Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 01. Un millón de razones.

❌❌ Hola, un gusto que me des la oportunidad de mostrarte lo que puedo crear, sólo un pequeño aviso antes de iniciar, esta novela puede contener escenas y diálogo (+18) como también abuso sexual, abuso emocional y físico, drogas y suicidio, por supuesto que quiero aclarar que nada de esos actos están bien romantizarlos e incluso hacerlos en la vida real, sin más comencemos ❌❌

Capítulo 1.

Un millón de razones.

Hay un millón de razones que te alejan de la persona que amas, pero soóo necesité una para quedarme.

Un millón de colores.

Pero sólo elegí siete toda mi vida y ella estaba llena de esos hermosos colores. Me quedé en silencio por un momento, sentí la necesidad de hundirme en mi mismo, era lo único que podía hacer después de todo lo que ha pasado.

Miré al chico que tomaba mis palabras y tragué duro al sentir las ganas de llorar romper mi garganta.

—Jackson, ¿La  sigues amando?—Preguntó el chico de cabello corto y lentes.

—No se puede dejar de amar de un día a otro. —Dije.

Los llevaré a la historia que siempre llevaré en mi corazón y que marcará el siglo 20.

Joanne Lean, diecisiete años, cabello castaño y con un precioso tamaño, como princesa de Disney.

La conocí hace un par de años, en 1992 para ser exactos. Cuando la vi nunca imaginé que mi vida entera cambiaría. No lo vi venir...juro que no la vi venir.

—Joanne Lean, Vivía en la ciudad de Monterrey en México. Viajo a Londres en busca de "un nuevo comienzo" y "un felices para siempre" o al menos eso fue lo que me contó. —Dije con la mirada perdida, mi garganta rasposa y mis mejillas que ardían como nunca.

Joanne, 1991.

Vivir bajo las cuatro paredes más frías en todo Monterrey era tedioso. Mi madre una mujer dura, y de mal carácter, mi padre un hombre que lo entregó todo por amor, un hombre trabajador y con mucha paciencia. Yo, el producto de una noche de pasión y el resultado de un embarazo no planeado.

Durante toda mi vida, he tenido que sobrellevar el mal carácter de mi madre y su bipolaridad constantemente.

Les mostraré...

9 de marzo de 1991.

— ¡Suéltame mamá! —Grité desesperada y con el rostro empapado.

— ¡Maldita mocosa! —Gritó jalando de mi cabellera castaña— ¡Te odio!

— ¡Suéltame mamá! —Grité una vez más.

Las lágrimas estaban al borde de salir, la razón de ellas era mi madre quién en un ataque de histeria comenzó agredirme.

— ¡¿Vas a llorar, Joanne?! —Dijo en una risa— ¡Vamos sé la estúpida niña llorona, que siempre es la victima!

Sally y Max estaban en una esquina llorando, asustados del gran acto de mamá.

— ¡Estás enferma, suéltame! —Grité poniendo mis manos en mi cabello, evitando que doliera, pero fue inútil, dolía como el mismo infierno.

Con sus agiles manos, mamá tomó de mi cabellera más atrás dejándome caer de rodillas, en esta posición pedía porque ese demonio que la dominaba se tranquilizara y me dejara ir.

— ¡Sally llévate a Max, a la habitación! —Grité a mi hermana quien era mayor que Max por cuatro años.

— ¡No te atrevas a moverte, Sally, o estarás castigada! — Gritó amenazando a mi hermana de trece años.

Mi hermana solo sollozaba en aquella esquina abrazando a Max como si fuera su más preciado tesoro.

— ¡Estaré enferma, Joanne, pero todo es por tu maldita culpa! ¡Tenías que haber nacido y echarlo todo a perder! ¡Mi universidad, mis fiestas, TODO! —Gritó mi madre una vez más diciendo aquellas palabras mágicas que siempre me hacían derribarme, desde niña siempre esas palabras han tenido un poder sobre mí, me hacían perderme en una amargura profunda de la que tardaba recuperarme.

— ¡Lo sé mamá, Lo sé, Maldita sea! ¡Siempre me lo recuerdas, siempre estas lastimándome con esas palabras! —Mis ojos no pudieron guardar más esas lágrimas y las liberó. — Y espero que un día me perdones, pero no puedo regresar el tiempo ¡Me oyes! No puedo.

—No sabes cuantas ganas tengo de matarte, Joanne, me hierve la sangre verte ¡No te soporto! —Dijo con el rostro distorsionado, esa no era mi madre, esa mujer que me gritaba sus ansias de matarme, no podía ser mi madre.

—Mátame mamá, hazlo ahora, no te arrepientas, ¡Mátame de una vez, mamá! —Grité. — Si esta es una prueba de Dios, le digo ahora mismo ¡Que ya no te aguanto! ¡MÁTAME AHORA! —Cerré los ojos liberando más lágrimas.

La puerta se abre y en ella aparece mi padre, quien tiene el rostro lleno de preocupación, por otro lado mi mamá aflojo su agarre hasta soltarme.

— ¡¿Que está pasando?!

Gritó mi papá.

Me quedé de rodillas y apoyando mis manos en el suelo, mi cuerpo temblaba de tanta rabia, no podía soportar más esto. Sé que afuera hay niños sin techo, sin comida o sin familia, pero me siento la más desdichada, podrás sobrevivir a una tormenta, una enfermedad o al mismísimo infierno, pero nada de eso es comparado con él vacío que se ahueca en el corazón cuando no tienes el amor de tu madre.

— ¿Estas bien, cariño? —Dijo mi padre enrollando sus brazos a mí alrededor.

—Perfectamente— Dije fría y limpié mis lágrimas, para levantarme al fin y encerrarme en mi habitación.

>>>

He estado encerrada en mi habitación los últimos tres días, sin ir a la preparatoria, ni hablar con Milton, sé que ha estado buscando me, pero no he querido responder sus llamadas.

Enredada entre las sabanas de mi suave cama, leía un poco de mi libro favorito "Don't Forget me" la esclavitud en un solo libro, tal y como me siento ahora mismo. Esclava de estas cuatro paredes.

Un pequeño golpe en la ventana hace que me vuelva a la realidad y me levante de mi cama. Abrí la ventana que daba a un pequeño balcón, y lo miré postrado frente a mí, el cabello negro alborotado y una sonrisa ambulante.




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