Una vida simple, es todo lo que siempre quise, para mi, mis hermanos y mis padres, una vida normal, básicamente una estabilidad que nos permitiera disfrutar de la vida sin las preocupaciones básicas, que ilusa, normal solo es una tecla en la lavadora, ¿quién define lo que es normal ? ¿Quien diablos inventó el termino"normal" ? Da igual, al final del día nada de lo que pasa en este mundo es normal, mi nombre es Carmen, tengo 20 años y desde que tuvimos que salir de nuestro país de origen nada ha vuelto a ser normal.
Cuando estábamos en casa todo era perfecto, iba a la universidad, estudiaba una carrera normal, tomaba un autobús y tenía amigos normales, conversaciones normales sobre cosas normales, hasta que una fuerte crisis económica azotó con todo su poder a mi pobre nación, lo cual nos obligó a emigrar a otro país en busca de oportunidades mejores y una calidad de vida aceptable.
Al principio me emocioné, ¿quién diría que alguien normal como yo saldría de aventura a otro país?, que error !! No es ninguna aventura, me vi obligada a trabajar en lugares donde me agotaban hasta el desmayo y me pagaban una miseria, claro, debía hacerlo para ayudar a mi familia con los gastos básicos, simplemente, dudar no era opción. Con el tiempo y mucha dedicación las cosas fueron saliendo un poco a flote, al menos ya no debía agotarme a niveles tan altos para llevar el pan a la mesa, pero algo pasó, no todo podía ser bueno ¿o si?.
Mi hermano menor con solo 3 años de edad fue diagnosticado con cáncer, un maravilloso osteosarcoma que podría matarlo en cuestión de tiempo si no pagábamos los tratamientos necesarios.
Estupendo!! Nada podía ir peor, apenas si sobreviviamos ahora debíamos pagar los tratamientos de mi hermano si queríamos que siguiera viviendo, visite varias fundaciones pedí ayuda a miles de personajes, utilice todas las redes sociales de apoyo y aún más, al parecer algún ser divino escucho mis súplicas por las noches mientras todos dormían, porque recibí un correo de una fundación que daba los tratamientos gratis a niños de bajos recursos, mi sonrisa no podía ser más grande, por poco quiebro mi cara en dos, creí, por un segundo que todo estaba arreglado, que mi hermano mejoraría y volveríamos a ser la familia normal que éramos antes, que equivocada estaba, no fue un ser divino quien escucho mis súplicas, nisiquiera era algo de este mundo, ese correo cambió todo, y desde allí todo se fue en picada, literalmente llegue a tocar el infierno.