Los demonios de Dereck

Capítulo 9

Como dicen por ahí… el que madruga Dios lo ayuda, hoy necesitaba que me ayudara.

Me levanté dos horas y media antes de lo que comúnmente lo hago, debía hacer una pequeña visita en casa de la tía Sofía. Salí de mi habitación.

— ¿Estás enferma, cariño?— se acercó papá en pijama tocándome la frente.

Verga, este hombre sí que madruga.

— No, ¿por qué?

— Son las 5:30am, a no ser que vayas a hacer ejercicio, nunca estás levantada a esta hora…y como no traes ropa deportiva descarto la idea.

Sonreí nerviosamente.

— Voy a casa de tú hermana— expliqué, él levantó la ceja derecha exigiendo solo con ese gesto más información.

— El motivo es…

— Voy a visitarla.

Él rio irónicamente.

— Vamos hija, pensé que mentías mejor.

Mierda, este hombre conoce hasta cuantas respiraciones doy por minuto.

— Está bien, está bien…tengo una cuenta pendiente con Ian, voy a cobrársela— confesé.

Nuevamente levantó la ceja del juicio.

— Dañó la ropa que llevaba puesta ayer— aunque no era una mentira de fondo.

— Bien, llévate mi auto.

— Gracias papi— besé su mejilla y rápidamente salí antes de que me sonsacara más información.

Una gran Toyota prado del 2016 me esperaba en el garaje, dejé mi bolsa para entreno en el asiento del copiloto junto a mi bolso y teléfono.

Conduje por las calles de la ciudad, lentamente el sol comenzaba a emerger con los primeros rayos  de luz, tengo el presentimiento de que hoy sería un gran día.

Toqué el timbre de la casa de mi tía y la joven del servicio abrió.

— Buen día señorita.

— Hola, ¿Está mi tía en casa?

Asintió.

Fui al comedor y recientemente estaba tomando el desayuno, ya estaba vestida y montada en sus pampanantes tacones.

— ¡Oh! Cariño, ¿cómo estás?— dijo al verme.

Le zampe dos besos en cada mejilla.

— Bien y tú.

— Voy al trabajo ¿me necesitas?— su cabello rubio se agitó levemente para seguir bebiendo de su taza.

— Realmente, no… necesito a Ian— dejó la taza a medio camino.

— ¡Oh, oh! ¿Qué te hizo ahora?

— ¿No puedo simplemente visitar a mi primo favorito?— inocentemente parpadeé.

— Creí que era Tessa— habló—, la última vez que dijiste eso, Ian terminó con cabello purpura.

Sonreí al recordar tal momento tan magistral.

— Me voy, no quiero que me tache de cómplice otra vez.

Besó mi frente y se fue.

Bien, manos a la obra.

Tomé de la habitación de aseo un balde fondo grande, lo arrastré a la cocina bajo la atenta mirada de la joven del servicio, hace dos meses también estaba ella cuando tinturé el cabello de Ian.

Abrí la nevera y saqué todo el agua fría que había almacenada, utilicé cada jarra y una sonrisa perversa y malévola se tatuó en mi rostro. Tomé el hielo y lo eché también al balde.

— Señorita, ¿Quiere que le ayude?

Entre las dos subimos el balde lleno de agua helada hasta la habitación de mi primo, como de costumbre estaba sin seguro y sigilosamente la ajusté para pasar por el pequeño espacio.

— Quédate aquí, no quiero que seas cómplice.

En momentos como este, es que agradezco tener excelente estado físico, levanté las sabanas que lo cubrían y feliz vi que solo tenía unos shorts cuadrados, es decir, que mayor sería el impacto.

Entre mis brazos elevé el balde, sin remordimientos lo lancé mojando su espalda, cobijas y colchón.

— ¡¿Qué diablos?!— gritó en menos de 3 segundos.

— Me la debes estúpido.

— ¡¿Acaso te has vuelto loca?!— chilló.

— ¡Ayer me dejaste desnuda en las duchas!— le respondí gritando.

Todo su cuerpo estaba mojado, gotitas de agua resbalaban por su pecho.

— ¿De qué hablas lunática?

— ¿Crees que con tus estúpidas bromas voy a terminar con Dereck?

Me miró como si no supiera de lo que hablaba.

Aplacó su ira inhalando y exhalando.

— Calmémonos, más te vale que te expliques mocosa… ¿Por qué me lanzaste agua del ártico mientras dormía? No entiendo ni un trasero.

Desvié la mirada para observar los cubos de hielo sobre la cama, Ian sacó del armario una toalla, me quedé de pie.

— Hace dos semanas había una nota en mi casillero, decía que sabía que yo era la novia de Dereck y ayer me robaron la ropa mientras me duchaba, dejaron una nota insinuando que mi novio el asesino no me amaba.

Él escuchó y respondió:




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