─ ¿Es una broma, no? ─mirando seriamente a Talos.
─No entiendo qué tiene de malo ─replicó─ La verdad es que me incomoda mucho cada vez que me voy a dormir y las veo ahí tiradas en la sala.
─Eso tiene solución, vete a tu cuarto de una y deja dormir ─Le dije simplemente cerrando mis ojos mientras bebía un poco de jugo de mi vaso. Cuando los abrí vi que el hombre estaba conteniendo a duras penas su temperamento…
─O que ustedes también suban y duerman en los cuartos que quedan en la casa ─dije mirando a Atelia con un frunce en el ceño, ¿qué rayos era lo que había hecho para tener que soportar a esa terca y necia mujer? ─ ¿No entiendo que tanto te cuesta aceptar un poco de amabilidad? ─Le dije dando un suspiro.
─ ¡Ja! ¿tú amable? Cuanta otro ─Se burló. Sentía como una pequeña vena había comenzado a palpitar en mi cuello. Respiré hondamente rogando a cualquier ser celestial que me concediera paciencia.
─Mira ─Le dije viéndola seriamente─ Lo mejor para que te termines de curar es descansar y eso nunca lo vas a lograr en ese sillón ─vi como intentaba decir algo, pero antes de que pudiera la interrumpí─ Además de que si no aceptas, a este paso Rin terminará con unas ojeras más grandes que las de un mapache ─logré que Atelia se callará y mirará a Rin (si ahora también le decía Rin) con cierta preocupación en su cara, una de las pocas emociones que dejaba asomar de a ratos.
Era increíble su capacidad para mantener esa fría máscara en casi todo momento y de hecho se lo había comentado a Rina, pero de todo lo que había dicho lo que entendí como tal fue que era por algo que había pasado en el lugar de donde venían (que seguía siendo desconocido) y también que era por mi presencia.
Estuve todo el resto de ese día con un humor de perros, sin entender muy bien el motivo, pero que por lo mismo nadie me lo logró quitar, hasta que al día siguiente Atelia.
─ ¿Cómo está el muerto? ─Me preguntó mientras chequeaba el progreso de su hombro.
─ ¿Qué muerto? ─Le dije sin humor.
─Él que te quitó la energía, ¿qué rayos te pasa ahora doctor? Rin no deja de decir que te estoy mal influenciando con mi personalidad ─Me encontré de repente con los ojos oscuros de la mujer demasiado cerca, pero ella pareció no darse cuenta. Rápidamente aparté la cara para que no notará que me había perturbado su proximidad. Tratando de despejar mi mente me arrodillé para seguir con el chequeo ─Créeme lo último que tú podrías tener sería poder sobre mí, así que no te preocupes que no tengo nada ─Le dije al pararme y darle la espalda.
─Mmm ya veo ─hablo con indiferencia mientras se levantaba y caminaba a la salida del lugar─ Entonces deja de actuar como ogro, a ver si así logras que Rin me deje de fastidiar ─dejándome solo en la sala con mis pensamientos.
─ ¿Cuál es el truco? ─salí de mi trance y vi que quien había formulado esa pregunta no era otra que Rina─ No creo que sea tan simple, ¿no estarás tramando algo verdad? ─Me miró con una cómica cara que trataba de ser de desconfianza.
─ ¿Qué podría ganar yo con esto? ─Le respondí viendo a ambas con una ceja alzada.
─Tenernos encerradas con una cama, en un cuarto donde la única llave la tienes tú, no es mi idea favorita ¿sabes? ─Me dijo mi paciente también con una ceja alzada. Exasperado me levanté y me acerqué hasta uno de los cajones de la cocina y de ahí saqué una llave de forma cuadrada. Regresé a la mesa y se la pasé a la mujer que lucía un pantalón de algodón negro junto con una camisa roja que tenía la inscripción ‘Long life to Rock’.
─Ahí está la llave. Ambas dormirán en el mismo cuarto, el que está más alejado del mío y más cerca de las escaleras. Yo también le pondré seguro al mío no vaya a ser que resultes sonámbula y te dé por entrar a la media noche ─Le dije de manera arrogante notando como un pequeño tic nervioso aparecía en su ceja derecha, teniendo de fondo las risas de la niña…
─Silencio ─Le ordené a Rin, quien cumplió inmediatamente. Miré nuevamente la llave que ahora sostenía en mi mano.
Mis ojos danzaban entre el objeto y las otras dos personas en ese lugar hasta que finalmente me levanté y guardé la llave en el bolsillo del pantalón. Recogiendo mi plato y llevándolo al fregadero casi sin cojear ya.
─…Más vale que tengas cuidado con lo que ofreces, pues no dudes de que si noto que te estás pasando de listo.