Mis pulmones arden y no me permiten tomar el suficiente aire para seguir corriendo, me sostienen de la mano mientras soy arrastrada dando tras pies en mi intento de correr de forma correcta. Trato de mantenerle el paso a ese joven que me lleva con él, no veo ni siquiera a donde nos dirigimos ni donde estamos, tampoco puedo verle la cara, va de espaldas a mí. Giramos en una esquina y él baja el ritmo del trote obligándome a mi inmediatamente a hacer los mismo, de la nada tira de mi brazo bruscamente para pegar nuestra espalda por completo a una pared adoquinada.
Mi instinto de persecución esta activado al máximo, la adrenalina corre por mi cuerpo, mis pantorrillas y muslos se sienten duros y arden, mi garganta esta seca y siento que en cualquier momento me dará un ataque de tos, así que rápidamente comienzo a pasar saliva, giro mi cabeza para mirar si alguien venia atrás de nosotros, pero nada. Nada ni nadie viene detrás. El joven que viene conmigo parece estar igual de agitado y asustado que yo, no dirige la mirada hacia mí, vigila por enfrente y sujeta aun mi mano fuerte, al igual que yo me aferro a la suya. Fijo mi vista en nuestras manos y puedo ver como se torna nuestra piel roja por la fuerza que ejercemos en nuestro agarre.
El silencio reina el lugar, miro a mis alrededores porque quiero saber dónde exactamente estamos, el camino es angosto, quizá unos 3 metros de ancho, parece un callejón. En el suelo hay pequeños charcos de lo que ruego sea agua. Concentro mi atención en los detalles. ¿Esa es luz rosa? miro mis pies, mis zapatos y medias son de color blanco y están manchadas de lodo o tierra, el líquido de los charcos enfrente refleja la luz de color rosa que proviene de fuera del callejón. Alzo mi vista y la dirijo al destello rosado y descubro que proviene de un letrero iluminado cruzando la calle, donde se lee "Ritchie" parece ser una cafetería, por los ventanales de la misma puedo distinguir personas sentadas en las mesas con la vista hacia la calle.
Vuelvo a mirar el agarre que sostenemos esta persona extraña y yo, nuestras manos siguen aumentando su color rojo, pero ya no puedo sentir la fuerza que ejercemos.
De un momento a otro él me mira...
—Claire, escúchame bien —traga muy sonoramente y fijo mi vista en el movimiento de su manzana de adán, es más alto que yo —, cuando yo te diga, corre —subo la mirada por su rostro y la situó en sus labios. Tienen una tonalidad en rosa que los hace lucir carnosos pese a que son delgados —. Claire ¿estas escuchándome? —alzo un poco más mi vista hasta dar con sus ojos y su mirada castaña me recibe —. Claire, préstame atención —nunca había visto a este chico —, corre cuando te lo diga, corre hacia la cafetería cruzando y no te detengas, entra, pídele a Ritchie que te permita usar su teléfono y llama a tu padre para que venga y te lleve a casa —dice tan rápido que me sorprendo de que no le faltara el aire —. ¿Entendiste? —pregunta mientras aún me mira.
Asiento absorta de si entendía bien lo que me estaba pidiendo, entonces gira nuevamente hacia la calle frente a nosotros. Y da un paso fuera del callejón aun arrastrándome con él, mira a ambos lados de la calle vacía y entonces de un jalón tira de mi impulsándome frente a él.
— ¡Corre Claire! —dice en susurro mientras me hallaba en la acera, me giro a mirarlo y él ya me observa, puedo ver el pánico asentarse en su mirada —. ¿Qué haces Claire? ¡Corre, Corre! —sus ojos abiertos más de lo normal me ordenan que haga lo que me estaba diciendo.
—¿Quién eres? —le pregunto, él frunce el ceño y todo pasa tan rápido, veo moverse una sombra en el otro extremo del callejón donde estamos. Y él pareció darse cuenta.
—¡Corre de una maldita vez Claire! —me da un empujón sin permitirme girar para avanzar, él va a correr conmigo porque el dueño de la sombra ha comenzado a acercarse a pasos rápidos. Un miedo real se hace presente en mi cuerpo, los vellos de mis brazos se enchinan y entonces hago caso de lo que el chico me había dicho... comienzo a correr.
Corro calle abajo y cruzo sin fijarme si venían autos o no, o si el chico venia también conmigo. Es entonces cuando el chirrido de unos neumáticos se escucha y hago lo que solo la gente estúpida haría, me quedo paralizada en mi lugar, cierro los ojos y subo mis brazos para cubrirme la cabeza preparándome para el impacto, como si eso me fuera a salvar. Sin embargo, el golpe nunca llega.
Siento mis nudillos temblar, absorbo el aire a bocanadas enormes y me armo de valor para abrir los ojos y cuando lo hago me doy cuenta que estoy a un paso de la acera y un alivio comienza a recorrerme el cuerpo. Pero, así como el alivio llega y como si de un interruptor se tratara mi miedo hace a un lado a mi alivio y vuelvo al tiempo en el que me estaban persiguiendo. Giro sobre mis talones y la impresión comienza apoderarse ahora de mis sentidos. Ahí, en la mitad de la calle se encuentra un auto parado, probablemente del que se escuchó el patinar de sus neumáticos. La gente comienza a salir en cámara lenta de la cafetería y en su cara puede leerse el asombro. El conductor sale de su auto, se lleva una mano a su sombrero color chocolate y lo retira de su cabeza. Camino detrás de el a pasos lentos, las personas que salieron de la cafetería se han acercado a un punto detrás del auto parado. Para cuando llego a una distancia prudente puedo ver por qué esas personas tienen esa reacción de asombro y pánico mezclados en sus rostros.