Capítulo 04.
NICHOLAS LEE.
Allisa lo miró con desagrado apenas entró al departamento. Ella no esperaba encontrar a su mejor amigo tirado sobre el sillón, con pañuelos desechables usados y esparcidos por todo el piso, mirando comedias románticas de Richard Curtis mientras apenas podía abrir sus rasgados e hinchados ojos.
Nicholas se había despertado extremadamente enfermo ese día. En urgencias le habían dicho que era gripe, pero él estaba convencido de que era el síndrome del corazón roto. Y la única a la que podía culpar era a Eleanor.
Con ganas de devolver su desayuno, Allisa entró a la cocina y puso a hervir agua. No se le ocurría qué más podía hacer para ayudar a su amigo, seguramente ni siquiera había almorzado. Le preparó una limonada caliente y se la llevó, sentándose a su lado.
—Te ves horrible —murmuró ella mirándolo, preocupada y asqueada al mismo tiempo. Nicholas sonó su nariz y tomó un trago de limonada.
—Lo sé. Falté al trabajo.
—Sí, ya me di cuenta, tonto —lo reprendió—. Te dije que te abrigaras, eres un idiota.
—Ah, no grites —murmuró tocando su cabeza, le dolía bastante—. Es culpa de Eleanor, no mía.—
—Deja de culparla, actúas como un bebé —Allisa se levantó y apagó el televisor.
—¡No! ¡Justo cuando Jamie va en busca de Aurélia! —exclamó Nicholas con frustración, apuntando a la pantalla negra—. Eres la peor, lo juro.
—Necesitamos hablar sobre cómo perdiste la cabeza, Nicholas —dijo preocupada—. Ustedes terminaron hace cuatro años… Es hora de que lo superes.
Nicholas suspiró. Cuatro años. Quizás nunca lo superaría, quizás nunca se olvidaría de Eleanor. Era por eso que iría a recuperarla, a pedirle una segunda oportunidad.
Luego de confirmar su asistencia hace varios días, había pensado mucho sobre su propósito. Si bien estaba determinado a reconquistarla, también pensaba en cuán egoísta era ese pensamiento. Que los otros cuatro estuvieran planeando en ir por ella tampoco ayudaba, sólo conseguía alimentar el espíritu competitivo de Nicholas.
Lo peor de todo, era que no se reconocía.
Él no era de los que jugaba con los sentimientos de la gente. Su lado racional le decía que debía ir con el propósito de ver a una mujer que lo hizo feliz ser, precisamente, feliz. Luego estaba su lado aniñado, el que lo arrastró a comprar un pasaje para una semana antes del matrimonio.
Y, lamentablemente, ese lado era el que iba ganando.
Ese día el cielo estaba excepcionalmente despejado, de un color azul brillante. En Londres no se veían días así tan frecuentemente, era como un lindo regalo.
Sentado en una de las bancas del parque, estaba Nicholas, quien rió al ver a Eleanor caminando con prisa en dirección a él. Su vestido floreado ondeaba al compás de la fina brisa, y su cabello se veía mucho más rubio debido a los rayos de sol que chocaban sobre este. Como siempre, se veía preciosa.
—¿Cómo te fue? —le preguntó Nicholas cuando ella estaba a sólo un metro de distancia.
—¡Es increíble! —exclamó Eleanor llevando sus manos al rostro mientras se sentaba al lado de él—. Muchas gracias.
—Te lo dije, es un libro hermoso —Nicholas mantuvo su mirada sobre ella.
—Es mi nuevo libro favorito… Neil Gaiman es un genio. Coraline es un libro asombroso, pero Stardust… Vaya, creo que me enamoré.
Nicholas rió otra vez.
—¿Y qué opinas de Tristan Thorn? —le preguntó mencionando al protagonista de la historia. Eleanor se volteó a mirarlo.
—Es un héroe con todas sus letras. Me recuerda a un Tristan que conozco… —miró al frente y sonrió con nostalgia.
—¿Él era un héroe también?
—Sí, algo así. Era un buen chico.
Allisa se asomó desde la cocina a ver a Nicholas. Seguía en la misma posición en la que lo había encontrado por la mañana y ya eran pasadas las diez de la noche.
—¿Todavía sigue ahí? —le preguntó Adela, su novia, saliendo de la cocina a observarlo—. Parece que perdió la cabeza, está ahí desde que llegué.
—Está ahí desde que me fui al trabajo a las ocho del día… Ha estado viendo la filmografía de Richard Curtis sin parar, ya ha visto Love Actually, About Time, las tres de Bridget Jones, Four Weddings and a Funeral y ahora ve Notting Hill… Creo que va a morir —murmuró Allisa suspirando.
—No lo creo, cariño, de amor no se ha muerto nadie —dijo Adela besando la mejilla de Allisa antes de ingresar nuevamente a la cocina.
Allisa estaba muy preocupada por Nicholas. Desde que la invitación había llegado, él se había vuelto una versión patética y desconsolada del Nicholas Lee que ella había conocido.
Eran mejores amigos desde niños, así que Allisa conocía a todas las ex novias de Nicholas, por lo que había tenido el placer de conocer a Eleanor. No tenía un mal recuerdo de la rubia, al contrario, la recordaba con mucho cariño. Ella había hecho feliz a su amigo.
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Editado: 19.08.2021