Estoy cansada pero mis ojos siguen activos, miro el reloj que está sobre la mesita de noche, marcan las 12:20. Ya se que es temprano sin embargo una de las reglas es ir a la cama a las 11:00 en punto. Para hacer mi noche más aburrida me quitan el celular para que pueda dormir temprano.
Miro las estrellas brillantes que están pegadas al techo, es la única luz en el cuarto obscuro. Empiezo a contar las estrellas, ya se que son cincuenta y ocho estrellas pero algunas veces las cuento de arriba para abajo, en diagonal, en horizontal y en vertical.
Cierro los ojos esperando que el sueño me venza pero mis ojos se abren por si solos, cuento ovejas, después de un rato me quedo en la oveja… no me acuerdo en cual me quedé. Volteo a ver la hora y son 12:45.
El tiempo en algunas ocasiones pasa tan rápido que quieres detenerlo y aprovechar ese tiempo lo máximo. En otras pasa tan lento que la agonía es bastante, miras el segundero tan lento como el paso de un caracol. Pero la verdad es que lento o rápido el tiempo va quitando la oportunidad a muchos, piensan que tienen tiempo y cuando te das cuenta de eso, ves una lápida color neón que te llama, su color te da curiosidad, cuando estás arriba viendo el color te jala a su interior y ya no sales de ahí.
—No quiero ir con ella —hablo pero el color de mi cabello a cambiado de castaño a pelirrojo.
—No dejaremos que te encierren —habla una voz desconocida.
—¿Si logran encerrarme? —hablo con temor.
—Siempre estaremos contigo acompañándote —dijo otra voz pero esta es más gruesa.
—Saben que van hacer que los olvide ¿Verdad?.—Mi rostro reflejaba nostalgia.
—Nosotros estamos en todos lados, en la oscuridad, atrás de ti, en tus pensamientos.
—Espero verlos pronto.—Todas las sombras rieron.
El sonido de la puerta de mi armario cerrándose me despierta. Miro la hora en el reloj son 1:20, volteo a ver el armario siempre dejo una puerta cerrada y la otra abierta. Me siento sobre el colchón mirando el armario fijamente. El miedo empieza a recorrer por el cuerpo, mi mente empieza hacer de las suyas pensando que hay una persona en una posición extraña esperando a abrir la puerta para saltar sobre mi. Me agarro la cabeza tratando de controlar los pensamientos pero es inútil, las siluetas que se reflejan por la ventana, van tomando formas espeluznantes.
Empiezo a controlar el miedo pero no es fácil, quiero correr al cuarto de Rosie, mi cuerpo no manda ninguna señal de querer moverse. Quito las manos de la cabeza y miro el armario, el miedo disminuye poco a poco, con el corazón en la garganta camino para abrir el armario y ver que solo es una mala jugada. Tomo la manija, me preparo mentalmente para abrirla, cuento del uno al cinco. Uno, respiro, dos, cierro mis ojos, tres, respiro, cuatro, abro los ojos y...
El sonido de un jarrón romperse hace que quite la mano de la manija, prendo la luz de mi habitación y ahí es donde me doy una cachetada mental por no hacer eso desde el principio. Camino dejando atrás mi cuarto protector, aunque no estoy segura que me sienta protegida, no sin antes ver que no hay nadie en el pasillo.
El sonido de mis pies descalzos es nulo, la luz de mi habitación va disminuyendo cada que bajo un escalón, llego al último escalón sin nada de luz, espero un momento para acostumbrar mis ojos a la oscuridad.
Camino con el corazón en el pecho hasta llegar a la única habitación donde hay jarrones. Llego al marco de la sala y siento un líquido frío debajo de mis pies.
Posiblemente es sangre, retrocedo para no cortarme con los pedazos de vidrio, miro a mi alrededor no hay nadie aquí. Vuelvo a recorrer cada centímetro de la habitación, mi mirada se detiene en una pared blanca que tiene la palabra libérame. “Mi mente es tan egoísta haciéndome pasar malos ratos” pienso.
Con cuidado camino hacia el interruptor, sigue estando la palabra de color negro. Me preocupa que mi tía lo vea y piense que he sido yo para llamar la atención.
Empiezo por recoger los pedazos de vidrio, el líquido que pensé que era sangre solo es agua. De la cochera saco un bote de pintura blanca y con una brocha empiezo a tapar la palabra, doy capas hasta que no se trasparente el color.
Luego de poner todo en su lugar, camino hacia la habitación de mi tía para agarrar algunas pastillas para dormir. Es increíble que no se despertara por el ruido, pero probablemente se tomó las pastillas que están en su mesita de noche, abro el frasco con cuidado y saco una.
El celular vibra en la mesita, la pantalla se prende y veo una notificación de mensajes, no suelo revisar celulares por la privacidad de las personas pero ya es muy tarde para que le envíen mensajes. Volteo a ver a mi tía que sigue en su sueño profundo. Mi mano toma el celular y la dirige a la dirección donde miran mis ojos. Le vamos a echar la culpa a mi mano.
Elisabeth:
El colectivo tiene una lista de sospechosos.
Elisabeth es la amiga de mi tía, son amigas desde los quince años y también es la madre de Kenna, ellas quisieron que fuéramos amigas para repetir "los mismos patrones de amistad".
Rosie:
Desapareció uno de los líderes.
Elizabeth:
No puede ser ¿Cual de los tres?
Rosie:
Thomas, me avisaron en la tarde.
Elizabeth:
¿Cuándo se lo dirás?.
Rosie:
Un día antes de su cumpleaños
va a cumplir 19 y tiene que saber
lo que en realidad pasa.
No tienes que ser muy estúpido para saber que se refieren a mi, solo falta dos meses para que sea mi cumpleaños, así que no voy a cuestionar a Rosie es poco tiempo para dos meses. Sigo leyendo los mensajes.
Editado: 09.04.2022