Estaba ayudándole al padre de Joanne a reparar su auto, un precioso Dodge Mónaco, rojo brillante, mantenía mis manos dentro del motor, Leonel estaba acelerando un poco, mis brazos estaban manchados de aceite y del material que conformaba las partes de adentro. —¡¿Puedes ver algo?! —Grita Leonel, desde el volante, mientras seguía acelerando.
—¡La banda parece tener problemas! —Le digo y él deja de acelerar. Sale del auto y me mira con ambos brazos a su costado. Él se inclina revisándola.
—Sí, creo que necesita una nueva o todo se irá al carajo. —Dice, me mira. —¿Crees que puedas conseguirme una? —Asentí inmediatamente. —Bien, le pediré a Joanne que te acompañe. —Menciona y asentí. —¡Joanne! ¡¿Puedes venir, cielo?! —Grita.
—¡Un momento! —Grita Joanne desde el interior de su casa. En segundos Joanne llegó, su cabello mojado nuevamente y ese olor fresco de vainilla llega a mí. —Dime pa. —Le dice.
De un momento a otro nos giramos al escuchar un par de susurros y risas.
Un par de chicas pasaban, y otras tres de la casa de en frente me miraban, no comprendía nada, el padre de Joanne me mira tomándome el hombro, mientras se ríe. —Parece que le agradas a las chicas, muchacho. —Suelta, lo que provoca que me quede inmóvil. E inmediatamente miré a Joanne, ella me mira un par de segundos sonrojada y agacha la mirada, mi pecho estaba vuelto loco. —Las vuelves locas. —Se ríe.
Tragué un poco de saliva, girándome a ver el motor, sintiendo la mirada de Joanne en mí, quizá para averiguar si me ha hecho sentir algo sus palabras o si me halaga que ellas lo hagan. —Me parece que el que las vuelve locas es alguien más, señor Leonel. —Dije con una pequeña sonrisa, devolviéndole el agarre al hombro, señalándole las señoras de sesenta años que pasaban justamente frente a la casa y mirando la banda del motor, restándoles importancia a las chicas que murmuraban.
Joanne comenzó a reír, cubriéndose la boca, sonreí mirándole y guiñándole un ojo, pronto sus mejillas se sonrojan, provocando que mi corazón se vuelva loco.
—Muy listo, muchacho. —Me dice y continúa a meterse a la casa.
Comencé a revisar los recipientes de aceite y agua, destapando el del agua, Joanne me pasa la botella de agua para rellenar el recipiente. Cuando toda el agua que quedaba salta, sentí que mi piel se quemaba debido a lo caliente del motor, retrocedo un par de pasos y Joanne me mira asustada, sin pensarlo sujeta mi camiseta de tirantes y hace que me la quite, exponiendo las diferentes marcas rojas sobre mi piel debido al agua caliente.
Joanne toma la cubeta de agua que descansaba en el suelo, debido a que estaba lavando algunas piezas del motor y complementos, sentí el agua fría cubrir mi dorso desnudo y haciendo que mi cabello cayera debido al agua, pasé mi mano por mi cabellera y la miré.
Ella comenzó a reír y me pregunta. —¿Estás bien?
Algunos gritos me hacen girar al ver a las tres chicas de enfrente. Joanne las mira y su sonrisa disminuye, fruncí el ceño.
“¿Estaba celosa?”
—Yo…—Me mira y mira el dorso que se ha quedado con ciertas marcas, ella se acerca, estirando su mano para tocarlas, pero se detiene, mi mano llega a su cintura y la pego a mí, mis labios llegan hasta su frente y la beso.
Sentía una mirada desde el coche y me giré, al ver al pequeño Max, la solté. Ella confundida me mira y mira a su hermano, dándose cuenta que estaba viéndonos, noté su nerviosismo y le dice. —¡¿Has sido tú el que ha acelerado el auto?!
Me limité a ver a Joanne, mientras se acercaba a su hermano, coloqué mi camiseta de vuelta y ella comienza a regañarlo, ya que había provocado quemarme, la verdad que no era tan grave, y su regaño fue muy débil, le explico de una manera muy dulce que no debería hacer eso porque podría pasar muchos accidentes. Ella se metió a la casa junto con su hermano y me dediqué a quitar la banda del motor para conseguir una nueva, cerré el cofre y entré a la casa.
Caminábamos por la banqueta en busca del local que vendían las bandas.
Joanne caminaba a mi lado, mientras que da un paso más y me mira. —Aquí es. —Dice con una bella sonrisa, y asentí. La campana suena al abrir la puerta de cristal y un señor nos sonrían.
—Bienvenidos, ¿en qué puedo ayudarles? —Nos mira, me veo sorprendido por la amabilidad que muestra al atendernos, ciertamente había una gran diferencia entre México y Londres, y era su gente.
—Hola—Sonrío, acercándome al aparador. —Estoy buscando una banda para un motor V6 es un Dodge Mónaco. —Informo y el señor se coloca los lentes para buscar en unas cajas de cartón.
—¿Con que un Mónaco? —Pregunta, exhalando. —Tendrás suerte de que encuentre uno, muchacho. ¿Es tuyo?
Fruncí el ceño.
Por el rabillo veo que Joanne se acerca a una chica, tocándole el brazo, y sonriendo.
—N-No. —Me veo algo distraído por ver con quién hablaba Joanne. —La verdad es que no es mío, es de mi…suegro. —Digo y abro los ojos al darme cuenta de lo que he mencionado y toso. —U-Un vecino.
—Bueno, a tu vecino no le irá nada bien si esta chatarra sigue descomponiéndose.
—¿Por qué? —Regreso a verle y el me mira sosteniendo la banda nueva que le había pedido.