Solo, atrapado, sin salida, hundido en las tinieblas. Estaba ya cansado de ese sentimiento, nuevamente era la presa, otra vez estaba acorralado, escuchaba esos pasos de nuevo, aquellas grandes pisadas que hacían estremecer todo aquel lugar. Sin poder evitarlo, su corazón se aceleraba, él agarraba su pecho para intentar detener aquel inquieto corazón, pero no lograba, aquella respiración se volvía violenta y rápida, todos sus sentidos se encontraban al máximo. Sin darse cuenta las pisadas se detuvieron, se sintió en incertidumbre, no veía luz ni sentía movimiento. De pronto sintió un aliento frío en su espalda, lentamente giraba su cuerpo para ver de qué se trataba. Una vez más aquellos inmensos ojos azules lo veían con furia y aquel aliento gélido le congelaba hasta los huesos.
???: YO. ESTOY. AQUÍ. ¡LEVANTATE!
De golpe Chris se despertaba y se sentaba en la cama como era costumbre, esta vez la culpable era su abuela que tocaba la puerta. Eran la 11 de la mañana. Después del incidente con la rata había llegado el día de ayer y durmió por un día entero.
Abuela: ¡Chris! ¡Chris! Disculpa sé que estas cansado, pero alguien te busca en la puerta.
Chris se sobresaltó y olvidó por completo aquel sueño que lo había atormentado durante dormía. Se preocupó, pues quien podría estarlo buscando, podría ser un enemigo. Después de tantas cosas no podía pensar otra cosa.
Chris: ¿Me buscan? ¿Quién es?
Abuela: No lo sé, es una chica, muy linda por cierto.
La preocupación de Chris no disminuía, ¿ahora habían enviado a una chica por él? Sentía extraño que pasaran de una rata monstruo a una chica en solo dos días.
Se levantó de la cama, y aún en pijama procedió a salir de su habitación. Rápidamente se dirigió a bajar las escaleras, con su abuela detrás de él, y se llevó una sorpresa al ver quien era la persona que lo esperaba sentada en la sala de estar.
Jessica: Hola Chris, buenos días.
Una sonrisa tan amable salía de la linda cara de esta muchacha, la cual logró dispersar todas las preocupaciones de Chris. Con una cara de alivio que se podría confundir con una de decepción se diría a su quería amiga.
Chris: Oh... eres tú.
Jessica: Si... lo siento si te desperté, es que hace más de dos días no respondías los mensajes, así que... me preocupe y vine a verte. Tu abuela me dijo que estabas dormido y yo le dije que podría venir más tarde u otro día, pero ella insistió en que me quedara y que ella te iría a despertar.
Chris: Con que si, ¿ah?
Chris volteaba a ver a su abuela con una cara de aburrimiento, mientras, su adorable amiga se sonrojara, juntaba y desjuntaba sus dedos índices, pues se había sentido apenada de confesar su preocupación por su camarada.
Abuela: ¿Qué? No me veas así. No iba a dejar que perdiera la visita de una niña tan linda solo porque eres un holgazán.
Las mejillas de Jessica se tornaban aún más roja al escuchar las palabras de la señora, ponía sus manos en la cara para cubrir su vergüenza.
Chris: No era necesario lo de holgazán. Y pudiste haberme despertado de una manera más tranquila.
Abuela: Disculpa si me emocione, pero no nos visita mucha gente que digamos y tratándose de una amiga tuya pues quizá no me pude contener.
Las mejillas de Chris también se tornaron rosas, y Jessica aún seguía tapando su rostro, que se había vuelto completamente rojo, con sus manos. La señora solo dio una sonrisa con picardía y procedió a retirarse.
Abuela: Bueno los dejaré solos, debo ir a hacer unas compras, fue un placer conocerte Jessica.
Jessica: Ah... igualmente señora Roselia.
La señora con su traje de salir, un paraguas y una cartera de mano, salía de la casa y procedía a hacer su mandado.
Jessica: Tu abuela es muy agradable.
Chris: Si, la abuela Selia es de lo mejor. Ahora... ¿podrías esperar un poco aquí en lo que me cepillo los dientes y me arreglo un poco?
La chica lo miraba con una sonrisa mientras asentía con la cabeza. Chris subió las escaleras y entró al baño. En tanto la pequeña Jessica, sentada en el mueble como niña pequeña, movía sus pies que no alcanzaban a tocar el suelo, miraba de un lado hacia otro, hasta que se cansó de esperar y fue a la cocina.
Chris una vez ya vestido con ropa casual, habiendo despojadose de su pijama, bajaba las escaleras y veía a su linda amiga que lo esperaba con ansias y un par de tazas de café en la mesa de centro.
Jessica: Disculpa mi atrevimiento, pero me aburrí un poco de esperar y además te acabas de levantar y no has tomado nada, así que... hice café, y no te preocupes, lo limpié todo.
Chris la miraba con ternura y sorpresa mientras se sentaba junto a ella para disgustar del café, el cual, estaba muy fuerte y aún sin azúcar. Ambos al dar el primer sorbo, arrugaron el rostro.
Jessica: Lo siento, he visto como lo hacen pero jamás he hecho café, no creí que sería difícil.
Chris: ¿Eh? ¿No sabes cocinar?
Jessica agachó la cabeza en señal de vergüenza, mientras con una tierna y temblorosa voz respondía la pregunta.
Jessica: N-no, pues en mi casa siempre hemos tenido cocinera, así que mi papá no me ha dejado aprender a cocinar algo. Lo siento
Chris: Tranquila, no es tu culpa.
Chris se levantó y la llevó con él, fueron a la cocina y Chris puso a hervir más agua, una vez ya lista, se la agregaron a las tasas, lo cual hizo que el café estuviera más aceptable.
Chris: ¿Vez? Le habías puesto muy poca agua y demasiado café, solo es cuestión de ponerle un poco más de agua y listo, así el café ya no estará tan fuerte. A mi abuela le gusta tomarlo amargo pero yo siempre le pongo azúcar.
Jessica: Oh... bueno ahora ya lo sé, yo también le pondré azúcar.
Chris: Sabes, si gustas, podría enseñarte a cocinar algo. No es como que pueda cocinar gran cantidad de cosas pero al menos no me moriría de hambre.
Jessica: Me parece bien, muchas gracias. Ya me has enseñado a hacer café.