— ¿Y se besaron? –Preguntó Tess impresionada.
—Sí.
— ¿Y qué tal fue? –Heather soltó un suspiro bastante descriptivo. Había salido de nuevo con John a la hora que sabía su amiga estaría de nuevo en casa, y nada más llegar, se habían puesto a cotorrear como dos abuelas con mucho que contar de sus nietos.
—Vas a tener sexo del bueno, ¡cómo te envidio! –aquello la alarmó un poco, y el semblante le cambió.
— ¿Crees que Heather fuera virgen? –Tess no disimuló lo chistoso que aquello le sonaba y rio de una manera que parecía más bien un grito.
— ¿Una mujer como ella? ¿Tan hermosa, sofisticada y con tanto dinero? No lo creo.
—Vaya…
—Mejor para ti. Disfrutarás del sexo sin el dolor que trae romper el himen. Es una gran ventaja, créeme. Ninguna mujer olvida su primera vez, y no porque fuera especialmente placentero, ¡sino por el dolor! –Heather sonrió.
—Creo que en mi caso me saltaré algunas cosas, y viviré dos veces otras. Pero mírame, ya lo estoy asumiendo.
—Es una realidad. Sólo tienes que tener cuidado de no embarazarte.
— ¿Qué?
—Te ha bajado la regla, ¿no? –Heather negó, con el rostro de nuevo arrebolado por la pregunta tan íntima—. Cierto que tú, hacía años, no menstruabas ya… Como dices, tendrás que pasar dos veces por esto…
—Tendré que tomarle el ritmo de nuevo.
—Las toallas higiénicas han cambiado mucho desde tu última vez, ¿sabes? Y los tampones.
—Me imagino. Sólo espero que este cuerpo no sea propenso a los cólicos… porque el mío sí lo era…. ¡Dios! –Tess se echó a reír.
—Una cosa por la otra. Menstruarás, ovularás… tendrás las hormonas necesarias que te permitirán vivir a plenitud el sexo… Raphael sí que lo vale. Él te gusta, ¿verdad?
—Bueno, es guapo, inteligente, muy agudo…
—Me refiero a lo elemental. Te gusta a niveles básicos—. Heather simplemente apretó sus labios—. Vamos, nunca pudiste olvidar a Ralph, y fui testigo de cómo a lo largo del tiempo se te presentaron pretendientes ¡aún a tu edad!
—Pero es muy diferente, esos eran ancianos.
—Y este Raphael… quien casualmente es su nieto… El destino te ama, Heather—. Ella sólo sonrió—. ¿De verdad es tan parecido?
—Dos gotas de agua. Mismos ojos, misma estatura, misma sonrisa… sólo que este Raphael tiene otra chispa, es decir…
—Son dos hombres diferentes, y de épocas muy distintas. No pueden ser iguales también por dentro.
—Sí, definitivamente a este no le importa sacar a la luz mis defectos.
—Los defectos de Heather, que le hicieron mucho daño, recuerda.
—Es para que me hubiera botado sin contemplaciones. Gracias al cielo que fue su padre el que hizo el convenio y no él. Definitivamente es el cielo el que me está dando una segunda oportunidad.
—Y serás muy tonta si no la aprovechas.
—Pero y… ¿cuando acabe? Él quedará solo, o peor, con la verdadera Heather… no quiero hacerle ese daño. Nada me garantiza que Heather, cuando vuelva, haya cambiado.
— ¿Y quién dice que ella va a volver?
— ¡Mi cuerpo sigue vivo! ¿No te dice eso algo? –Tess guardó silencio y sólo la miró un poco preocupada.
—No importa Sam, o Heather, o quien quiera que hayas decidido ser. Aprovecha el tiempo ahora. No pienses en el después. Fue así como se te pasó la oportunidad la primera vez.
—Sí, pensé… si Ralph la deja plantada seremos unos fugitivos, habremos construido nuestra felicidad sobre la desgracia de otro.
—Y te quedaste sola.
—Amargamente sola.
—Entonces ahora… no pienses. Déjate llevar. El destino, la vida, o quienquiera que fuera te puso aquí, en este tiempo, en este lugar… da gracias y aprovecha—. Extendió su mano y apretó su brazo con cariño. Heather sonrió simplemente. Eso iba a hacer. Eso estaba haciendo.