Capítulo III

El sonido metálico que la puerta hizo al abrirse, llamó su atención. Deslizó su mirada hacia ella y vio a un joven nórdico de respiración agitadas y ojos brillosos. Confundido por la situación por la que pasaba un "Stormcloak" suyo, el jarl Ulfric se dirigió a él.

—¿Sucede algo hijo mío?

El nórdico murmuró algo que este no llegó a escuchar, Galmar se paró al lado de Ulfric y miró al sujeto, el cual provocaba que su barba se erizara. Como si fuera un sentimiento de malas vibras el que este joven le trasmitía.

Hviseck caminó con notable preocupación hacia el gran portón, acercándose al agitado nórdico se dio cuenta de que su pupila estaba contraída a gran medida. Era como la de una persona carente de cordura que actúa por instintos.

—¡Ul

Como un depredador se lanza a por su presa. Thorald pasó velozmente por el lado del comandante, sorprendido por la velocidad de movimiento mostrada por el nórdico, Hviseck se quedó observando lo que sus ojos miraban, sin poder decir una palabra.

Por parte de Galmar, no hubo tiempo para pensar en su mente, tomó en sus manos su gran hacha de guerra colocada en su espalda, y como fiel hombre bloqueó el ataque dirigido a su jarl. Pateó el abdomen del joven nórdico y lo empujó a un lado, continuamente fue el quien comenzó un contrataque que era repelido por Thorald sin problemas.

Ulfric apenas y podía hablar, aún no entendía que acababa de pasar. Todo había sido tan rápido e inesperado, miraba con ojos ensanchandos las salvajes cruzadas de las hachas de los nórdicos frente a él. Y lo más sorprendente para su mirar, era la cara de demente que traía su atacante, pareciendo tener ganas de devorar a Galmar.

Galmar fue empujado contra la pared de la edificación, el comandante se vio afectado por la bruta fuerza del nórdico, que parecía crecer cada vez más. A pesar de su sorpresa, tenía que bloquear cada ataque como mejor pudiese, si ese extraño lo asesina, Ulfric sería vulnerable.

—¡Galmar!

Hviseck corrió hacia el lugar del forcejeo una vez vio como Thorald arrinconó al comandante contra la pared, y comenzaba a asficiarlo con su hacha. Cruzó sus brazo sobre el cuello de Thorald y lo tiró hacia él, buscando una apertura que pudiera aprovechar Galmar, pero solo logró que Thorald lo tiráse contra la mesa del salón, rompiendola en el intento. 

Galmar no fue tonto y aprovechó ese momento, golpeó a Thorald sobre sus costillas, y luego repetidos golpes sobre la espalda. Thorald cayó arrodillado al suelo mientras su respiración era pesada y entrecortada. 

..........

—¿Te envió el General Tulio?

Thorald se negó a responderle al interrogador, solo se quedó pensativo, miró los grilletes en sus muñecas. ¿Acaso pensó que de verdad se podría controlar?. El interrogador lo golpeó sobre la mejilla y luego lo pateó en el abdomen. Thorald escupió un poco de sangre que se le acumuló por los golpes, y nuevamente se quedó sin hablar.

—Se niega a decir algo jarl Ulfric.

El interrogador se giró hacia la puerta y saludó a su jarl. Ulfric caminó rápidamente hasta la celda donde retenían a Thorald. El joven nórdico frunció el ceño levemente al ver al líder de los Stormcloak. Ulfric notó la molestia que tenía el chico con su presencia, se alejó un poco de los barrotes y miró a los ojos de esmeraldas.

—¿No deseas hablar o algo?. Tulio no te sacará de este lugar, ahora estás bajo mi merced y la de Windhelm. Créeme, no hay nadie aquí que ame al emperador o al imperio, no sobrevivirías. A menos que nos seas de utilidad.

Thorald molesto, afincó su mirada aún más en Ulfric, cada palabra lo alentaba a atacarlo. 

–Tulio enseña a sus perros lealtad. Eso es algo honora 

—¡Ya cállate!

Thorald intentó abalanzarse contra Ulfric, pero sus grilletes evitaron la movilidad de su cuerpo, y de ser posible, los barrotes lo protegerían. Frustrado, golpeó con su cabeza una y otra vez los hierros que lo separaban al jarl. Ulfric evitó mostrar su sorpresa, solamente permaneció parado allí, mirando el salvaje comportamiento que tenía un enojado Thorald.

—Te aconsejo callarte. Grilletes o barrotes, ninguno me retiene en ese momento. ¿Tulio?, no me dejaré gobernar por un imperial. Lo único que me trajo hasta aquí es la ira, mis ganas de matarte Ulfric-Stormcloak.

—No dejarse gobernar por una nación extranjera, típico de un nórdico puro. ¿Quien eres chico?, algo en tu cara me parece conocido. Y tus ojos, juro haberlos visto en algún momento.

Thorald comenzó a reír a carcajadas, sonidos burlescos que incomodaron al jarl. Ulfric suspiró resignadamente tras ver que las risa no se detenían, como si de un buen chiste se tratase, dio la vuelta y comenzó a alejarse del lugar, no parecía poder entablar una conversación con este joven nórdico. Lentamente las risas iban bajando su tono y ritmo, dejando a Thorald con pequeñas lagrimas en los ojos.

—¡Thorald! Ese es mi nombre, ¡no lo olvides Ulfric!

........

—Dijo algo, mi jarl.

—Si, odia al imperio y su nombre es Thorald.

—¿Thorald?

Galmar alzó una ceja con intriga, conocida ese nombre y ya entendía también la razón del ataque del chico. Sonrió por lo bajo, evitando que Ulfric se diese cuenta. El jarl camino hasta su trono y se sentó sobre el, apoyo su mejilla al puño derecho y cerró sus ojos para pensar.

Ojos verdes con estilo de serpiente, cabellera de tono oro y con el nombre de Thorald. ¿Quien lograba ser este misterioso nombre que le resultaba tan conocido? Tenía las características de una persona que el conocía muy bien, pero acaso eran familia.

—Galmar, manda a liberar a este Thorald. Quiero que se una a mis Stormcloak.— Ironfist miró a su Jarl con bastante sorpresa, acaso Ulfric era tan tonto como para liberar a un nórdico que le acababa de atacar. Ni siquiera uno de los divino haría tal acto. Ulfric bufó. —No seas tonto, se lo que hizo, pero este chico odia al imperio tanto como yo. Tener ese odio de nuestro lado podría ser un factor potencial.