Capítulo 19
Lo que yo siento por ti es…
Después de un rato de estar ahí sola dentro de la ducha se da cuenta que, aunque siente dolor en su corazón, ya no llora, que donde corrían las lágrimas queda solo residuos de sabor salado. Se mira las manos las observa a detalle, y se pregunta, ¿Cuántos he matado?, ¿Cuántos más matare?, ¿morirá alguien más por mí?. Suspira se lava el rostro, se levanta de la tina, toma una toalla que está a un costado, se envuelve en ella y sale del baño.
Al salir del cuarto de baño ve un cambio de ropa seco que se encuentra sobre la cama, unos pantalones de mezclilla y una sencilla playera polo, con pequeñas y delicados zapatos bajos que combinan con el color azul celeste de la playera. Una vez vestida se sienta en una orilla de la cama, y siente como una mano de mujer le toma el cabello y se lo empieza a peinar, ella voltea y se da cuenta que es la misma chica que la acompaño al baño, tenía muchos años que nadie le cepillaba el cabello, y viene a su mente la imagen de su madre cuando ella era pequeña y le cepillaba el cabello.
Cuando termina de cepillarle el cabello le indica que la están esperezando en el comedor, ella afirma con un movimiento de cabeza, pero sin emitir sonido.
Rous sale de la habitación escoltada por la chica que le señala a donde hay que dirigirse
Rous entra a la habitación y ve que ya se encuentra Sebastián y Uriel sentado esperándola para cenar; Ella se sienta a la mesa a un costado de Uriel que se encuentra en la cabeza de la mesa y enfrente de Sebastián.
Rous: no entiendo que hacen aquí, ustedes no necesitan comer, lo que deberían de estar haciendo es beber sangre o comer carne cruda (habla con sarcasmo).
Uriel: estamos bien y ¿tu?
Rous: ¿están bien?, claro como no van a estar bien.
Uriel: si solo hay que olvidar lo de esta noche.
Rous solo ve que Sebastián ve la mesa sin voltearla a ver a ella
Rous: ¿Olvidar?, ¿Qué quieres que olvide? (regresa a ver a Uriel).
Uriel: todo… aquí nada te faltara, y estarás segura
Rous: ok ya entiendo, me vas a tener en esta burbuja de cristal, llena de joyas y lujos… ¿Quién te dijo que yo me quiero quedar? (lo mira a los ojos)
Uriel: es lo mejor para ti
Rous: quieren que me olvide de todo… (golpea la mesa) eso no lo puedo hacer… yo no sé con quién creen que están hablando… esa mujer que conocieron hace miles de años ya no existe, yo no soy ni la décima parte de esa mujer nómada que vivía con su padre criando ovejas.
Uriel: tranquilízate
Rous: ¡no me tranquilizo!
Vuelve Golpea la mesa, se levanta de la silla de un golpe haciendo que esta caiga al piso.
Rous: hoy han muerto varios soldados, hijos, hermanos y padres, por mi … por su capricho… yo no voy a olvidar nada, ustedes aquí cenando como si nada mientras muchos están en el hospital muy graves y otros los están preparando para enterrarlos.
Sebastián: ¿tanto te ha dolido su muerte? (por fin levanta la mirada).
Rous lo regresa a ver a los ojos
Rous: claro que me dolió, me dolió y mucho, (empieza a llorar, pero esta vez de coraje) también me duele que Cloi y los demás están heridos, y yo aquí sentada cenando de lo más tranquila. Yo no soy como ustedes, yo no puedo simular que todo está bien… no puedo, no puedo…
Uriel se levanta de la mesa y toma su mano.
Uriel: sé que has perdido a tus compañeros.
Rous: ¡suéltame! (Rous se suelta del bruscamente), no me toques ellos no son mis compañeros son mis amigos, mis hermanos, mi familia, los únicos que he tenido en mucho tiempo… he perdido a mi madre y mis hermanas… he perdido mi vida y mi identidad…
Sebastián: tanto tu como ellos sabían cómo era la vida militar
Rous: se equivoca por que tanto ellos como yo nos enrolamos en circunstancias diferentes, no nos pidieron permiso ni opinión para venir hasta acá, si nos hubieran explicado…
Sebastián: Su traslado es un reconocimiento a su talento, al talento de todos ellos (se levanta de la mesa y camina justo frente a ella).
Rous. No señor, nosotros solo somos un peón en su estúpido juego (alza la voz).
Uriel: tranquilicémonos por favor (se interpone entre los dos).
Rous: se acabó, esa Ruth y Rous que ustedes conocieron, se acabó de morir hoy. Olvídense de mí, ni crean que yo voy a seguir en ese estúpido juego que ustedes tienen, no sé de quién sea el turno, pero esto se acabó, jamás, jamás me tocaran un cabello y todos los días de mi vida buscara la forma de escapar de ustedes, todos y cada uno de los días…
Uriel: tranquilízate por favor (la toma nuevamente de las manos), hay…
Rous: ¡no me toques!
Rous siente coraje al sentir las manos de Uriel, que hace que con coraje lo empuje hacia atrás lanzándolo contra la mesa, y aunque la fuerza no es mucha si ha logrado tirar varias cosas de la mesa. Los dos se sorprende se miran a los ojos, pero nadie dice nada.
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Editado: 23.03.2023