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—Si Milka, pregunta dile que ellos vendrán más tarde —aconseja Ravenna antes de entrar al bar.
—¡Hola! —digo llamando la atención de Milka, quien al verme se acerca emocionada.
—Por fin estás aquí, pensé que tendría que terminar todo yo sola —suelta con aire dramático.
—Ya estoy aquí.
—¿Quién es ella? —pregunta señalando a la prometida de su cuñado.
—Ella es Ravenna Clapton, la prometida de Eiden —respondo dejándola perpleja—. Y no me mires así, que yo no tenía idea de nada.
—Con que bien guardadito se lo tenía —dice riendo por lo bajo.
—Es un poco reservado —habla Ravenna por fin.
—¿Poco? Yo diría irritantemente reservado —brama Milka girándose hacia la barra—. Lo mejor es que empecemos, no quiero retrasos.
—Vaya, también nos exiges —mascullo acercandome a ella junto con Ravenna—, estoy tentada a irme, aún estoy a tiempo.
—Tiempo es lo que no tenemos, ahora mueve tu lindo tracero hacia la escalera —ruedo los ojos y hago lo que me dice.
—Si me rompo una pierna, será tu culpa —informo tomado la guirnalda que me pasa.
—Deja el dramatismo —se queja dando una palmada en el tracero—. Y tu cuñada, ven estás botellas no van a ordenarse sola.
Milka se tomó muy enserio lo de ponernos a trabajar, no dejó que nos sentáramos ni un momento, mientras ella solo se dedicaba a repartir órdenes.
—Ya no pienso seguir, ni mucho menos ponerme ese ridículo disfraz —comunico a mi ahora jefa.
—Claro que te pondrás este disfraz, serás una linda chica gótica —grita emocionada, provocando que yo y Ravenna hagamos una mueca de molestia.
—No quiero se una mujer chupa sangre —digo sentándome en la cama.
—No cuando eres la mujer de un lobo —suelta Ravenna haciendo que yo la miremos sin entender a lo que se refiere—. Alix odia a los vampiros y ver a la mujer que ama vestida como una de ellos, lo volverá más loco de lo que está.
Giro mi cabeza hacia Milka, quien me interroga con la mirada.
—Es su nombre —respondo apartando la mirada.
—El del acosador nocturno, con ojos de colores y...
—Sí, es él —corroboro.
—¡Ay por Dios! —grita dando saltitos—. ¿Ya le viste el rostro? ¿Tiene músculos hasta en los dedos? Espera...No me digas, seguramente es ardiente.
—Es uno de los hombres más hermosos de su raza, gracias a su sangre pura —suma Ravenna con una sonrisa—. Ojalá lo hubieran visto en décadas pasadas, era ver un auténtico principe por la forma en que vestía. Claro aun conserva el título, pero no el mismo gusto por la ropa, ahora ni siquiera usa.
—Wow, wow, ¿has dicho príncipe? —pregunta Milka, dejando de reír.
—No... Él no...
—Sí, él sí —confirma Ravenna, ganándolo una mala mirada de mí parte—. Su título es noble, al menos en nuestro mundo, y técnicamente Eira también será una...
—Muy bien, ya es suficiente —digo levantándome de una de las sillas de las mesas del bar—. Vamos, tal vez Sulay necesita ayuda.
—Pero... —corto a Milka.
—Pero nada, tenemos una hora para terminar —suelto adentrándome a la cocina.
Con mucha dificultad logré que Milka olvidará el tema de Alix, aún que gracias a ella me he dado cuenta de que Ravenna sabe más de lo que quiere proyectar.
Bajo los escalones con un incómodo antifaz negro en la cara, lo único que Milka logro que usará, de ninguna manera dejaría mi suéter y ropa en cualquier parte, solo por un ridículo disfraz que a simple vista luce incómodo.
—Por fin te dignas a bajar —me reprocha Ethan a recostando a la barra, junto a su hermano, cuñada y Milka del otro lado—. No puedo creer que aún no me hayas felicitado por mi cumpleaños.
—Querrás decir: nuestro cumpleaños —interviene, Eiden con una ceja arqueada.
—Ignóralo, tiene problemas desde que nació —habla Ethan para después besar la mano de Milka lentamente.
—Bastardo, el único que tiene problemas aquí eres tú. Creí que mamá te había enseñado a compartir —dice su hermano dándole un puñetazo amistoso—. De todas maneras yo soy un minuto mayor que tú, así que merezco respeto.
—Y yo un minuto menor, ya saben lo que dicen: lo bueno se hace esperar —alude Ethan con chulería—, y tú perra amargada, lo único que mereces es que alguien te diga que irce a coger a mitad de la noche en el bosque, no lo hace menos obvio.
—¡¿Qué?! —suelta Eiden, mientras que Ravenna casi se atraganta con un trago de su cerveza.
—Mira hermano, se te cayó al cara, pero de vergüenza —continua Ethan mientras no para de reír.
—Hijo de p...
—¿Vas a insultarme? Porque técnicamente a quien vas a insultar es a nuestra santa madre.
—Me largo de aquí, disfruta tu puto cumpleaños de mierda, perra envidiosa —recalca haciendo que su hermano deje de reír.
—Okey, ya fue suficiente de tirarnos tanta mierda —reconoce Ethan tomando su cerveza y alzándola por los aires—. Yo, Ethan Stromberg, el más caliente de todos aquí, quiero hacer un brindis por mi y por el adefesio a mi derecha, por su compañía, amistad, hermandad y su lindo culo que trae vuelta loca a Ravenna.
»Eres el mejor bastardo de todos, gracias por estar para mi siempre. En conclusión te puto amo, hermano.
Ni siquiera yo puedo evitar reír tras la palabras de Ethan. Su hermano lo mira con fiereza, pero de igual forma levantan su cerveza y la golea contra la suya.
—Tambien te puto amo, princesita—confiesa Eiden dándole un abrazo a su hermano.
—¿Más que a tu futura esposa? —le pregunta Ethan apretujando con sus manos sus nalgas.
—No tienes tanta suerte, mierdecilla —le recuerda Eiden apartándole las manos.
—Dime lago que no sepa, follador del bosque —todos reímos, incluso quiénes alcanzan a escuchar el apodo a nuestro alrededor—. Muy bien, no pensé que tendría que preguntar esto, pero ¿quien carajos va a ser el primero en darme mi regalo?
—Querrás decir nuestro re...