Los demonios de Pangea

Capítulo 16

Un dolor agudo estaba instalado en mi cabeza, un fuerte estruendo que golpeaba cada lado de mi cráneo tan fuerte que me hacía estremecer, jamás había sentido tanto dolor así, todo era oscuridad a mi alrededor, no podía ver nada, pero escuchaba un murmullo lejano, imposible de entender, y no podía concentrarme en el con tal dolor invadiendo mi cabeza.

— ¿estás seguro que fue ella? 

— seguro, un minuto me estaba desangrando y al siguiente no tenía nada.

— no es posible solo la sangre celestial puede curar así y ella es parte demonio no parte Ángel. 

— te digo que fue ella, no se como, pero ella lo hizo, además, los angeles no se cruzan con humanos, seria imposible que fuera parte Ángel.

— también que fuera parte de demonio, y aún así, aquí está.

Los murmullos se hicieron claros por un segundo, era Mateo, y había alguien más cerca pero no pude reconocer al dueño de la segunda voz, intente con todas mis fuerzas abrir los ojos pero me fue imposible, y al cabo de un minuto el dolor se hizo aún mas agudo haciéndome caer en la inconsciencia nuevamente.

— es algo raro ¿no? Intente alejarme de esta locura y resulta que me contrata una híbrida— Mateo solto un suspiro que finalizó en una pequeña risa.

Tomaba mi mano, y la apretaba con fuerza, trayendome de a poco a la realidad, el dolor seguía allí pero ya era soportable, convirtiéndose en una simple pero molesta migraña, me obligue mentalmente a abrir los ojos, y al cabo de uno unos momentos pude hacerlo, todo estaba desenfocado, la luz de la habitación me molestaba un poco pero aún así después de varios intentos y parpadeos pude concentrar mi vista y notar a un Mateo sonriente justo a mi lado.

— no fue mi culpa, no sabía que soy una hibrida— mi voz sonó algo rasposa, mi garganta estaba seca y tenía algunas vías conectadas a mi brazo.

— porfin despiertas, me tenías preocupado.

—¿ cuanto tiempo me dormí?

— unos 3 días preciosa, pensé que jamás despertarías. 

—¿ 3 días? — me senté sobresaltada haciendo que mi cabeza diera vueltas y arrepintiendo me al instante de tan torpe reaccion—¿ donde están mis hermanos? ¿ el carnicero? Tu, ¿ cómo es que sigues vivo? 

— tranquila — me empujo suavemente en la cama de nuevo — tus hermanos están bien, están abajo, el carnicero está muerto, tu lo mataste y yo pues, no se como, pero de alguna forma, me sanaste, aunque eso casi te cuesta la vida.

—¿ mi vida? ¿ te sane? Pero ¿ cómo? 

— no lo sé aún, pero la energía que usaste para hacerlo casi te mata, dejaste tu cuerpo casi sin vida, te traje aquí al borde de la muerte, por suerte, ellos lograron salvarte, aunque te tomo 3 días despertar.

— ¿ellos? ¿ donde estamos? — pregunte mirando a mi alrededor.

— en un templo, una iglesia, los Grigori, los Vigilantes, ellos te salvaron.

— ¿ los que? — de nuevo, cada vez más información que solo me traía más preguntas.

— enviados de Yahvé, ángeles, vigilantes, mantienen el equilibrio en la tierra, aunque no les gusta intervenir, aveces nos prestan su ayuda, a los cazadores, algunos Grigori fueron quienes nos enseñaron en un principio a matar a los pangeanos.

—¿ Yahvé? — de nuevo me dolía la cabeza.

— que bueno que despiertas— la puerta de abrio de golpe dando paso a un hombre de al menos 2 metros de altura y complexión fuerte, era hermoso, su piel era perfecta, sus ojos de un profundo azul que era imposible dejar de ver, su cabello del tono más negro y brillante como ninguno, simplemente parecía caído del cielo.

Mateo y yo nos quedamos viéndolo un segundo mientras el entraba a la habitación con una pequeña bandeja en la cual cargaba una taza de té grande humeante, y algunas frutas pequeñas de diversos colores que no pude reconocer.

— Carmen, este es Agniel, es como un médico, experto en hierbas, el fue quien te devolvió la energía.

— gracias— solo eso pude decir, me intimidaba su sola presencia.

— no te preocupes, no podía dejarte morir, eres extraordinaria, ¿ cómo hiciste para salvar a este sabelotodo de aquí? — señaló a Mateo con su pulgar mientras me dedicaba una sonrisa de medio lado.

— no lo sé.

— bueno, luego hablaremos de eso, ten— me tendió la taza de té, el humo que desprendía olía delicioso así que lo acerqué a mi boca pero al probarlo casi regurgito mi estómago, sabía a mil demonios.

Mi cara de asco hizo reír a Agniel, a lo que simplemente agrego.

— no dije que fuera sabroso, debes acabarlo, te repondrá. Los espero abajo en cuanto acabes, tenemos mucho de hablar.

Explico alternando su mirada entre Mateo y yo para seguidamente abandonar la habitación dejándome con la intriga en el estómago y el horrible té que debía acabar por mi bien, no quería llevarle la contraria a un Ángel así que simplemente tape mi nariz y bebí el té de un trago grueso que quemó un poco mi garganta pero que hizo maravillas con mi cuerpo porque por arte de magia todo rastro de migraña y debilidad desaparecieron por completo dejándome como nueva.

— wao!! Horrible pero efectivo— solté y Mateo río ante mi comentario 

— anda, vístete preciosa, te espero afuera.

Mire hacia un lado y había un conjunto de jeans y camiseta sobre una silla y un par de zapatos deportivos a sus pies, me levanté de la cama y me vestí rápidamente, la curiosidad por lo que debía decirme Agniel me llenaba completamente y claro las ganas y ansiedad de ver a mis hermanos no quedaba atras, y por un segundo me pregunte que había pasado con Ariana.

Al salir de la habitación encontré a Mateo recostado en la pared de enfrente, al verme solo sonrió y me hizo un ademán con su cabeza señalando me las escaleras, solté una sonrisa ladina, aún un tanto despelucado y descuidado seguía haciéndome sonrojar, me alegra haberlo salvado, aunque seguía dándole vueltas en mi cabeza al asunto.

Baje las escaleras con Mateo siguiéndome, justo al pisar el último escalon una pequeña figura corrió hacia mi brincando con todas sus fuerzas y enganchando sus pequeñas piernas en mi cintura, Ulas me abrazaba fuertemente con brazos y piernas haciéndome tambalear un poco pero sin soltarlo termine de bajar las escaleras y le di algunas vueltas, estaba bien, estaba alegre y olía a talco para bebé.

— te despertó — aún no hablaba muy bien siempre.

— si, ya desperté, ya estoy aquí.

Seguidamente Amel entro por una puerta que estaba a unos metro de la escalera comiendo un panecillo y al verme corrió haciéndome lo mismo que Ulas pero esta vez nos caímos todos al suelo soltando risotadas que me trajeron de nuevo a la vida, amaba a esos enanos y esos momentos en los cuales podía sentirme normal y feliz como antes.

— por fin, yo crei que nos ibas a dejar solos— hablo Amel.

— jamás, no podrán librarse de mi tan fácilmente — les dije riendo y envolviendo los en mis brazos de nuevo.

Mateo reía a mis espaldas, de lejos se notaba que disfrutaba con las ocurrencias y travesuras de mis hermanos.

— ya me la van a estropear de nuevo niños, anden a la cocina por más panecillos, enseguida los alcanzamos— Mateo nos ayudo a levantarlos y empujo un poco a los niños en dirección de la cocina

Justo bajo las escaleras había una puerta de madera algo gastada que abrimos dando paso a una oficina pequeña con muchos libros apilados y algunas repisas con aún más libros, todos con un aspecto tan viejo que daba la impresión de que si los tocaba se desmoronarian en mis manos.

Agniel estaba de pie frente a nosotros y nos invitó a sentarnos en un pequeño sillón a la izquierda del espacio mientras el tomaba una silla y la ubicaba frente a nosotros.

— bien, los aduladores de pangea ya saben que mataste a un carnicero, saben que Ariana estuvo preguntando de más y lo enviaron a eliminarla pero no sabían que habría alguien más en el lugar y menos que pudiera contra uno.

— ¿ acaso saben lo que ella es? — pregunto mateo.

— no lo creo, al menos no aún, pero saben que tiene la daga de pangenita, eso ya es malo, ellos la quieren, la matarán para quitársela.

— no pueden matarla, no tan fácilmente al menos— agrego Mateo viéndome de reojo.

— ¿ qué sabes sobre mi? ¿ sabes lo que soy? ¿ de dónde vengo? ¿ qué quieren de mí? — solté sin más, era por lo que habíamos iniciado el viaje en un principio y era todo lo que quería saber por ahora.

— no se mucho en realidad, hay mitos sobre nefilim, o híbridos mitad Ángel, pero no son reales, los cruces entre ángeles y humanos no son posibles, los fetos mueren al poco tiempo de la Concepción, y de demonios y humanos menos, los demonios no copulan, su placer está en la sangre y las almas.

— entonces, ¿ cómo es que estoy aquí? 

— lo averiguare, pero aún me desconcierta, la energía con la cual sanaste a Mateo, era energía celestial, solo eso puede sanar heridas y curar enfermedades, no hay otra explicación, así que también eres en parte Ángel, solo que aún no se como es eso posible.

— ¿ qué? ¿ Ángel yo? ¿ qué no era parte demonio? — ahora si, mi cerebro explotaría.

— también, eres las tres cosas, una trihibrida, primera y única.

— pero al sanar a Mateo casi muero, ¿ porque?.

— la sanación no es cosa fácil, requiere mucha energía, y más de acuerdo con la magnitud de la herida, tu, no tienes idea de cómo controlar tu poder ni tus límites, así que solo soltaste toda tu energía sin más, quedaste casi vacía, tu cuerpo, es una vasija, un frasco, que contiene tu alma, tu poder, lo dejaste casi vacío, tu cuerpo casi muere, tuve que recargarte pero fue casi imposible, también me tomo mucha de mi energía hacerlo.

— gracias por eso, pero, díganme, que haremos con los aduladores, que haremos con Pangea, ella sigue atormentando me, me matará, y matara a mis hermanos, tienes que ayudarme.

— yo no puedo hacerlo, mis órdenes son vigilar, no puedo intervenir con asuntos de humanos, te cure y te estoy dando información, no puedo hacer más por ustedes.

— si Pangea abre las puertas indefinidamente se abra roto el equilibrio, y de nada valdrán tus excusas— intervino Mateo.

— lo siento, ya la existencia de un ser como ella es algo inconcebible, aún no entiendo como pasó, o por que el gran padre no ha enviado a por ella, pero mientras el asunto no afecte el planeta o el plano celestial, los grigori nos mantendremos al margen.

—¿ el plano celestial? — ok, lo sé, pregunto mucho, pero es que díganme, en mi posición ¿ quién no haría preguntas? 

— el lugar de donde vengo, donde habita el gran padre, creador de el universo y del todo, creador de los humanos. 

—¿ quieres decir, Dios? 

— como quieras llamarlo, yo solo le digo Padre, el nos envió aquí para vigilarlos, son como niños, ovejas descarriadas, pero la desicion de seguir el camino de la luz o de la oscuridad es totalmente suya, no tenemos permitido intervenir en la civilización, el gran Padre respeta el libre albedrío de los humanos.

— es decir, que Dios es real — una sensación de alivio me lleno por un momento, es decir que no todo era malo en el mundo y por un segundo, pude sentir esperanza brotando de cada poro de mi piel, dándome ánimos y seguridad, quizá podría salir victoriosa de todo esto, después de todo si Dios existía, todo era posible.

— tan real como el aire que respiras— dijo Agnel con una sonrisa grande en su cara.
 



#17180 en Fantasía
#3544 en Ciencia ficción

En el texto hay: demonios, muerte, terror

Editado: 14.04.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.