Los colores de mi cielo

capitulo 25

"¡qué clase de monstruo eres!... acabaste con aquello que juraste amar y proteger"

 

 

 

—Noah, amor aléjate de él—digo despacio— ven amor— trato de hacer que se acerque, pero se aferra más aquel hombre. No sé cuándo, como llegue a estar en esta situación.

Estoy de pie por gracia divina, al frente del hombre que abuso de mí, con mi hijo en brazos y este lo llama padre. Mi cabeza da vueltas y siento que no respiro, se instala un gran dolor en mi pecho, haciendo que me encoja en mi lugar.

Niega.

—Noah, puedes dejar que papá y mamá hablen a solas un momento—le sonría a mi hijo, quien le devuelve la acción, sale corriendo por donde vino, como si yo no existiera. Mi pecho arde como nunca.

Solo estamos él y yo. Debo salir de aquí.

—ni se te ocurra huir, tengo esta casa más custodiada que la mismísima casa blanca y sabes de sobra que no bromeo—dice con superioridad, como si leyera mis pensamientos. Retrocedo cuando lo veo acercarse a mí. Como no me pude dar cuenta, ni siquiera la puerta estaba abierta, todo estaba bien cerrado, después de que entraron a la casa, Nick puso un sistema de seguridad muy exagerado... y si Noah. ¡por Dios!

—que pasa amor, tan pronto y ya me tienes miedo—sonríe ladino.

—n-no te me acerques—digo temblorosa.

Choco contra la pared, trato de salir corriendo, pero ya lo tenía pegado tapando mi boca con su mano. Mas lagrimas se dispersan por mi rostro.

—shhhh, no llores amor, al fin podremos estar juntos—dice para luego acercarse a mi cuello y comenzar un camino de besos por este.

Le propino una patada en sus partes nobles haciendo que se alejara comienzo a correr, pero choco con un gran hombre vestido de negro, quien me propina un gran golpe en el rostro dejándome desorientada. Caigo al piso, sintiendo la sangre salir por mi nariz.

—¿por qué la tocaste? — preguntan iracundo a mis espaldas.

—señor, quería escap...—las palabras quedan en el aire, para luego escuchar un fuerte estruendo, después un golpe de algo impactando con el suelo.

Quedo petrificada al ver el cuerpo inerte de aquel hombre que me golpeo.

—¿estás bien amor?, ¿no te hizo daño? —llega donde mí, me sostiene del rostro. Intento alejarlo desesperada y con miedo.

Mato a alguien sin piedad, el cuerpo sin vida permanece ahí, con los ojos abiertos conectando con los míos.

—¡aléjate! ¡asesino! —mi pecho sube y baja acelerado, miro a todos lados intentando buscar una salida.

—estas muy alterada, debes calmarte—suena relajado. Como si no hubiera matado a nadie, como si aquel cuerpo no permaneciera ahí, como es posible que no sienta culpa ni remordimiento.

—¡aléjate, no me toques! —lucho con todas mis fuerzas para apartarlo hasta que siento que pone un pañuelo en mi boca. Trato de salir, pero es inútil, un cansancio agotador se instala en mi persona, luego todo se volvió negro.

.......

Me remuevo incomoda sintiendo ardor en mi zona intima, pero algo me impide mover los brazos.

Abro los ojos con pesadez, el cansancio inunda mi sistema, cierro los ojos de nuevo al toparme con los rayos del sol que se filtran por la ventana.

Me acostumbro a la luz y de mi boca sale un quejido de dolor cuando intento levantarme.

Mis brazos y piernas se encuentran amarados a cada extremidad en las esquinas de la cama impidiéndome moverme. No conforme con eso, estoy desnuda, mi cuerpo arde como si mi piel se quemara.

En mis muslos e intimidad, siento algo pegajoso e incómodo.

Miro a todos lados asustada. Al parecer me encuentro en una habitación desconocida. No recuerdo nada y el dolor en mi cuerpo no ayuda.

Trato de quitarme las ataduras sin éxito alguno. Respirar se me dificulta a modo que me sigo moviendo con desesperación y pánico.

Dejo de moverme de golpe cuando escucho la puerta abrirse.

No puedo ver su cara, pero si escucho su respiración volverse pesada. No digo nada por temor a decir algo que empeore las cosas.

Sus pasos se escuchan lentos y sigiloso, me siento observada, sus ojos escurren todo mi cuerpo, lagrimas involuntarias brotan de mis ojos nublando mi vista.

Sus dedos ásperos comienzan a recorrer mis piernas lentamente, haciéndolo una tortura para mí, escucho sus jadeos excitados, disfrutando tocarme sin mi consentimiento.

A este punto mis lágrimas, me ahogan y no las puedo controlar, escalofríos estremecen mi cuerpo y no de una bonita forma.

—y-ya... por favor— digo entre sollozos, mi voz sale dificultosa. Escucho su risa ronca— detente— digo desesperada. Deja besos húmedos en mi abdomen y se detiene a escasos centímetros de mi rostro, no paso mucho de la impresión, a moverme como una desquiciada tratando de salir de lo que sería mi tortura.

Los recuerdos llegan a mi mente como un balde de agua fría.

—veo que me sigues recordando—susurra sonriendo victorioso.

—por favor déjame ir— digo con dificultad— te lo ruego— suplico entre llanto.

—no sabes cuánto te extrañe— dice posando sus asquerosos labios en mi cuello—como desee tocarte de nuevo— baja lentamente succionando mi piel— como me tocaba pensando en ti— succiona mi pecho haciendo que me retuerza de dolor.

—p-p-pa-ra— digo cuando siento que no puedo más con su tortura. Continúa como si en ningún momento hubiera hablado.

—no pude esperar a que despertaras— mira juguetón como si de un niño en una travesura se tratara, eso hace que me repugna más mi ser— pero tranquila fui cuidadoso.

—malnacido... Ahhh— grito cuando aprieta mis manos haciendo que esta sangrara.

—no, no, no, amor, con esa boca le hablas a tu madre—dice sarcástico— verdad— dice con pena fingida— tu querido amigo la mato.

—hijo de...Ahhh— muerde mi pezón con fuerza.

—así princesa, solo grita, aunque sea de dolor— dice alzando su cabeza y riendo desde su altura.



#6624 en Joven Adulto
#29538 en Novela romántica

En el texto hay: triste, drama, drama amistad

Editado: 12.04.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.