Preludio

Para entender a los cuervos, hay que entender al amor, a la vida... y también a la muerte. Hay que entender que hay pasados que vuelven y otros que no, y esos que vuelven son más fuertes que los que no lo hicieron. Los cuervos son protagonistas y secundarios, fuerzas del orden y del caos, representantes mismos de los personajes y las fuerzas de la naturaleza. Si usted tiene ojos y oídos, y puede ver donde otros no vean ni escuchen, descubrirá en ellos algo más que dos pájaros parlantes, descubrirá que sus pasos y su misión son otras, y verá en ellos figuras vivas e influyentes en la obra.

Este cuento es un segundo final para uno de esos pasados que no tuvieron futuro. El primer final aún no está escrito, espero pueda estarlo aún día. En mi concepción personal, opino que nuestras vidas están llenas de historias sin desenlaces; labor nuestra es, tanto de escritores como lectores, acabar con el cruel fantasma del quizá.

Hay un final para cada novela, un cuervo para cada pasado, a la vuelta de la esquina, al cruzar una puerta que aún no ha sido abierta o tal vez al tomar un lápiz. Todo es cuestión que nos decidamos a fundirla. Con este relato, busco un final ficticio para un pasado muy real.

Vidia no existe, es una amalgama de mujeres reales y creadas; pero George es un ser real y consciente, y debe andar por la vida buscando sus propios finales. Espero toparme con él algún día, mostrarle este cuento publicado y poder decirle al fin con alegría, que la trama se acabó.

Con cariño de hermano.

Martín Távara