El presente...
Summer subió las escaleras con el corazón lleno de tristeza, está era ya la sexta vez que la dejaba plantada, la sexta vez que no llegaba como habían acordado para cenar.
Enojada se quitó el vestido y mi arrojó al cesto de la ropa sucia « Tanto esfuerzo para nada » se dijo a sí misma, ya no aguantaba las ganas de llorar así que se encerró en el baño y se dejó caer en el suelo.
Un dolor de cabeza la domino en ese instante y se puso en posición fetal pues jamás había sentido una punzada de esa magnitud. Se abrazo a si misma recargando su cabeza en el suelo hasta que el dolor se fue, asustada se levantó y miro su rostro lleno de lágrimas al igual que sus ojos, rojos de tanto llorar.
— ¿Qué diablos fue eso? — se preguntó a sí misma, abrió el grifo y se lavó el rostro, quitando el maquillaje tan hermoso que se había hecho ahora arruinado por tanta lloradera.
Se quedó mirando al espejo y se preguntó si ya no era tan atractiva como antes o que más le faltaba, quería volver a esos días en los que el amor y la pasión gobernaban en su matrimonio, cuando estar juntos era lo mejor de la vida para los dos.
Samuel se quedó mirando las escaleras y frustrado se sentó en la mesa, mirando todo lo que Summer había preparado para esa noche. Aunque el trabajo era importante se sintió mal por no haber puesto alguna alarma que le recordara lo mucho que Summer lo esperaba ese día.
Quizás hablar más tarde sea lo mejor, en ese momento decidió darle un momento a solas y se puso a levantar todo lo que había en la mesa, lavo los platos y los guardo, tapó la cena no sin antes darle una probada a las ricas enchiladas que su mujer había hecho.
— Que delicia... — dijo para sí mismo después de casi comerse la mitad del refractario.
Apenado lo guardo y termino de limpiar la cocina, se quedó observándola por un momento y se preguntó ¿Qué podía hacer para compensar a Summer? Aún tenía mucho trabajo y sabía que no podía ausentarse ni nada por el estilo así que tomo el teléfono y llamo a quien podía darle un consejo.
— ¿Bueno? ¿Quién es?— escucho una voz adormilada.
— Daniel, ¿Puedes pasarme a Ricky?
— ¡Maldita sea Samuel! ¿Por qué llamas a estas horas? — río ligeramente ante la molestia de su buen amigo.
— Anda necesito un mega favor — suplicó.
— Más te vale que no estés coqueteando con mi marido por qué te corto las bolas.
— Cariño ¿Quién es? — Escucho la voz de Ricky y los reclamos poco entendibles de Daniel.
— Te lo voy a pasar, pero usted tiene una bella mujer demasiado sexy en su casa así que aléjate de mi marido — Samuel se carcajeo ante los berrinches que le expresaba y prosiguió.
— Agradezco el halago y créeme que amo a mi mujer así que puedes estar en paz de que Ricky es solo tuyo — se escuchó una ligera risa del otro lado de la línea.
— Más te vale imbécil, ya te habla Ricky
— Te agradezco Daniel
— Dime Samuel ¿A qué se debe tu llama y por qué alteraron a mi marido? — Sam volvió a reír un poco y le explicó.
— Hice enojar a mi esposa y me odia ahora... No llegue a tiempo a la cena y pues... Ya sabes...
— TSS — se burló Ricky con una carcajada — Te lo mereces por descuidarla pedazo de tonto.
— Lo sé, pero ya sabes que el proyecto nos tiene como locos a ambos.
— Si lo sé pero debes tener en cuenta que tu esposa espera que de vez en cuando ella sea la prioridad.
— Y lo es, pero, ahora no sé cómo arreglarlo — Ricky se quedó en silencio por un momento hasta que una idea cruzo por su mente.
— Llévala a desayunar mañana, te puedo cubrir por un momento así que dale una sorpresa y demuéstrale que ella es más importante que todo — su idea le pareció razonable así que acepto la ayuda — y no duerman sin que le expliques, por lo que veo no le has dicho nada.
— No, quería sorprenderla cuando fuera la demostración y cena del proyecto, pero quizás deba decirle.
— Tienes que, hasta Daniel lo sabe...
— ¡Obvio yo sé todo de ti papacito! — ambos se carcajearon por el comentario tan peculiar del esposo de Ricky.
— Y por cierto... Ten cuidado con Mitzy, no creo que tenga buenas intenciones — soltó el comentario cosa que sorprendió a Samuel.
— Quizás viste mal, ella no sería capaz de hacerme nada además desde hace tiempo le dejé en claro que amo a Summer y por lo que se tiene pareja Ricky — refuto Samuel defendiendo a su amiga pues sabía que era una buena persona.
— Bueno, yo te advertí luego no vengas llorando que algo hizo. Me voy que ni amor me espera para comerlo y te sugiero que hagas lo mismo.
— ¡Ay ya basta! Tus insinuaciones sexuales no están chidas — Ricky carcajeo un momento y se despidió.
— Vale ya nos vemos voy a colgar.
— Vale hasta mañana y gracias por tu ayuda.
— De nada, chao.
Ambos colgaron y Samuel subió emocionado a buscar a su mujer, si bien recordó que hace tiempo no la tocaba por lo cansado que llegaba de trabajar así que, algo excitado la busco pues todo su ser comenzó a imaginar que eso les ayudaría a los dos.
Entro al dormitorio y la busco, le llamo, pero ella no respondió así que preocupado fue al baño y escucho los sollozos provenientes de adentro. Dudo un momento en abrir, pero su mente me dijo que buscará a su esposa, debía consolarla.
Abrió la puerta sigilosamente y cuando entro se quedó anonadado por la imagen que estaba frente a él.
Summer no se había dado cuenta que su esposo estaba tras de ella admirando la increíble lencería que se había puesto para él. Ni siquiera se acordaba de ella pues estaba tan triste que solo se quitó el vestido, quedando en zapatillas y un sexy conjunto que acentuaban sus bellas curvas, el sueño de cualquier hombre y en este caso, el de su esposo.