La derrota era inminente, casi podía verlo en sus ojos. Un poco más y la victoria seria mía, por fin después de tanto tiempo de encierro finalmente era hora de mi salida. Era de noche seguramente allá fuera cuando se presentó ante mí y me dio de beber, inmediatamente el otro reacciono y quiso evitar este estimulo pero ya era muy tarde. Sentía como me hervía la sangre y con valentía me le enfrente, sabía que esta vez podía ganarle, podía ver el miedo en su semblante.
Esta no era la primera vez que nos enfrentábamos, ya hubo otras veces en las que batallamos. Prácticamente desde nuestro nacimiento, o más bien desde su nacimiento porque yo recuerdo haber estado solo primero hasta que el llego. Aunque en realidad nunca estuve solo, cierto que también estuvo aquel otro que no es de muchas palabras, que interviene solo cuando la situación se sale de control, pero él tampoco me había podido poner freno hasta la aparición de mi otro rival.
-Hora de rendirse- le dije burlonamente- sabes que hoy domino yo.
-Hoy es poco tiempo- me dijo confiado-tanto como dure la luna en el cielo, luego será mi turno.
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Editado: 05.09.2019