♥CAPÍTULO 30♥
♥Karaoke♥
Hola, después de mucho tiempo.
Se recomienda que escuchen las canciones que están en este capitulo para tener una mejor experiencia despendiendo de tu gusto.
Se les quiere. Besos.
—¿Me estás diciendo que vas a ir? —pregunta Jazz al teléfono—, no me jodas, no vale la pena.
—Jazz.
—Yo pelee con Dany para no ir y ahora tú me pides a mí que vaya, no amiga las cosas no funcionan de esa manera. Va a pensar que soy una novia loca —respira de manera que puedo sentir su molestia—, ya pasé como la toxica muchas veces, esta no va a ser así.
Muerdo mi labio y fijo mi mirada en la ventana del auto, observando la grande y lujosa casa.
—Creo que ya es muy tarde —murmuro tocando el timbre.
—Agradece que eres mi amiga, si no te mataría. —habla al teléfono— aun así, te extrañe como no tienes idea, maldita perra.
Golpea mis hombros antes de lanzarse contra mí.
—Porque no contestaste muchas de mis llamadas, te extrañe demasiado como para no querer llorar y abrazarte como nunca. Eres una zorra egoísta, tonta, que nos abandonó y… y ni siquiera me avisaste que estabas aquí. ¡¿Por qué?! —me interroga tomándome de los hombros— podría a ver pasado por ti.
—Cálmate Jazz, solo quería un momento para estar conmigo misma. Yo también te extrañe como no tienes idea —la presiono mucho contra mí—, los extrañe como no tienes idea.
—Para mi no hay un beso.
—No sabría que… auch —mostré una sonrisa a ambos.
—Si, Jazz esa broma de no querer ir se te fue de las manos —le guiño un ojo.
Hago como que voy a ver a los chicos, cuando me doy cuenta que estoy lo suficientemente lejos me doy la vuelta de manera que quede de espaldas a Dany. Le hago una seña a la rubia quien me mira un poco confundida y después asiente, mostrándome que entendió el mensaje.
—¿Ya estamos listos? —pregunta Mitch detrás del volante.
—Si, los tortolos se irán en taxi al parecer.
Todo el viaje lo pase abrazada de Alex quien me comentaba que estaba en planes de abrir su propio restaurante, y estaba muy emocionado por la promoción. Era uno de sus grandes sueños, amaba la cocina y estaba muy segura de que él podría tomar un buen reconocimiento ya que, como chef, ha tenido grandes honores por los grandes platillos que ha elaborado.
Luc levanta el sonido del reproductor y suena Avicii con su magnífica canción The Nights, ese era nuestro himno. Demonios, sí que se vivía esa canción.
Empezamos a gritarla a todo pulmón en el auto como si no hubiera un mañana, era como volver a la época donde éramos unos niños y hacíamos miles de tonterías, pero lo mejor de todo era que nos teníamos el uno al otro. Nos abrazamos un poco raro ya que Mitch tenia la vista fija en la autopista, era como si en ese momento se olvidaran los problemas y solo se viviera un presente.
Era nuestra noche.
Cuando estábamos dentro del lugar, tomamos los sillones y la pantalla con más espacio ya que éramos muchos, hicimos los pedidos de bebidas.
—¿Por qué no vas a tomar? —me pregunta mi querida amiga rodeándome el cuello con su brazo.
—Porque es su reivindicación con nosotros por no llamarnos.
El pelinegro levanta una ceja y muestra una sonría ladeada llena de maldad.
—Aunque puedes arrepentirte Meg, yo puedo conducir —el pelirrojo me guiña un ojo—, después de todo no te vemos hace mucho y es un gran castigo no celebrar como se merece.
—Una promesa, es una promesa —tomo su mano y la sujeto—, gracias por el gesto.
El momento que tanto estaba esperando que llegue, al fin había tomado presencia delante de mí. Se veía diferente, raro. Tal vez seria porque era un hombre nuevo con una familia o porque simplemente ya no era Lolo sino Paulo, mi amigo.
Solté el aire que ni siquiera me había dado cuenta que estaba contenido. No sé cómo me intuía verlo con el típico terno de gala, reloj en muñera, el cabello muy bien recortado y peinado. Por más que quisiera negarlo era inevitable que aun mi corazón seguía latiendo por Paulo Hastings, las mariposas aún se sienten en mi estómago, es como si se hubieran dado unas vacaciones para volver de nuevo con más fuerza a revolotear dentro de mí.
Mi vista se fue a la barriga muy pronunciada que se le veía a K.C, la morena se notaba hermosa, tenía una bella sonrisa plasmada en el rostro, y el vestido maternal que llevaba le queda estupendo.
Las embarazadas tienen un brillo especial, fue lo que me dijo una vez mi abuela, se puede decir que no mentía.
—Buenas noches —saluda K.C acercándose mucho más rápido que el pelinegro.
Quien se quedó parado observándome por un rato, estaba completamente estático analizándome de pies a cabeza sin ocultar sorpresa alguna de haberme visto aquí, podía sentir sus penetrantes ojos verdes fijando su mirada en la mía. Mi garganta se sentía reseca, ¿Qué podría decirle? ¿Hola ex novio mejor amigo ahora padre que rompió mi corazón? Definitivamente me quedaría callada y mostraría la verdadera amistad sin mezclar más que eso, él avanzo, yo también debía de hacerlo.
Seamos maduros y sigamos adelante.
Sigue adelante. —me digo a mí misma.
Es tan difícil olvidar y dejar de sentir.
Hablando de sentir, puede que sea una alucinación porque percibo unos apretones en la rodilla lo que me hace dirigir la mirada a la rubia quien con los ojos me indica que esto sea vuelto un momento muy incómodo entre todos nosotros.
—¿Y bien que pedimos para tomar? —Jazz rompe el clima embarazoso en el que nos hemos visto involucrados—. Digo ustedes que desean tomar.