpí, si fuese ella también querría desahogarme, por lo que le di total libertad, aunque después sollozó en mi regazo hasta que un chico la invitó a bailar, al parecer un ex novio. Y ella aceptó. Se borró las lágrimas, formuló una sonrisa y fue con él.
No era real.
Fue entonces que decidí que era tiempo de escapar.
En ese momento, solo una idea se me ocurrió… ¿Qué tal que Amanda estuviese jugando a dos bandos? Con Matt uno y con los chicos rudos otro. O, aun peor, ¿qué tal que solo fuesen un bando?
Oh, Matthew, cómo me gustaría entender lo que estás haciendo…
Y en síntesis, mi domingo fue un día plagado de suposiciones sin nada que pudiese respaldarlas certeramente.
Hoy, lunes, apenas estoy ingresando al instituto y ya tengo todas las miradas puestas en mí. Bueno… ¿qué se supone que está sucediendo?
Avanzo forjando una coraza a mí alrededor, alzando la mirada, altiva, al tener la atención de todos puesta en mí. Casi puedo oler el miedo que despiden sus miradas despiertas y alertas.
Se apartan de mi camino y hoy, de hecho, hay considerablemente una menor cantidad de alumnos en los pasillos y faltan minutos solamente para iniciar las clases.
¿Qué pasó? ¿Esto tiene alguna relación con lo que dijeron los chicos el sábado en la fiesta?
Entrecierro los ojos en busca de una explicación que sé que nadie a mi alrededor me va a dar. Entonces siento un jalón en mi blusa y soy expulsada hacia atrás con violencia.
Termino en el suelo, dolorida y con una mueca plasmada en el rostro. Busco al culpable de mi estado, pero me encuentro con un maldito demonio.
No sé quién diablos es, pero casi puedo verlo desprender humo de sus fosas nasales, con el rostro rojo de la furia y sus venas saltando en su cuello.
Retrocedo, sin poder evitar sentirme asustada y demostrarlo.
Sé fuerte, Andrea. Fuerte… fuerte… fuerte…